lunes, 20 de septiembre de 2010

Hno Rafael Mendoza

II

Religión 


Forma de vida o creencia basada en una relación esencial de una persona con el
universo, o con uno o varios dioses.

La  Institución  de  Dios  sobre  la  tierra  es  el  hombre.  El  ser  humano  fue
creado  con  todas  las  condiciones para  ser  él,  el medio de  transporte de
Dios sobre la tierra. Dios viene a morar en esa tienda de carne que modeló
en  el  Edén  y  que  perfeccionó  para  la  eterna  posteridad  en  Cristo,
habitando  plenamente  en  el  Nazareno,  manifestado  a  tal  punto  en  el
Galileo, que Pablo da la exacta definición de este misterio de la Divinidad:
Él, es la imagen del Dios invisible.
Pese a este espeso e  in crescendo enjambre de organizaciones religiosas,
que  a  fuerza  de  poder  y  auspicios  políticos,  imagen mística,  costumbres
sociales,  legitimidad política, el poder de  los medios, el dinero  y hasta a
grito  pelado,  en muchos  casos,  quieren  convencernos  que  sus  aparatos
religiosos  son  instituciones de Dios, ninguno de estos  fantásticos y hasta
complejamente educados apóstoles millonarios de  la modernidad, puede
venir con  la Biblia en mano a probarnos que Dios está  representado por
alguno de ellos. Ninguno. El mundo no se divide como  lo dividieron ellos;
el mundo no  se divide entre  católicos y protestantes;  tampoco  se divide
entre  trinitarios  y  unitarios;  como  no  se divide  en  credos occidentales  y
credos orientales; y, ni siquiera podemos decir que se divide en religiones
falsas y religiones verdaderas. No existe teólogo-teórico en el mundo que
nos pruebe por  la escritura bíblica que  la división global está delineada y
determinada  así.  La  cuestión  geográfica  y  etnográfica  tienen  otra demarcación distintiva o divisoria para Dios: el mundo  se divide en hijos
de Dios e hijos del diablo.
Por cuanto hijos e hijas de, no se puede decir autorizada y correctamente
que unos son religiosos buenos y malos  los otros, es  inadjetivable de esa
manera.  Nadie,  como  hijo  o  hija,  resulta  religioso  por  su  condición  de
sujeto  familiar,  ente  familiar  o  producto  viviente  de  familia  equis.  Es  un
parentesco,  una  ascendencia,  una  dinastía,  una  casta,  un  linaje,  una
cuestión de sangre, es una cuestión de ser. 
La religión no se divide, tampoco, en mala, buena, correcta o desacertada,
o cruel. La religión es la religión. Los hijos e hijas de Dios, son exactamente
eso, hijos de la Deidad, tienen el espíritu de la Deidad; son, prácticamente,
consanguíneos  de  Dios.  Aún  la  ciencia,  en  estos  días,  nos  habla,  a
propósito del descubrimiento del Genoma Humano, del Gen de Dios,   el
BMAG2,  como  lo denominan. Consiste en que a aquellos que poseen  tal
gen  le  es  permitido  reconocer  a  Dios.  Son  genes  que  les  permiten  la
espontaneidad  de  vivir,  cultivar  y  reconocer  lo  espiritual;  y  ser,  y  vivir  y
comportarse  naturalmente  como  espirituales,  digamos...genéticamente.
No necesitábamos la ciencia para explicarnos el ascendiente genético ni el
status de la condición de hijo e hija de Dios, pero viene a ser un respaldo
abrumador  e  insoslayable  de  lo  que  la  revelación  enseña  respecto  de
nosotros mismos,  como  individuos  creados  por Dios. No  todos  los  seres
humanos portan este llamado Gen de Dios. Porque es claro que hay gente
espiritual  y  gente  no  espiritual,  materialistas.  Y,  a  estas  alturas  de  la
deplorable y criminal historia religiosa que arrastra por el mundo entero la
Religión Oficial del Planeta, no nos dice, no nos confirma, no nos prueba
que en sus organizaciones se concentren todos  los ciudadanos terrenales
que  poseen  el Gen  de Dios. No,  no,  no...  Sólo,  les  queda  tragar  saliva  y
mirar el polvo pensando  cómo y  cuándo empezar a  salir decorosamente
del embrollo milenario en que están metidos, y metiendo  a cada vez más
distraídos.
Religión  es  materialismo.  Es  una  práctica  física,  mental,  filosófica,
intelectual y de diferente ubicación y contexto, porque es un término que
no califica a un solo estilo de creencia y que solo se usa para ordenar bajo
este  concepto  toda  práctica  "espiritualista"  en  el mundo.  El  cristianismo
no  puede  ser  calificado  como  religión,  como  se  califica  por  ejemplo  el
concepto  religión  católica,  cuando  se  trata  definir  este  concepto  el
diccionario  lo  hace  diciendo:  Confesión  cristiana  regida  por  el  Papa  de
Roma:  eso  no  es  una  definición  de  cristianismo.  Cuando  buscamos  el
significado de Protestantismo, el diccionario es más ambiguo todavía y de
una  pobreza  bárbara,  lo  define  como:  Creencia  religiosa  de  los protestantes. Es decir, protestar es una  religión. Porque  los protestantes
se  llamaron  así  debido  a  una  protesta,  por  causa  de  sus  protestas
luteranas en contra de  la  iglesia de Roma. La pregunta es cómo hacemos
para definir de un todo la religión protestante, porque hay una subdivisión
incorregible e inmutable: tener la religión adventista, no es lo mismo que
tener la religión mormona; como tampoco es lo mismo ser mormón a ser
testigo de Jehová; y profesar cualquiera de estas expresiones religiosas, no
es  para  nada  lo  mismo  que  ser  evangélico  pentecostal;  y  si  de
pentecostales  se  trata,  tampoco  es  lo mismo  ser pentecostal  trinitario  a
ser  un  pentecostal  unitario;  como  tampoco  es  lo mismo  ser  evangélico
bautista del centro de  la ciudad, a ser evangélico periférico o rural. Si  los
protestantes  se  adscriben  como  una  religión,  como  lo  hacen  delante  de
sus Estados respectivos, es lisa y llanamente porque no son cristianos. 
No  hay  religión  buena  para  Dios.  Jesús  nunca  habló  de,  ni  en  esos
términos.  Religión  no  era  un  vocablo  de  su  uso ministerial.  Y  el  par  de
veces  que  es  usado  este  término  en  la  Biblia,  no  lo  es  en  situación
ventajosa, positiva o recomendable. Religión es el manto, el maquillaje, el
disfraz,  la careta y  la  túnica que usan  los que  simulan una pertenencia a
Dios:  Porque  en  realidad  quieren  que  Dios  les  pertenezca  a  ellos.  Es
delirante e incoherente, por eso es que lo evidencian a gritos. Los teóricos
evolucionistas  y  ateístas  lo  definen  bien,  ellos  dicen  que  se  practica
religión por una  cuestión  cultural, no porque  se  crea en  la existencia de
Dios. Y eso da  justamente en el mero clavo. Porque tener una religión es
más  bien  una  cuestión  social,  se  usa  así.  La  nación  ha  hecho  oficial  esa
religión, entonces es hasta una cuestión de patria, de nacionalismo eso de
"ir"  a misa,  de  "ir"  a  la  iglesia,  cumplir  ciertas  ceremonias  esenciales  en
presencia  de  la  iglesia  oficial,  casarse  por  la  iglesia,  bautizarse  por  la
iglesia, dedicar el domingo a  la  iglesia. Cierta vez, en Córdoba, Argentina,
un  matrimonio  de  amigos  empezó  una  pequeña  discusión  doméstica,
mientras estábamos a la mesa. Ella le decía a él: "Tenés que llevar al niño a
misa este domingo." Y mi amigo resistiéndose le responde: "¿Y por qué no
lo  llevás vos...?" A  lo que ella  replica:  "¡Vos  sabés que a mí no me gusta
para nada ese cura...!" Y él responde: "¡Y vos sabés que yo no creo en los
curas...!"  Pero,  ella  insiste:  "Y,  bueno,  pero  alguien  tiene  que  llevarlo  al
niño a la misa, mi amor..." Les pedí me dejasen opinar, respondieron que
sí y que  tal vez mi opinión ayudaba. Dije que si ninguno de  los dos  tenía
buen concepto de  la  iglesia, por qué  insistían en meterle al niño el  tema
de  una  religión  que  no  era  del  gusto  de  ellos mismos.  Continué:  "...Me
tienen de los pelos ustedes acá. Da la impresión de que no quieren al pibe,
porque hay que ser muy malos como para endilgarle a un hijo una religión que  nosotros mismos  despreciamos..." Me  hallaron  razón  y  preguntaron
qué podían hacer  entonces, porque no querían que  el  chico  creciera  sin
conocimiento de Dios. Les dije que eso podían hacerlo ellos mismos, que
no  les costaba nada  leerle  la Biblia de vez en cuando, charlarle de Dios y
contarle  las  historias  de  la Biblia... No    si  habrán  hecho  así,  porque  el
tema  iglesia es como un  tabú para  la mayoría de  la humanidad, provoca
temor y ya está entronizada como el único lugar en el cual está y se habla
de  Dios  legítimamente.  Pero,  es  como  definen  los  evolucionistas  ateos,
una cuestión cultural. Tengo amigos ateos y comunistas que se han casado
por la iglesia católica, cuando les pregunté ¿Cómo es que un ateo se casa
por  la  iglesia...? Tristán, poeta e  intelectual, ex guerrillero argentino, me
respondió que   porque así era más solemne y porque así se usaba. Nadie
se casa delante de Dios en alguna  iglesia,  los seres humanos en realidad,
practican una ceremonia matrimonial delante de un credo, un dogma, una
religión, pero  jamás se han casado "delante de Dios". Se han casado bajo
signos  y  ritos  que  ha  inventado  una  cuadrilla  de  personas  también
religiosas por cuestión cultural, y que diseñaron y acordaron un estilo de
religión. Y que lograron imponerla.
La religión no cree en Dios, por eso se erige con ese perfil de superioridad
sobre  la palabra de Dios y se muestra más autoritaria y temible que Dios
mismo entre todos los hombres de la tierra: los seres humanos temen más
al  cuco  de  la  iglesia  que  a  la  Presencia  Todopoderosa  de  Dios.  Y  si  en
alguna  de  sus  expresiones  sectarias,  creyese,  más  o  menos
aproximadamente al  significado y al hecho de creer, esa es una creencia
interesada y egoísta, como  la de Caín; y tan "espiritual" como la fe de  los
demonios: ¿Tú dices que Dios es uno?, nos pregunta Santiago, "...también
los demonios creen y tiemblan" Stgo. 2:19. Y no les alcanza para más. Miren
todos ustedes hacia  la panorámica histórica de  la  religión sobre  la  tierra:
ha  derramado  la  sangre  de  todos  los  santos,  desde  Jesucristo  hasta
nuestros  días.  Y  ha  fornicado  afiebradamente  con  todos  los  regímenes
políticos  de  la  tierra,  en  todas  las  edades.  Y,  ha  bendecido  todas  las
guerras  de  la  era  cristiana;  y  ha  santificado  todos  los  exterminios
practicados,  desde  que  ejecutaron  -religiosamente,  claro-  al  Señor
Jesucristo.
Ningún  hijo  o  hija  de Dios  ha  precisado  jamás  el  "manto  sagrado"  de  la
religión para probarle al mundo su estirpe: Nacieron hijos e hijas de Dios.
Punto. Eso no constituye religión. Eso, ni siquiera es contrapartida de algo
tan  miserable,  ruin,    degradante  y  criminal  como  la  religión:  es  una
cuestión de ser. Siempre  digo  por  ahí,  cuando  predico:  el  mundo  se  divide  en  dos
civilizaciones: los que van a la iglesia y los que van al Reino. Siempre dicen
¡Amén!  espontáneamente  cuando  digo  lo  primero,  porque  están
identificados con el Aparato religioso y su discurso, inocentemente, claro;
después,  entienden  que  nada  tienen  que  ver  una  dirección  con  otra.
Algunos, no todos. Los que van a la iglesia tienen la creencia de que en el
edificio institucional, está Dios y acuden temblorosamente y beatíficos a la
convocatoria  eclesiástica.  Los  hijos  e  hijas  de  Dios  saben  positivamente
que   Dios, si está en alguna parte sobre  la tierra, está en ellos. Y aunque
también  tienen  un  lugar  donde  se  congregan  con  respeto,  amor  y
espiritualidad real y manifiesta, ellos saben que su Dios no está atado a los
pilares del edificio de convocatoria; y saben que el hecho de congregarse
en ese edificio específico no es  lo que  los hace santos:  los hace santos el
Espíritu  Santo  del  Dios  Santo  que  habita  en  ellos.  Ellos  saben  que  la
organización  religiosa  no  produce  salvados,  es  incoherente,  no  puede
hacerlos.  Ellos  saben  que  los  seminarios  no  dan  a  luz  a  salvado  alguno.
Ellos saben que la iglesia no engendra ni hace nacer salvados. Ellos saben
que  son  los  salvados  quiénes  constituyen  y  edifican  la  Iglesia.  Y  no
precisamente la iglesia reluciente de la esquina del barrio; o la del ex cine
de  la  ciudad; o  la  iglesia de  la  tele,  sino que  la  Iglesia del Dios Viviente,
cuya cabeza es Cristo y cuyo cuerpo son los hijos e hijas de Dios. Y encima,
tienen bien en claro que son hermanos y hermanas  todas y  todos, y que
no da para practicar señoríos de los unos sobre los otros, porque ya tienen
un  Señor.  A  otro  señor  no  sabrían,  dónde  acomodarlo.  En  cambio,  la
religión sí que maneja bien el punto y es una consumada especialista en
crear  señores  y  crearles  tronos,  y  ubicarlos  bien  ubicados  en  sus
numerosas  concurrencias  de  esclavos  enajenados  e  idiotizados
religiosamente.  Eso  lo  ha  practicado  a  la  perfección  desde  que  se
profesionalizó en el cónclave de Constantino, cuando se comenzó a hablar
de  eso  de  "la  religión  cristiana  occidental",  en  cuyo  nombre  no  solo  se
asesinó  a  los  68  millones  de  mártires  cristianos  que  se  opusieron  al
mamotreto tenebroso y blasfemo del Emperador, sino que también se fue
cómplice  en  el  exterminio  de  los  casi  70  millones  de  víctimas  de  la
conquista  de  Latinoamérica,  en  las  matanzas  de  las  Cruzadas,  en
holocaustos  de  judíos  y  gitanos,    y  dictaduras  latinoamericanas  y
monstruosidades afines. Así como el discurso que nos escupía san Augusto
Pinochet,  para  justificar  su  sangrienta  dictadura  militar  golpista:  "Esta
lucha  es  contra  el  marxismo  leninista  internacional,  para  recuperar  los
valores de la civilización cristiana occidental..." Murió robando el oro, y las
posesiones, y el dinero y la vida de los que asesinó; y robando la presencia física  y  humana  de  todos  los  que  desapareció  en  esa  demente  cruzada
emprendida  en  el  nombre  del  "cristianismo  occidental",  como  si  el
cristianismo se dividiera o se denominase de esa manera tan materialista y
geopolítica.  Inocente,  el  tirano,  en  esa materia.  Es  lo  que  aprendió  del
catolicismo  sanguinario  que  vino  a  "cristianizarnos",  de  eso  debemos
exculparlo y considerarlo una víctima más del Aparato religioso universal,
que es el único autor material e  intelectual de esa  incongruente práctica
dogmática  de  dividir  el  cristianismo:  cristianismo  oriental,  cristianismo
occidental;  sub  dividido  a  su  vez,  en  cristianismo  primer  mundista  y
cristianismo  de  Tercer  Mundo;  y,  a  la  vez,  dividirlo  en  cristianismo
católico,    cristianismo  protestante  y  cristianismo  ortodoxo;  para  ser
dividido  a  su  vez,  en  cristianismo  trinitario  y  cristianismo  unitario;  y
recontra  dividirlo  en  cristianismo  de  clase  alta  y  cristianismo  de  clases
bajas; y a  la vez, sub dividirlo en cristianismo de Seminario y universidad
con    cristianismo  espontáneo  e  instintivo de  condición  autodidacta;  y  re
dividirlo  en  cristianismo  de  dinero  y  cristianismo  de  miseria;  como
también  se  divide  en  cristianismo  de  iglesia  grande  y  de  tradición  con
cristianismo de culto pobre y marginal; y a su vez... Bueno, ustedes tienen
para seguir detallando el tema hasta el infinito. 
Lamentablemente, para las pretensiones universalistas de la religión, Dios
es uno  y  tiene un  solo Cuerpo, obviamente.  En  el  cristianismo  todos  los
caminos no llevan a Roma. No solo no llevan a Roma, que perecerá bajo la
muy próxima Venida de Dios,  sino que no hay  tal  cosa  como:  "todos  los
caminos..." Pues, así como hay un solo Dios y un solo Cuerpo, así también
hay  un  solo  camino,  y  se  llama  Jesucristo.  Y  una  sola  puerta.  Y  muy
estrecha,  no  apta  para  religiones  multitudinarias,  ni  esa  Puerta  ni  ese
Camino: pocos, pocos son quienes  encuentran esa Puerta y ese Camino. Y
entiéndase de que se refiere a pocas personas, a pocos  individuos, no se
refiere a pocas  religiones; y quiénes hallen a ese Camino y a esa Puerta,
por muy torpes que sean, no se extraviarán.
Frente a estas certezas ampliamente legitimadas, podemos convocarnos a
preguntarnos cabalmente: ¿cómo, entonces, podemos hablar de sentar al
cristianismo a una misma mesa con el Aparato Religioso, a discutir planes
de convivencia ecumenista y cristiana, como hace el Concejo Mundial de
Iglesias  protestantes  con  el  Vaticano...?  ¿A  qué...?  Es  tan  tirado  de  los
pelos  como ver a  Jesús  con  sus doce apóstoles  sentados  frente a Caifás,
Anás y todos los principales del Templo, conviniendo la proyección de una
convivencia fraternal y reconciliante. La relación Jesús-fariseos es el mejor
ejemplo. Incluso es Él, quién nos explica la división de las dos civilizaciones
que existen sobre el planeta:  los que estaban con Él, eran hijos e hijas de Dios;  los  que  estaban  parapetados  en  el  Templo  (la  iglesia,  el  Aparato
Religioso organizado y reconocido por el Estado), eran hijos de su padre el
diablo.  Punto.  Aunque  seguramente  habrá  más  de  algún  exégeta  que
discuta  que  tal  vez  el  texto  original  no  diga  así,  sin  embargo,  tampoco
tendrá  explicación  alguna  de  esa  ausencia  absoluta  de  voluntad  que
manifestó Cristo en favor de una coinonía o encuentro fraterno entre  los
fariseos  y  los  suyos,  como  tampoco  pueden  explicar  de  otra  manera
teológica, por qué  insultó tanto a  los funcionarios del Templo, si Él era  la
manifestación plena del amor de Dios y el Salvador de todos los hombres.
¿Todos...?  No  hay  evidencia  bíblica  que  vino  directamente  a  salvar
primeramente  los  funcionarios  y  militantes  del  Templo:  no  vendrá
directamente  a  iglesia  alguna  cuando  ocurra  su  venida.  Aun  eso  es
parcializado  en  Plan  soberano  de  Dios:  "Todo  lo  que  el  Padre  me  da,
vendrá a mí. Y el que a mí viene, no le echo fuera." Juan 6:37. Hasta en eso
es opuesto a la iglesia oficial, Jesús no podía echar fuera a ninguno de los
que  venía  a  Él,  porque  no  olvidaba  ni  por  un  instante  que  era  el  Padre
quién  se  los enviaba.  La  iglesia organizada bajo el  rótulo de  cristianismo
occidental-oriental-católica-protestante,  es  tan  solo  una  ramera
inquietante,  viciosa  y  peligrosa,  que  no  solo  ha  expulsado  a millones  de
personas que acudieron a ella, sino que  los ha aniquilado  físicamente sin
importarle si los enviaba Dios o no. ¿Por qué...? Porque ella también sabe
cómo  se  divide  el  mundo.  Y  sabe,  que  en  esa  única  división  que  Dios
reconoce  y  practica  sobre  la  tierra,  ella  está  del  otro  lado.  Y  a  eso,  la
historia  lo  demuestra  claramente:  nunca  los  calabozos  de  la  Inquisición
estuvieron  repletos de  papas,  cardenales,  obispos,  sacerdotes, monjas  o
curas  comunes:  estaban  repletos  de  creyentes  sinceros,  genuinos  y
anónimos, en casi mayoría absoluta de todos  los casos. Y nunca  la  iglesia
Protestante ha hecho un mea culpa y un saneo general de sus chiqueros
religiosos, expulsando por decenas o  centenas, o por miles a  todos esos
pastores  dominantes,  tiranos,  codiciosos,  violadores,  estafadores,
impiadosos,  crueles,  mentirosos,  aristocráticos  y  millonarios  que  han
pervertido y pervierten el cristianismo por toda la tierra: esta bruja idiota,
dominante, de pésimo carácter llamada la iglesia,  siempre se ensañó con
los  humildes,  con  los  espirituales,  con  la  gente  de  buen  testimonio,
siempre  atacó  a  la  estirpe  de  los  hijos  e  hijas  de  Dios,  siempre  asesinó
ungidos de Su Nombre.
El paisaje es  claro, no  solo no hay afiatamiento entre ambas  tendencias,
sino  que  obedecen  a  direcciones  opuestas:  unos  van  a  la  iglesia
exultantes, presurosos, importantes y prósperos, arrastrando a su familias
dos  o  tres  veces  a  la  semana;  y  los  otros,  todos  los  días  de  su  vida  se levantan  para  proseguir  su  dificultosa,  pero  irrenunciable  y  poderosa
marcha hacia el Reino. El Reino de ellos, donde mora  su Padre y que  les
pertenece naturalmente por su legítima condición de hijos e hijas.
Nótese  que  Pablo,  en  su  epístola  a  los  Efesios,  no  dice  que  la  creación
entera gime por la aparición de los hijos de la iglesia o la aparición de los
hijos  de  la  religión:  es  por  la  aparición  de  los  hijos  e  hijas  de  Dios  que
gime. Ni aun los apóstoles perdieron la noción del ser cristiano: ¿Yo soy de
Pablo? ¿Yo soy de Cefas?.... ¿Acaso está dividido Cristo...? 1 Cor. 3:4. No se
perdían, no se subdividían, no se sectarizaban, no se denominaban.
Preguntará algún distraído, ¿y qué se puede hacer ahora que ya está todo
dividido en miles de  iglesias,  sectas y cultos diferentes...? Nada. ¿Qué  se
puede  hacer...?  La  iglesia  organizada  e  instituida  jamás  fue  parte  del
cristianismo. No  hay  nada  que  hacer.  La  iglesia  oficial  es  al  cristianismo
como  lo  fue  el  Templo  y  sus  funcionarios  a  Jesús  y  los  suyos: Nada. No
quedaría  piedra  sobre  piedra.  Jesús  no  venía  a  salvar  al  Templo  y  su
complicado,  culto  y  aristocrático  aparato  religioso.  Los  cristianos  ni
siquiera  se  plantean  esas  cosas  organizacionales  eclesiásticas. Nunca  ha
sido un punto de preocupación para ellos. Y si alguna vez se  involucraron
con el sistema religioso, ya salieron. Y si quedan todavía algunos elegidos
dando tumbos al interior del Aparato Eclesiástico, ¿cuál es el drama...? Ya
saldrán:  "¡Todo  lo  que  el  Padre me  ha  dado,  vendrá  a mí....Ninguno  los
arrebatará  de  mi  mano...!"  No  da  para  una  preocupación  masiva
internacional  al  respecto.  No  da  la  para  la  práctica  de  una  nueva  y
moderna, y más "espiritual" cruzada "cristiana" en pos de la liberación del
posible  Remanente  cautivo  en  la  Babilonia  eclesiástica:  el  Dios  del
cristianismo está llamando a salir fuera, ese es el mensaje  apocalíptico de
esta etapa de la fe hoy en día. Y sus ministros, ya del otro lado del sistema,
afuera,  con  Él,  se  preparan  para ministrar  a  todos  los  que  el  Padre  les
envíe. Es simple. No es cosa organizacional, no es cuestión de comandos
ecumenistas  pacifistas  que  hagan  de  intermediarios  entre  la  religión
enajenante  y  cautivadora  y  los  hermanos  de  las  "víctimas"  aun
secuestradas  en  su  Aparato  religioso.  Es  cuestión  de  oír.  Los  que  son,
oirán.  Indefectiblemente.  De  los  otros...Dios  tenga  misericordia.  Son
dignos de  lástima. Sus aspiraciones "espirituales" enmohecen y  se  llenan
de  hongos  en  la  humedad  de  sus  instituciones  eclesiásticas.  Su  paraíso
empieza  y  termina  entre  las  cuatro  paredes  de  sus  templos,  la
"prosperidad"  económica  que  les  proporciona  la  religión  es  su
"bienaventuranza".  Lo  tienen  todo  en  su  edificio  eclesiástico,  incluso  un
lugar  de  preeminencia  en  todos  los  reinos  de  este  mundo.  Inclusive,
parcelaron  todo,  cada  ciudad  repartida  en  jurisdicciones  religiosas, apoyados  jurídicamente  inclusive: Ud. no puede poner  su  iglesia a  la par
de otra, debe guardar de 50 a 100 metros de distancia de la otra. Así sean
pastores muy buenos hermanos entre sí (cosa rara que no se da nunca) Y
así sea que usted ofrezca el cristianismo y el ya instalado algo tan opuesto
y distinto como  lo es una  religión oficial. Eso  lo he vivido personalmente
unas cuantas veces. Sin ir más lejos, cuando acepté trabajar un tiempo con
los creyentes del Ecuador, en Santo Domingo de Los Tsáchilas, apareció un
mocoso que pastoreaba un tabernáculo, alarmado porque nos estábamos
estableciendo en el mismo barrio de la ex iglesia de mis congregantes. Los
hermanos me  comentaron  la  "preocupación"  y  los  "reclamos"  del  joven
ministro. "¿Qué tiene que ver conmigo...?" Les respondí, "...yo vendo una
pomada  distinta.  Lo mío  no  tiene  nada  que  ver  con  lo  que  vende  él. Ni
siquiera  soy  competencia..."  Nos  reímos  todos.  Competencia  o  no,  lo
cierto  es  que  se  compraron  la  ley  y  el  apoyo  del  Estado  entregando
desvergonzadamente sus sucios traseros religiosos, practicando su ya muy
viciosa  y  descarada profesión  de  prostitutas  eclesiásticas.  Son  dignos  de
lástima.  La  que  se  les  viene  es  grande.  Dios  quiera  darles  que  se
arrepientan  de  tanto  status  oficialista,  tanto  poder  jurídico,  de  tanta
soberanía religiosa. Si es una cosa terrible en esta vida presenciar cuando
una persona es torturada o asesinada, frente a nuestros propios ojos, cuán
más terrible será ver a un ser humano religioso, próspero, elegante y lleno
de  títulos  teológicos  recibiendo  su  castigo  y  siendo  llevado  a  los  gritos
hacia un infierno infra humano, hacia un infierno creado con proporciones
supra  humanas,  pensado  como  castigo  hecho  a  la  medida  de  un  ser
altamente  poderoso  como  lo  fue  satanás,  el  diablo  y  sus  ángeles,  claro.
Terrible ver caer allí a una persona, a un ser humano religioso. Son dignos
de lástima.
No, viejo querido, no hay, no existe, no se proveerá punto de encuentro,
la división es clara: el orbe es el escenario de la complicada convivencia de
dos  civilizaciones distintas, una acampa bajo el  techo  seguro  y  sólido de
sus  iglesias y  la otra, acampa en el  transitorio Campamento de Dios y el
ángel de la Deidad los protege, los defiende y va delante de ellos. Caerán
mil  y  diez mil  intentos mal  agestados  de  la  religión  contra  ellos, mas  a
ellos, no  llegarán. Ese campamento es  indestructible. A  la organización  le
pones un poderoso explosivo y ya está, todos quedan sin refugio religioso.
El Campamento del ángel de la Deidad es inexpugnable. Los otros irán a la
iglesia.  "Y  el  que  a mí  viene,  no  le  echo  fuera,  a  las  tinieblas  de  afuera,
donde  es  el  lloro  y  el  crujir  de  dientes..."  Los  que  entran  al  reino,  serán
trasladados  con  todo  y  Reino  a  estar  siempre  con  el  Señor.  El  imperio
eclesiástico  de  la  otra  civilización,  perecerá  calcinado  con  todos  sus jerarcas y  súbditos en ese momento histórico, que ya ningún historiador
escribirá para la posteridad. Este es el último de los procesos históricos del
señorío   de  la  religión  sobre  los hombres y  los  reinos de este mundo. Se
viene a pasos precipitados el "Nuevo Orden Mundial". No habrá ya más tal
cosa  como  "cristianismo"  de  izquierda,  "cristianismo"  democrático,
"cristianismo" occidental, "cristianismo" de oriente, "cristianismo" católico
o  "cristianismo"  protestante;  o  "cristianismo"  de  jerarca  titulado
oficialmente contra "cristianismo" de ministro no académico y proletario...
Nada de toda esa basura dogmática, sectaria, filosófica, política, religiosa y
hasta  fascista  y  reaccionaria,  anti  humanista  y  anticristo  en  que  se  ha
transformado esta especie de "cristianismo" maquiavélico y kafkiano, a la
imagen  y  semejanza  de  una  cruza  de  Frankestein  con  Hombre  Lobo  y
satanismo  que  organizaron  los  primeros  traidores  que  se  sentaron  a
negociar  con Constantino la mutación de la fe en religión, acorde con los
"nuevos  tiempos"  políticos  que  corrían  por  el  orbe  aquél  tiempo.  Ese
"cristianismo" eclesiástico-estatal de ellos. Porque el cristianismo del Dios
Viviente,  cuya  cabeza  es  Cristo,  cuyo  cuerpo  son  los  santos  y  las  santas
que se congregan en su Nombre por la tierra y cuyo espíritu de vida es el
Espíritu  Santo  que  inició  todo  en  Pentecostés,  siguió  inalterable  su
marcha.  La  evidencia  comparativa  es  histórica:  sólo  uno  traicionó  al
Mesías amado, los otros, pese al miedo y a la crisis traumática que desató
el secuestro, el  flagelo y  la ejecución de  Jesucristo, permanecieron  leales
al espíritu del nazareno y a la Comisión.
Siempre  fué  así:  300  obispos  traicionaron  al  cristianismo  original,
mostrando su ascendencia satánica: "...Hijos de vuestro padre, el diablo..."
Y  emprendieron  la  fabricación  de  su  modelito  religioso  universal.  Los
otros,  los  más  de  68  millones  que  reconoce  el  mismo  martirologio
romano,  fueron  fieles  a  Su  Nombre  y  a  Su  Fe,  aun  haciéndose  carne  y
huesos  de  leones  y  fieras,  leños  de  las  hogueras  aberrantes,  ovejas  y
corderos de las estacas ignominiosas y los ratoncillos de indias de las más
inimaginables torturas y métodos de martirio que  idearon  los otros... Los
de la otra civilización, los que decidieron que la gente con clase, educación
y reconocimiento estatal, como ellos, debían tener un edificio sacro, para
ir a la iglesia como la "gente". Cada vez que practicaban una ceremonia de
hoguera, una decapitación, un descuartizamiento de los "otros", esos que
no quisieron renunciar a su ordinario y bárbaro peregrinaje hacia un Reino
que estaba muy, muy lejos en algún lugar del cielo, agotados y estresados
de tanto esfuerzo por hacer cumplir la ley de su dios contra tanto hereje y
subversivo  cristiano,  volvían  a  su  plácidas  vidas  dominicales  de  iglesia,
como  volvieron  al  Templo,  cortina  rasgada  y  todo  eso,  los  fariseos, escribas y saduceos que estuvieron burlándose e increpando a Jesús, al pie
de  la  horrenda  cruz,  hasta  que  entregó  Su  Espíritu. Mientras  tanto,  los
ejecutados:  ¡Entraban  al  Reino!  Siempre  fue  así.  En  el  "Nuevo  Orden
Mundial" no habrá religión alguna que cometa estos "excesos" históricos,
que  después,  a  los  miles  de  años  de  ocurridos  y  cometidos,  intenta
"superarlos",  con  un  pedido  de  perdón  vía  satélite,  por  la  internet  y  la
televisión. Porque no habrá otra expresión  religiosa, pues en el Reino de
Dios  no  existirá  tal  cosa  tan  inocua  e  incoherente  como  "una  religión
oficial" del  Estado. Así  como nos  estampillaron  el  "cristianismo"  católico
oficial  en  nuestras  repúblicas  latinoamericanas,  los  que  "llegaron
primero".
Y este es un buen desafío también para los “tele poderosos” (respétenme,
por  favor,  este  neologismo,  eh?)  profetas millonarios:  ninguno  de  ellos
puede profetizar cual será siquiera la iglesia que representará oficialmente
al  cristianismo  organizado  en  el Milenio.  Porque  ninguna  expresión  de
cristianismo  organizado  pasará  a  salvo  por  la  gran  tribulación  que
antecederá  a  la  inauguración  de  los  últimos  mil  años  de  apacibilidad
terrenal.  Sería  lindo  ver  a  toda  la  comunidad  de  teólogos,  exégetas  y
escolásticos  investigando  a  la  Biblia,  en  griego,  hebreo,  arameo,  latín  y
jerigonzo,  rastreando  una  señal  profética  que  señale  que  alguna
institución cristiana de tradición nos reunirá bajo su letrero centenario en
los días del Milenio. Sería hasta algo tan jocoso como Elías agarrando para
la  joda a  los sacerdotes de Baal, ver cómo  los tele poderosos profetas de
saco  y  corbata  intentan  ensayos  de  profecía  gritona,  tratando  de
convencernos  del  futuro  oficialismo  religioso  que  protagonizarán  en  el
Nuevo  Orden  Mundial.  No  tienen  esa  profecía  y  no  tienen  ni  la  más
remota idea de cuál será la iglesia organizada que sobrevivirá a los juicios
del  Dios  de  la  Única  Iglesia,  por  esa  razón  bien  simple  que  vengo
destacando  desde  el  inicio  de  este  capítulo:  no  se  trata  de  iglesias  y
aparatos  religiosos,  se  trata  de  seres  humanos,  personas,  hombres  y
mujeres.  Porque  el  mundo  está  dividido  así:  hijos  de  Dios  e  hijos  del
diablo. No se divide en iglesias y masas humanas que van o no a la iglesia.
Esto  tan  simple  es  muy  difícil  de  comprender  para  el  modelo  de
cristianismo organizado como religión oficial en el mundo "occidental". Es
natural  tal  incomprensión,  son  expresiones  religiosas  del  otro  dios.  Sus
consignas  son otras,  sus emblemas  son otros,  su paraíso es esta  tierra Y
hacen  largas  peregrinaciones,  y  largas  sesiones  de  ayuno  y  oración
eclesiásticos,  incluso,  unidos  internacionalmente  por  cadenas  de  radio,
televisión  e  internet.  Aparte  del  día  del  "cumple"  de  Jesús,  el  25  de
diciembre, han  instituido el día mundial de Jesús y en esa fecha todas  las iglesias protestantes y todos los organismos ecumenistas, sacan a toda su
gente a  las calles del mundo, a  la misma hora cuando el horario global  lo
permite, y hacen una  larga marcha militante,  con pancartas y emblemas
alusivos al tema. Todo esto, para que su dios salve este mundo que tanto
aman, santifique este mundo que aman  tanto, haga "mejor" este mundo
que aman hasta el devaneo  religioso y que  se  repartieron  tan bien y  tan
"espiritualmente".  Pero,  empero,  sin  embargo  y  no  obstante...  el  Jesús
que  nombran  como  ese  dios  que  habita  al  interior  de  cada  una  de  sus
iglesias  nominales  en  el  mundo  entero,  era  un  empedernido
divisionista:"¡Mi  reino no  es de  este mundo...!"  Juan  18:36.    Todavía más:
"...confiad, yo he vencido al mundo."    Juan 16:33. Y más aún:  "No  sois del
mundo,  yo  os  elegí  del  mundo..."  Juan  15:19.  Eso  es  categórico  e
irreversible, y no es reinterpretable; y no tiene nada de teológico. Y como
son palabras de  Jesucristo mismo,  la  absoluta Deidad  indiscutiblemente,
no son sus palabras materia de debate eclesiástico, aunque la teología no
tiene pelos en el lomo para nada y hace y deshace con las Escrituras, como
si estas  fuesen un mero ejemplar  religioso  literario.  "Yo no  vine a meter
paz,  sino  espada...Porque  el  padre  se  levantará  contra  el  hijo...  y  los
enemigos del hombre, serán  los de su casa" Mateo 10:34 y 36. No sé cómo
nos explicarán  tales  sentencias de  Jesús  los exégetas profesionales de  la
iglesia oficial. Y no    cómo nos pueden explicar al  Jesús que padece en
Getsemaní, horas antes de su inmolación, cuando ora en el huerto mítico
al Padre: "...no ruego por el mundo, sino, por  los que me diste”.  Juan 17:9.
Yo no sé qué ven los teólogos allí, pero yo veo que ruega por personas, no
leo que se suplica por las iglesias del mundo, por las religiones, ni siquiera
por el Templo de la nación judía. Interpreto que se trata de personas, que
son expresamente mencionadas en muchos párrafos de este  capítulo 17
de  Juan:  "He manifestado  tu Nombre  (no  "tu  religión ni  tu  iglesia") a  los
hombres que del mundo me diste. ¡Ojo!: no a los hombres del mundo, sino
dice que "a  los hombres que del mundo me diste". Nada de rogativas por
el mundo en sí mismo tampoco, cosa rara y totalmente contradictoria con
la actitud y discurso pro salvación del mundo de  la  iglesia oficial. Encima,
es  un  ruego  direccionado  a  una  condición  de  unidad  muy,  pero  muy
distinta  y  contrapuesta  a  la  que  aspiran  los  líderes  religiosos  de  este
mundo: ellos quieren al hombre unificado bajo  los signos eclesiásticos de
sus aparatos religiosos, el Señor Jesús los quería y los pedía en unidad con
Él, así tal cual como Él era y es uno con el Padre, "… perfectos en unidad..." 
Juan  17:23.  Y  no  es  el  aparato  eclesiástico  una  perfección  en  sí mismo  ni
algo  que  perfeccione  a  nadie.  Estas  palabras    de  la  oración    célebre  de
Jesucristo son incluso una oposición semántica y gramática al discurso del Aparato religioso protestante.  Imposibilitados de visión cristiana genuina,
no comprenden el, digamos, pro humanismo intrínseco y recalcitrante del
mensaje e  ideal de  Jesucristo,  la  imagen del Dios  invisible  (El que me ha
visto a mí, ha visto al Padre. Él es la imagen del Dios Invisible). Él no quería
verse  unido  a  Aparato  Religioso  alguno,  ni  se  mostró  unido  a  los
funcionarios  del  templo  ni  intentó  la  unidad  de  sus  discípulos  con  el
Templo. Su petición postrera, en aquél momento decisivo y determinante,
apuntaba a una unidad entre seres vivientes, la unidad de Él y el Padre con
los suyos. Esa es una unidad de niveles superiores, muy alta, una unidad
que  realmente  dignifica  al  hombre.  No  hay  Aparato  Religioso  que
dignifique a los hombres. Y mucho menos, no existe Aparato Religioso que
una  o  que  haya  unido  jamás  a  hombre  o mujer  algunos  con  la  Deidad.
Nadie se une a Dios a través de la religión organizada. Es al revés, la iglesia
organizada asesina a quiénes manifiestan sus aspiraciones de unidad con
Dios  por  sobre  ella  y  a  quiénes  efectivamente  son,  Espíritu  Santo
mediante,  una  unidad  con  Dios.  La  religión  ha  castigado  y  martirizado
milenariamente  al  hombre  y  la  mujer  afines  con  Dios.  Ese  mismo  ser
humano que Dios hiciera y escogiera y que ellos retienen con amenazas de
infierno  y perdiciones que quedaron  anuladas  en  la  cruz.  Ese mismo  ser
humano  que  están  saqueando  económicamente  con  el  cuento  delirante
del "cristianismo" occidental y denominacional, encebado con el Estado.
Incoherentes,  dementes,  delirantes,  anti  humanos  y  anticristos,  los
Aparatos religiosos son incapaces de comprender y aceptar a estas alturas
que  se  trata de hijos e hijas de Dios, e hijos e hijas del diablo. Los unos,
van eufóricamente a la iglesia y los otros van andando y llorando rumbo al
Reino.  Ninguno  se  extraviará  del  Reino,  por  muy  torpe  que  sea.  En  la
puerta de ese Reino, no  les espera un gordinflón de  traje y corbata, con
maletincito  negro  o  marrón  y  una  religiosa  sonrisa  comercial  de
expectativa  de  diezmos  y  ofrendas,  esperándolos  para  "amenazarlos  de
cielo  y  de  infierno",  como  cantaba  Quelentaro,  sino,  que  los  espera  el
Padre mismo, y no para saquearlos y aterrorizarlos, sino, para consolarlos
personalmente, para enjugarles  las  lágrimas del penoso camino a casa, y
para invitarlos solícito y amoroso: "Ven, buen siervo, sobre poco fuiste fiel,
sobre  mucho  te  pondré  (je,  prosperidad  genuina  de  Dios  y  en  pleno
Reino...¡y  para  toda  la  eternidad...!)  ¡Entra  en  el  gozo  de  tu  Señor...!"
Como para gritar un aleluya bien largo y atronador.
No  sé, pero debo estar  sufriendo problemas oftalmológicos, porque  sigo
viendo personas, al principio del plan de Salvación y al final de la odisea de
volver  a  la  Gloria.  No  veo  a  iglesias  denominacionales  en  la  Biblia
conteniendo, encabezando, representando y trasladando a los salvados al Hogar del Padre Celestial. Y sigo conceptuando a Dios como el máximo pro
humanista  de  todos  los  tiempos.  Me  cuesta  ver  letreros,  jerarquías  y
aparatos  religiosos  embanderados,  con  todo  y  alabanzas  rockeras  y
solemnidades  excluyentes,  ingresando  con  la  gloria  de  sus  status
prostitutos  al  Reino. Me  reconozco  ciego  de  esa  parte:  no  los  veo  por
ninguna  parte.  Pienso  en  ese  pastorcito  treintañero  de  Pereira,  en
Colombia, que circula por  las calles pereiranas con un séquito de guardas
armados hasta  los dientes y que no concede entrevistas a  los miserables
que asisten por miles a sus reuniones de evangelismo laodiceano de fin de
los  tiempos:  no  lo  veo  entrando  al  reino  con  esa  religiosa  exclusividad
elitista  y  no  veo  a  su  guardia  personal  escoltándolo  armados  hasta  los
dientes a su entrevista con Dios. Dicen que tiene que hacerlo así, porque
adinerado  como  lo  es,  gracias  al  saqueo  que  le  propina  a  sus  víctimas
religiosas, puede ser raptado por las peligrosas y ya características bandas
delincuenciales de Colombia, las Farc incluidas. Eso es fácil de evitar, basta
que  se haga  cargo de  las palabras de  Jesús:  "Vende  todo  lo que  tienes y
repártelo entre  los pobres..." Je. No pueden, no quieren, no comprenden.
Juran de panza que están bendecidos económicamente por Dios. Jesús no
caminaba  así  por  Jerusalén.  Encima,  no  portaba  un  solo  peso:  tuvo  que
protagonizar  el  milagro  del  pescadito,  para  poder  pagar  un  impuesto.
¿Cómo nos  convencen  estos mamarrachos que  ese mismo  Jesús que no
manejaba un  centavo  los bendiga precisamente a ellos  con  tanto dinero
que  hasta  sus  vidas  son  puestas  en  peligro  de  secuestro  y  muerte?
¿Ministros de Dios? Contéstese usted mismo.
Mencionemos  algo  tan  o  más  categórico  respecto  a  la  división  de  las
civilizaciones  terrenas.  Acéptenme  esta  otra  muestra:  los  discípulos
mismos,  no  entendían  la  intensidad  casi  obsesiva  de  la  animosidad  de
Jesús  contra  los  fariseos,  escribas  y  saduceos  y  en  cierto  momento  le
preguntan  por  qué  a  ellos  les  hablaba  por  parábolas,  y  la  respuesta  de
Jesús es  innegablemente parcializada y excluyente: "Porque a vosotros es
dado  conocer  los misterios del Reino de  los  cielos, mas a ellos  (personas
también, seres humanos), no  les es dado. O sea, todo para ustedes, nada
para  ellos.  Por  eso  les  hablo  por  parábolas  (a  los  funcionarios
profesionales,  prósperos  y  altamente  educados  teológicamente  de  la
iglesia oficial de Jerusalén), para que viendo vean y no perciban; y oyendo
oigan  y  no  entiendan;  para  que  no  se  conviertan  (y  era  el  salvador  del
mundo hablando), y les sean perdonados sus pecados." Marcos 4:11, 12.
División  clara  y  categórica.  Esta  animosidad  no  ha  sido  corregida  con  el
tiempo,  porque  Él  no  es  hombre  para  que  se  arrepienta.  En  vano  el
ecumenismo  levanta banderas de unificación mundial  inter  religiosa, con el discurso de que es el propósito de Dios y la obligación fraternal de todo
aquél que  se hace  llamar hijo o hija de Dios. Dios  no quiere  a  los  suyos
unidos  al  Sistema  del  mundo.  Eso  es  un  verdadero  atentado  contra  la
soberanía  y  la  Deidad  en  pleno:  Él  quiere  a  los  suyos  separados  del
mundo,  los  quiere  separados  del  Aparato  Religioso,  porque  los  quiere
unidos  a  Él.  Así  oraba  en  Getsemaní.  Y  cualquiera  entiende  que  esa
oración no tenía ese carácter de anacronismo de todas las cosas viejas, no,
todos estamos claros que es una oración atemporal y vigente en cualquier
tiempo  sobre  la  tierra.  Luego,  sería  el  colmo  de  las  ignorancias
aristocráticas  que  los  teólogos  nos  insinuaran  que  probablemente  esa
oración  del  huerto  de  Los Olivos  no  fue  contestada...aunque  capaz  que
sí... ¡Ja, ja, ja...! Uno espera cualquier cosa de ellos.
El  paisaje  terrenal  eclesiástico  es  como  una  exposición  urbana  exótica, 
extraña.  Si  los  hijos  y  las  hijas  de  Dios  viviesen  fuera  del  planeta  y
decidieran viajar a la tierra a observar la civilización humana y sus credos y
costumbres,  ellos  observarían  con  ojos maravillados  de  turista  europeo
entre  las comunidades  indígenas de nuestro continente,  las costumbres y
usos religiosos de  los templos del "cristianismo" organizado que respalda
el  Estado.  Les  parecerían  expresiones  bien  sui  géneris,  desconocidas,
raras,  muy  rígidas,  tiránicas,  materialistas,  no  comprenderían  esa
decadente y hasta denigrante condición de una deidad de iglesia, sujeto a
las ordenanzas políticas y jurídicas de un estado ateo y evolucionista, que
enseña obligatoriamente en el sistema educativo universal que el hombre
desciende  del  mono.  Sonreirían  curiosos,  les  parecía  interesante  y
llamativo,  así  como  el  turista  primer mundista  comenta  el  culto  de  las
deidades  milenarias  de  nuestros  indígenas,  interesante,  interesante...Y
punto. No vas a decirle   un hijo o a una hija de Dios que Dios atiende a
algunos  en  la  iglesia  evangélica  y  a  otros  en  la  iglesia  católica.
Pongámonos serios.
Uno sufre una especie de vértigo cuando entra a esas gigantescas iglesias
millonarias  y  contempla  el  esplendor  que  coreografía  las  actividades
"ministeriales" de  los  funcionarios religiosos que se desplazan sobre esos
amplios  escenarios  del  "altar".  Uno  asiste  con  la  boca  abierta  a  la
auténtica aparición del capo di  tutti que pastorea,  rodeado de un manto
de exclusividad, inaccesible, aristocrático, con una imagen de intocabilidad
absoluta,  rodeado  de  un mini  ejército  de  subordinados  que  cumplen  la
función  de  "contener"  a  cuanto  pobre  infeliz  conmocionado  de  fervor
místico,  intente  tocar  al  "ungido",  porque,  señores,  el  "ungido"  de  los
últimos tiempos protestantes, es como la Copa: ¡Se mira, pero no se toca!
Porque acá hay más orden que en  las concentraciones de Jesucristo, que cualquiera lo tocaba, empujaba, apretujaba o pisoteaba. No, acá las cosas
son "ordenadas". Y, bueno, parece un espectáculo solemne, aun, a pesar
de que el "ungido" telepoderoso haga revolcarse a todos en el piso, con el
cuento  oficial  que  internacionalizaron  vía  satélite:  de  que  así  actúa  y
reacciona  una  persona  que  recibe  ¡...ta,  ta,  ta,  taaannn...!  el  Espíritu
Santo. Que pese a que se revuelquen o no, jamás serán dignos de tocar al
"ungido", no nos confundamos, porque los "jefes" continúan inaccesibles,
hasta del bolsillo, porque al bolsillo de ellos tampoco se toca, ¡no faltaba
más! No quiere decir que las revolcadas les hayan liberado de su condición
de chusma,  indignos de  tocar al "ungido" de  la  jefatura organizacional, o
que ese revolcón les haya levantado al nivel del status del "ministro". Por
favor,  no  confundir.    Eso  es  lo  que  la  Biblia  llama  nicolaísmo,  que  es  la
característica principal y oficial de todas las organizaciones protestantes y
católicas.
¿Cómo pues haremos convivencia fraternal con la religión cristianizada de
ellos?  A  nuestro  Jesús  lo  toqueteaba  cualquiera:  "¡Alguien  me  ha
tocado...!"  Lucas  8:46.  Ante  ese  reclamo  los  discípulos  sonrieron  como
hubiésemos sonreído cualquiera de nosotros, respondiéndole: "¡Señor,  la
multitud  entera  te apretuja  y  tú dices  ¡Alguien me ha  tocado!"  Lo había
tocado un mujercita que nunca hubiese podido  tocar a ninguno de estos
farsantes  mediáticos  millonarios  de  la  religión,  porque  enseguida  se
hubiera visto  rodeada e  impedida, no por una docena de neo apóstoles,
sino  por  una  veintena  de  pobres miserables  lame  botas  enajenados  de
pastores elitistas, a los cuáles si les tocas, les sale cualquier cosa, menos la
virtud,  esa  virtud  que  salió  del  Maestro,  no  solo  sanadora,  sino  que
primeramente  salvadora,  porque  los  pobres  miserables  que  arrastra  el
protestantismo de la farándula mediática podrán irse sanos, pero nadie se
va con la certeza de que también han sido salvos. Como salvaba esa virtud
que estremeció a Jesucristo, la imagen del Dios Viviente, el que era toda la
plenitud de  la Deidad manifestada en  carne. A eso vino a  la  tierra, a  ser
tocado por sus co-iguales que tenían destino de Gloria en su Reino. Pero,
estos  cristos  anticristos  mediáticos  de  la  televisión,  que  lideran  el
"cristianismo" protestante a nivel mundial, ¿Qué gloria  le pueden ofrecer
a  estos  pobres  infelices  que  jamás  podrán  tocarlos?  ¿Su  gloria
aristocrática...?  ¿Su  gloria  bancaria...?  ¿Esa  gloria  mediática  que  les  ha
permitido granjearse  la admiración,  la  fama y  los  favores de millones de
habitantes  en  el mundo  entero...?  Son  dignos  de  lástima.  Les  espera  el
más  desagradable  de  todos  sus  encuentros  internacionales.  El  Dios  que
hizo a los seres humanos no hizo ninguno de estos aparatos religiosos que
los ha convertido en dioses millonarios de los demás seres humanos, todo eso es un invento de ellos. Un gran "manto sagrado" de mentira, de la más
enajenante  y  perversa  mentira,  en  la  que  tal  vez  ellos  inocentemente
hacen  parte  de  víctima  también,  probablemente.  ¡Dios  querido,  son
dignos de lástima...!

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