lunes, 20 de septiembre de 2010

Hno Rafael Mendoza


 XVI

DIOS.

En el principio, creó Dios los cielos y la tierra.
Ahora el hombre es como uno de nosotros.
Génesis.

Dios, Dios de los espíritus de toda carne.
Libro de Números.

Yo dije: vosotros sois dioses, pero como hombres moriréis.
Salmo de Asaf.


De la historia universal del hombre, estamos bien enterados. Así, gracias a
la  ciencia,  también  estamos  enterados  de  la  ingeniería  biológica  del
hombre,  sobre  todo,  con  el  desarrollo  del  genoma  humano;  y  también
podemos  decir,  que  más  o  menos  se  conoce  bien  o  bastante  de  la
sicología de este ser humano. 
Nosotros, los llamados creacionistas, no tenemos dudas respecto al origen
del hombre. Estamos  claros,  seguros  y  totalmente  convencidos de alma,
espíritu  y  mente  que  el  hombre  proviene  de  Dios.  Eso  es  lo  que  lo
convierte  en  la  gran  maravilla  majestuosa  de  la  creación.  Los
evolucionistas  tienen  el  irresoluto  drama  del  eslabón  perdido  para
probarnos  con  certeza  científica  la  procedencia  de  "su"  hombre  y
apoyados  en  todos  los  cacharros  y  fósiles  que  amontonan  en  museos,
laboratorios  y  subterráneos,  y  en  todas  sus  cada  vez  más  cambiantes
hipótesis al respecto:  lo mismo decidieron publicar oficialmente que "su"
hombre  descendía  del mono. Haciéndose  trampas  ellos mismos,  porque
mantienen una deuda epistemológica de larga data con ellos mismos en la
cuestión  veracidad  y  elementos  probatorios  que  den  por  cierta  y
verdadera su teoría del mono humanizado. Es un problema de ellos, a mí,
y creo que al resto de los creacionistas, nos tiene sin cuidado el drama de
ellos. Para mí, y creo que para los demás que adscriben  esta tendencia ya
definida, todo está resuelto: el hombre fue creado por Dios, tal y como lo
conocemos. Y así es que está también clasificada la división de la humanidad, esa es la
real división de, usemos el  término de  los evolucionistas,  las especies: el
hombre  animal  y  el  hombre  espiritual.  Los  que  creen  descender  del
macaco  están  felices  de  su  procedencia  animal  originaria  y  nosotros,
estamos más que alegres, nos regocijamos en el conocimiento revelado de
ser hijos  e hijas de Dios, pensados  en  el principio,  en  la mente de Dios,
para  llegar  a  ser  lo  que  somos.  Sin  embargo,  en  base  a  la  división
insoslayable mencionada, para ser justos, ambas propuestas tienen razón:
hay  una  civilización  que  evidentemente  desciende  de  Dios  y  otra  que
desciende  de...  Bueno,  no  del mono,  precisamente,  ni  del  bagre,  como
propone  una  damita  evolucionista  que  tiene  de  cabeza  a  los  que
defienden al mono como su ancestro original, otro es el bicho que ha sido
el progenitor de  la otra especie, de  la civilización animal, digamos. Así no
se ofende nadie, pues ellos mismos clasificaron al hombre en la especie de
los animales. Hablar del animalito que dio  inicio a  la otra civilización nos
gastaría un par de libros completos, pero si nos remitimos al episodio del
Edén,  tendrán  ustedes  una  pista;  y  si  pueden  notarlo,  se  explicarán  de
paso por qué es que el eslabón perdido de los evolucionistas no aparecerá
jamás. ¿Les doy una pista? Buscan mal en el macaco. Punto. De hecho, las
cosas que no aparecen se deben exclusivamente a que se busca mal y en
lugar equivocado o  inexacto,  como  cuando  se  te  cae una moneda en un
rincón oscuro y vas a buscarla a  la esquina que  tiene  luz,  sin  traer  la  luz
que tienes más allá al lugar donde cayó la moneda. Algo así.
Palabras más, cacharros menos y fósiles al margen, de una u otra manera,
en general, todos conocemos una buena parte de la historia del hombre y
su procedencia. Pero, de Dios, los orígenes de Dios, la historia biológica de
Dios,  su  Genoma,  de  su  conformación  sicológica:  nada,  no  sabemos
absolutamente  nada. No  tenemos  una  biografía  concreta  y  acertada  de
Dios.  Tan  así,  que  hasta  en  medio  de  los  creyentes  de  Dios  hay
controversias  irreconciliables al respecto, extensas e  intensas discusiones
a cómo es, como se llama, cómo se manifiesta, cómo se aparece, es único,
es  tres  personas  simultáneas,  es  rubio,  es  viejo,  es malo,  es  celoso,  es
misericordioso, va a  la  iglesia, está encerrado en  la  iglesia, es evangélico,
es  católico,  vive  en  las  iglesias  de  los  ricos,  vive  en  las  iglesias  de  los
pobres, habla en inglés, habla en hebreo, habla en latín, es rubio y de ojos
azules, es moreno, esta crucificado en  la  iglesia católica,  lo tienen dentro
de la iglesia evangélica, atiende en Estados Unidos, atiende en el Vaticano,
es  revolucionario, es  rockero, estuvo en América, murió en  la  India, etc.
Tan poca información tenemos de Dios que el desconcierto y la confusión
al respecto se han tornado en un debate Per sécula en el seno de todas las expresiones  eclesiásticas  que  levantan  el  tema  de  Dios  como  ícono  y
bandera  de  lucha.  El  mismo  discurso  de  los  ateos  contra  Dios  es  una
reverenda  incoherencia, porque  contradice  sus propias  reglas  y posturas
científicas, porque  si  reclaman que Dios es algo que no ha  sido probado
científicamente  como  existente,  ¿a  qué  hacer  tanto  gasto  filosófico,
profesional,  técnico  y  lingüístico  en  combatir  un  algo  que  para  ellos  no
existe? Lo único que tienen los ateos es una base eclesiástica para rebatir
a Dios y eso ya es más bajo que la incoherencia y la incongruencia en tipos
tan inteligentes y cultivados como ellos. Tan incoherente y delirante como
la  jerarquía  religiosa que  sostiene ante el mundo entero que Dios habita
en sus  iglesias denominacionales, sin nada de Dios y con  la  falta  total de
un solo texto bíblico para probarlo, o que les dé la razón. 
El  ateísmo,  en  su  mayoría  -y  con  ellos  como  cabeza  notable,  mister
Sigmund  Freud-,  asevera  que  Dios  es  una  invención  del  hombre,  del
hombre débil, que necesita algo de qué aferrarse para soportar el peso de
la  existencia,  para  llenar  sus  vacíos  e  interrogantes  sin  respuesta  a  esas
educadas  dudas  que  le  crea  el  hombre  mismo  con  sus  razonamientos
educados  y  filosóficos. Una  deidad  que  les  explique  lo  inexplicable  y  les
cubra de  todos  sus  temores  internos y  todos  los horrores externos, esos
mismos  horrores  que  le  causa  el  mismo  hermano  hombre.  Otros
investigadores enseñan y se empeñan en demostrar que  la magia  trajo a
escena  no  una,  si  no,  muchas  deidades.  Mientras  más  deidades,  más
cubierto y protegido el  individuo, y más apuntalado en su odisea azarosa
de vivir.
Nosotros, solo tenemos la Biblia para dar fe fehaciente de la existencia de
Dios. La Biblia es la única herramienta veraz que tenemos para probarle a
la  humanidad  toda,  científicos  incluidos,  que  Dios  es  real,  veraz  y  que
certeramente existe. O sea, en lenguaje expresado según el empleado por
la  ciencia:  nuestra  prueba  satisfactoriamente  "epistemológica"  de  la
existencia cierta de Dios, es  la Biblia. Ellos esperan, carbono 14 en mano,
una evidencia física o material para determinar la identidad y la existencia
de Dios; nosotros, Biblia en mano, podemos probar sin discusión relevante
alguna  su  existencia  real,  y  aun:  presentar  testigos  directos,  y  con  eso
zanjamos abrumadoramente  la  cuestión. Porque, para empezar,  la Biblia
ha logrado ser reconocida como un libro auténtico, coherente y veraz. Los
eventos  que  narra  son  comprobadamente  reales,  las  generaciones
humanas  que  describe,  existieron;  los  escenarios  geográficos  donde  se
desarrollan  sus narraciones, existen positivamente,  tal  cual  son descritos
en  ella;  la  historia  Vetero  y  Neo  testamentaria  que  nos  relata  es
comprobadamente  cierta  de  manera  absoluta  e  irrefutable.  Entonces, ¿por  qué  no  creen  en  el  Dios  que  presenta  en  medio  de  toda  esa
magnífica exposición veraz de hechos, personajes centrales y secundarios,
situaciones históricas, geografía y arqueología bíblica? La ciencia no tiene
elementos científicos para probarnos de manera efectiva y definitiva que
la  Biblia  es  un  libro  mitológico  y  ficcional,  como  lo  es  el  libro  de  los
mormones, por ejemplo. No, porque la Biblia a estas alturas resistió todas
las pruebas del tiempo y de hecho, es más comprobadamente veraz que el
mismísimo  cuento  del  eslabón  perdido  que  no  les  permite  concluir
definitivamente  que  efectivamente  el  hombre  desciende  del  mono.  La
Biblia  no  tiene  ese  problema.  Pues  incluso,  en  medio  de  los  Vedas,  el
Corán,  las  enseñanzas  de  Buda,  los  escritos  de  Confucio  y  toda  la
bibliografía de la filosofía  universal, la Biblia luce más sólida y consistente
que  todos  ellos,  con mayor  autenticidad,  hasta  con  evidencias  de  haber
sido plagiada y usada de fuente, en el mejor de  los casos, de todos estos
libros  humano-religioso-filosóficos  mencionados  y  que  patrocinan  los
credos mayoritarios de  la tierra. Más aun: estos mismos  libros y profetas
mencionados  en  ellos,  reconocen  que  el  mayor  profeta  de  todos  los
tiempos  es  Jesucristo,  por  sobre  Moisés,  por  sobre  Mazda,  por  sobre
Zoroastro, por sobre Buda, etc. ¿Por qué entonces Dios no es reconocido
plenamente  como  una  existencia  real  y  veraz  por  ateos,  científicos  y
religiosos?
¿Incluí  la  religión  en  el  listado  de  los  incrédulos  de  Su  Existencia?  Claro
que sí: porque indefectiblemente son los menos que creen en la Divinidad
y su eterna existencia. Si creyesen, no hubieran levantado jamás altares a
otras deidades,  jamás hubiesen negociado  con  el hombre  la  santidad,  la
dignidad,  la  voluntad  y  la  Palabra  de  Dios;  nunca  hubiesen  poblado  el
planeta de  tantas agencias dogmáticas y apóstatas  llamadas  iglesias, que
venden bajo condenas de infierno y castigos divinos el falso cuento de que
este  Dios  existente  y  viviente  habita  en  sus  tugurios  religiosos  y
denominacionales.  Y  nunca,  nunca  hubiesen  practicado  tantos  horrores
genocidas en contra del ser humano imponiendo el falso credo teológico y
organizacional  de  sus  religiones  protestantes  sometidas  al  poder  estatal
de sus respectivas naciones.
¿Por  qué  no  creen  en  Dios  ni  la  ciencia,  ni  el  arte,  ni  la  filosofía,  ni  la
religión? Porque no depende de ellos. Dios no se descubre mediante una
costosa expedición en su busca más allá de  las estrellas. El hombre no ha
explorado ni la octava parte de la galaxia, no tiene tiempo ni medios para
ir en expedición en busca del lugar donde vive Dios. Dios no es hallado en
meticulosas  y  exhaustivas  investigaciones  por  los  más  rancios  y
tradicionales edificios dedicados a la religión denominada cristiana. No es hallado  esculpiendo,  pintando,  escribiendo  o  cantando  las  mejores
creaciones de alabanzas,  rituales e imágenes religiosas en su honor. No se
encuentra  con el hombre porque éste  le ofrezca  lo mejor en  ingenierías
edilicias como  templos, capillas, catedrales o  sencillos y  sobrios edificios,
intentando "rescatar" y "unir" a  la humanidad con Dios a través de ellos.
Ni  la arqueología cristiana, ni  la antropología cristiana ni  la más brillante
exposición teológica de todos los tiempos lograrán jamás dar a conocer la
naturaleza y condición de Dios a nadie.
Dios,  ese  indiscutible  existente  sempiterno,  está  velado  para  toda  la
humanidad: es Dios, es la Suprema Deidad, es el Único Dios verdadero (los
otros  son  mitológicos,  inventados,  no  existen  otros  dioses  en  mayor  o
menor  condición  de  divinidad  y  con  poderes  distintos),  Él  es  el  que
siempre  fue.  El  Absoluto,  no  tiene  lucha  contra  ningún  otro  dios,  como
luchan  las  religiones aquí, esa  lucha demencial  con no    cuantos dioses
de no sé cuántas mitologías y cosmogonías ficticias habidas y por haber. Es
el  Todopoderoso,  el  Omnipotente,  el  Omnisciente.  Y  en  esa  condición
única y absoluta es Él quien elije a quien se da a conocer. "Fui hallado de
los que no me buscaban."  Isaías 65:1. Sentenció. El medio por el cual se da
a  conocer,  es  lo  que  ha  venido  a  ser  la  columna  vertebral  de  la  Única
Iglesia del Único Dios  Vivo y Verdadero, ese medio se llama La Revelación.
Y  como  ya  expliqué  en  un  capítulo  anterior,  la  Revelación  tiene  una
característica  propia,  inmutable  y  no  rectificable:  ni  carne  ni  sangre
pueden  transmitirla:  solo  el  Padre  que  está  en  los  cielos.  Atrapados  en
este  concepto,  todo  teólogo,  exégeta,  pastor,  apóstol  o  ministro
grandilocuente  de  la  más  calificada  y  aristocrática  iglesia  internacional,
cae en la mentira al decir o al pretender que enseña a conocer a Dios a sus
acólitos, a los miembros de su iglesia o a las multitudinarias teleaudiencias
que  congrega  alrededor  del  aparato  de  televisión  por  el  globo  entero.
Nadie  enseña  a  otro  quién  y  cómo  es  Dios.  De  hecho,  en  la  Biblia,  no
encontramos  página  alguna  referida  a  la  biografía  de Dios.  El  único  que
podía escribir una biografía detallada de Dios era Jesucristo, nunca lo hizo:
ni  siquiera  le  reveló  a  Pedro  quién  era  Él,  sino  que  obedece  a  lo
establecido y deja que el Padre revele a Simón Pedro. Esteban, muriendo
en su martirio atroz dice: "¡Veo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre que
está a la Diestra de Dios...!" Hch. 7:56. No dice que ve a Dios directamente.
Juan, en el Apocalipsis,  frente a  la visión del Trono, solo ve a un cordero
como inmolado ocupar aquél sitial divino. Pablo, refiriéndose a Jesús, dice
en Gálatas: "Él es la imagen del Dios invisible..." Juan dice en su Evangelio:
"A Dios, nadie  le  vio  jamás..."  Juan  1:18. Y  Jesús  remata  el punto  cuando
dice: "Dios es espíritu y  los que  le adoran, es necesario que  le adoren en espíritu  y  en  verdad."  Juan  4:24.    Y  cuando  Pablo  se mete  al  areópago  a
predicarle  a  la  crema  y  nata  de  la  filosofía  griega  empieza  diciendo  que
habla  del  Dios  no  conocido.  Porque,  si  nos  fijamos  bien,  nadie  enseñó
cómo  y  quién  es  Dios.  Se  habló  de  sus  hechos  y  portentos,  de  sus
sanaciones, de  sus  juicios y castigos, de su Venida, etc., pero nada de  su
condición personal de Dios, nada de la historia de su nacimiento, que es el
punto  que  acucia  la  curiosidad  de  los  ateos.  Jesús  fue  bien,  digamos,
ambiguo  también  al  respecto,  cuando  Felipe  exclama:  "¡Muéstranos  al
Padre y nos basta!" El Maestro de Galilea  responde: "¿Tanto  tiempo que
estoy con vosotros y no me habéis conocido? El que me ha visto a mí, ha
visto al Padre."   Y, no, no le conocían. No le conocieron hasta que vino el
derramamiento del Espíritu Santo sobre ellos. Y ese mecanismo tampoco
lo maneja  la  iglesia:  ella  no  decide  quién  recibe  el  Espíritu  Santo.  Y  por
cuanto  ella  no maneja  ese mecanismo,  tampoco  puede  decir  dónde  se
encontrará  Dios  con  su  elegido  y  su  elegida.  Y  mucho  menos  puede
presentar a Dios candidatos aptos para ser sellados con su Espíritu, como
tampoco podrá explicarle a nadie cómo es Dios, ni escribir  la biografía de
Él  tampoco.  Eso  es  delirio,  prácticamente  delirium  tremens,  puro  y
exacerbante delirio. Solo para iglesias, claro.
Es absolutamente  imposible que  se encuentre  con  la  ciencia  y acceda al
manoseo  técnico  de  científicos  en  bio  genética  y  antropólogos
especializados, porque se trata de la Deidad y el hombre es un ser creado
por Él, las manos humanas nunca podrán conocer la condición esencial de
Dios  mediante  ejercicios  profesionales,  sean  estos  científicos,  políticos,
artísticos, sociales o religiosos. Es tan solo el hombre, un mísero hombre,
una expresión de su creación frente a la Única Deidad creadora de todo lo
que  respira,  vive,  crece  y  se  mueve.  Ensoberbecido  en  sus  mínimos
conocimientos científicos,  frente a  la  insondable sabiduría de Dios, no es
nadie  apto  como  para  examinar  científica,  biológica,  antropológica,
sicológica y religiosamente a Dios. Demasiada petulancia, exagerada. Una
desubicación  extrema  por  parte  del  hombre.  En  eso  queda  patente  la
ignorancia de los sabios de este mundo, no saben acerca de qué Gloriosa y
magnífica Deidad  están  preguntando.  Sin  embargo,  es más  grave  aún  la
actitud y los comportamientos de la clase religiosa en este sentido: pecan,
directamente.
Las iglesias han fallado miserablemente en el tema de presentar a Dios al
mundo  y  a  su  Sistema  político,  social  y  económico.  Por  lo  que  he
comentado: Dios  se  conoce a  través de  la  revelación  y a quién Él quiera
revelarlo. Por eso, lo único que arrastran con su cola dogmática y criminal
en  estos  casi  dos mil  años  de  historia  de  cristianismo  es  un  historial  de inquisiciones,  ríos de  sangre humana en  los cinco continentes, millares y
millares  de  enajenados  crónicos,  millares  y  millares  de  pacientes  en
tratamiento  sicológico  y  siquiátrica, millares  de  seres  despojados  de  su
identidad en el bautismo dogmático de infantes, una insaciable voracidad
por el dinero y  las posesiones,  innegables complejos de personalidad, un
empecinado afán de congraciarse  con el mundo y una enfermiza y viciosa
inclinación  hacia  la  prostitución  política,  transando  con  gobiernos  de
cualquier  tendencia  ideológica  para  conseguir  poder,  poder,  poder...
terrenal, claro, por cuanto religión de aquí.
Poder que  tendrían a manos  llenas si creyesen en Dios. Dios que es más
grande, todo poderosamente, que este  insignificante globo terráqueo que
gira  anónimamente  en medio  de  este  gigantesco  universo  no  explorado
por el hombre,    sideralmente desconocido. Pero, no  creen en Dios. Y no
porque  ellos  no  quieran  creer:  están  destinados  a  tropezar  en  la
revelación de su conocimiento divino. Ya lo declaró Jesús a sus apóstoles,
cuando  estos  le  preguntaron  por  qué  les  hablaba  por  parábolas  a  los
fariseos, a lo que Jesús responde que es porque quiere que ellos viendo no
vean, quiere que oyendo no oigan, porque no quiere que se conviertan y
que le sean perdonados sus pecados. Más claro y directo: el deseo de Dios
es  que  la  raza  religiosa,  que  componen  los  hijos  del  diablo,  se  pierda.  Y
punto.  Dios  no  puede  venir  a  instalarse  a  sus  altares  comerciales,
dogmáticos y blasfemos, que incluso mienten tenerlo allí, porque eso sería
un  respaldo  total  al  histórico  accionar  de  agresiones  de  la  religión  en
contra  del  hombre.  Dios  no  puede  estar  agradado  y  halagado  por  una
religión  que  organizada  en  su  propio  nombre  ha  causado  los  peores
flagelos  y  destrucciones  a  la  humanidad.  Él  no  puede  perdonar  tanta
sangre  humana  derramada  por  las  religiones  imperantes,  porque  Él  ya
había  derramado  su  Sangre  para  la  redención  del  ser  humano.  Todo
derramamiento  de  sangre  causado  por  estás  criminales  religiones
atentaron  contra  la  sangre  del  Cordero  que  murió  en  la  cruz,
desvalorizándola, desplazándola, haciéndola  inútil. Bajo el concepto de  la
religión: lo seres humanos debían ser ejecutados para derramar su sangre
en Pro de su propia salvación y para que los demás, frente al escarmiento
criminal, creyesen y tuvieran temor del nuevo credo. Nada más aberrante.
Pero el tema va más allá todavía. El juego eclesiástico es más sutil e inicuo
todavía.  Ella  está  completamente  dedicada  a  destruir  templos  del  Dios
Altísimo. Ella  tiene una  segunda  intención  cuando miente al  ser humano
que  entre  sus muros  eclesiásticos habita Dios,  cuando  grita por boca de
sus ministros ignorantes y ciegos que Dios está en la iglesia. La iglesia sabe
que  la  única  iglesia  de Dios  que  existe  en  esta  tierra  es  el  hombre.  Ella sabe que el tabernáculo de Dios sobre la tierra es el hombre. Sabe que la
tienda  de  carne  que  mora  Dios  en  la  tierra  es  el  hombre:  por  eso  lo
destruye,  por  eso  lo  enajena,  por  eso  lo  esclaviza  en  su  dogma
institucional,  por  eso  lo  seduce  en  su  piadosa mentira  eclesiástica:  está
disputándole  templos  a  Dios  encarnizadamente.  Toda  la  historia
eclesiástica nos demuestra eso: ha regado el globo terráqueo de mártires.
Y  no  hay  historia  que  diga  que  los  cristianos  han  regado  la  tierra  con
jerarcas eclesiásticos ejecutados: los elegidos no imponen su Fe por vía de
martirio, ni aun a sus más violentos y crueles enemigos. No hay una sola
foja documentada al respecto. ¿Por qué? Porque Dios no se enseña ni por
vía educacional, ni religiosa, ni por la fuerza del miedo y de las armas: Dios
se revela a Sí mismo en su elegido y en su elegida. Por Gracia y por Amor.
La  cuenta  de  la  iglesia  católica  es  altísima,  asesinó  a  68.000.000  de
templos  humanos  del  Espíritu  Santo  en  sus  tiempos  más  violentos  e
inquisidores y participó del genocidio de casi 70.000.000 de habitantes de
este  nuevo  continente  que  se  repartieron  el  Vaticano  y  la  corona  de
España.  El  crimen  protestante  es  más  sutil,  ha  conseguido  imponer  el
criterio de que quien asiste a la iglesia, se encuentra con Dios que vive allí
mismo. Amparado por la famosa e ignominiosa "cobertura" eclesiástica, el
individuo  nunca  encuentra  a  Dios:  ya  encontró  una  iglesia.  Está
convencido,  vía  secreto pánico  religioso  subliminal, de que  si  es  fiel  a  la
iglesia  hasta  su  muerte,  se  irá  con  Dios  a  Su  Reino.  He  visto  amigos
personales aterrados y decaídos cuando han sido puestos en tela de juicio
o cuando  los han expulsados de sus respectivas  iglesias. La Biblia no dice
nada al respecto, pero  la  iglesia convenció a todo el mundo y suele verse
repleta  por  toda  Latinoamérica,  especialmente  los  domingos.  Si  bien  es
cierto, la iglesia protestante no asesina a nadie, salvo algún desubicado de
los que no faltan, no cabe dudas de que esclaviza a todos. En esto consiste
la enajenación eclesiástica,  les hace creer a  los templos humanos de Dios
que Dios tiene como templo la iglesia organizada.
No  hay  peor  enemigo  delante  de  Dios  que  la  misma  iglesia  que  ha
usurpado  su Nombre  y  su Autoridad entre  los hombres. Ella es quién  se
encarga  de  desacreditar  a  Dios,  ella  misma  siembra  todas  las  dudas
disponibles  entre  los  hombres:  el  enemigo  de  Dios  es  religioso.  Ella
levanta  toda  suerte  de  debates  e  intrigas  en  relación  a  Su Nombre,  por
ejemplo.  Ella  siembra  dudas  en  torno  a  la  Biblia,  la  propia  iglesia,  sus
teólogos,  sus  escritores,  sus ministros.  El  pecado  que  vuelve  iracundo  a
Dios es el pecado religioso, basta observar  los comportamientos públicos
de Jesús: con los publicanos, pecadores y prostitutas era sociable hasta la
más extrema simpatía, pero, si de fariseos, saduceos y escribas se trataba, montaba en  cólera  irreductible.  Fue amable  con  la mujer  samaritana,  se
compadeció de  la mujer siro  fenicia y fue prácticamente  lo más amoroso
con  la mujer que querían  apedrear    ante  su presencia, pero,  fue  lo más
agresivo  e  incontrolable  con  los  mercaderes  del  templo,  ironizó  con
Nicodemo hasta ridiculizarlo y no entabló jamás relaciones amistosas con
la jerarquía del templo.
Una de las más feroces disputas es por la cuestión del Nombre correcto de
Dios.  Y  eso  los  lleva  a  afiebradas  discusiones  que  terminan  en  una  sola
cosa: dogmas. Dogmas que a su vez inician una secta tras otra.  Ajenos a la
Unción de  la  Investidura de poder de  lo Alto,  luchan  contra nombres de
dioses inexistentes. Nunca comprenderán que no hay dioses que compitan
en divinidad con Dios, con el Único Dios, con la Única Deidad. Enseñan que
hay un solo Dios, pero al minuto siguiente comienzan una pelea irracional
contra  otros  dioses,  todos  mitológicos  y  ficticios,  pero  así  viven  y
malgastan su vida, emperrados contendiendo con deidades imaginarias. Si
Dios es el único Dios  verdadero,  significa que no existen otros dioses. Si
Dios  es  el  Dios  verdadero,  significa  que  no  hay  panteones  u  olimpos,  o
cosmogonías de dioses  reales y verdaderos   en disputa con Él. ¿Cómo es
eso  de  que  un  dios  falso  se  anima  a  disputar  con  un  Dios  Verdadero,
Todopoderoso, Omnisciente y Omnipresente? ¿Cómo? ¿Por dónde? ¿Con
qué  armas? Un  dios  falso  es  falso;  y  que  nos  quieran  decir  que Dios,  el
Único,  el  que  vive  y  estuvo muerto,  el  Alfa  y  la Omega,  el  primero  y  el
último, pierde la chaveta en algún momento y se agarra con dioses falsos
e  irreales  como malo de  la  cabeza, en  luchas  imaginarias, en  contiendas
imaginarias, en santas iras imaginarias, ¿por qué no van a otro planeta con
sus  aparatos  religiosos  a  vender  semejante  pomada  esquizofrénica?
Cuando Él nos dice que  le amaremos solo a Él y a Él solo serviremos con
toda nuestra mente y todo nuestro corazón; y cuando nos dice que solo Él
es  Dios  y  que  fuera  de  Él  no  hay  quién  salve,  no  lo  dice  porque  está
compitiendo  con  otros  dioses,  lo  dice  porque  no  hay  otro  Dios;  porque
todo lo demás que adore el hombre es imaginario, un truco, un engaño de
mentes  con  tan  solo  la  inclinación  religiosa  natural  que  hay  en  cada
individuo o por  influencia del enemigo de Dios que es  Satanás, el diablo,
también creado por Él.
La  única  vez  que  Dios  se  refirió  a  otros  dioses,  reconociendo  su
ascendencia divina,  lo hizo por  la boca del salmista bíblico. No puntualizó
que  se  trataba de deidades esotéricas, etéreas, de  los aires o de  limbos,
panteones u olimpos, o cosmogonías que existiesen a  la par de  su Reino
de Gloria, como contraparte de su Deidad: cuando Él habló de dioses, se
refería  a  nosotros,  los  hombres.  Así  cantó  el  salmista,  así  compuso  su trova  poética:  "Yo  dije:  vosotros  sois  dioses,  y  todos  vosotros  hijos  del
Altísimo; pero como hombres moriréis." Salmo 82:6. Y cuando habló de  los
otros  dioses  que  tomaban  los  israelitas  en  esos  períodos  de  desviación
religiosa,  jamás  se  refirió  a  ellos  como  entes  divinos  con  existencia.  De
hecho nunca respondieron a nadie, como Ra, o Isis, u Osiris en el tema de
la  liberación  de  los  judíos  en  Egipto;  como  los  dioses  de  los  filisteos  o
como los dioses de los babilonios: Moloc, Astarté, Dagón, Baal, etc. Nunca
dieron  señales de vida. Porque  si hubiesen vivido en algún período de  la
historia de las civilizaciones humanas, hubiesen hecho manifestaciones en
contra de Dios, hubiesen hecho portentos y hubiese Dios reconocido que
tenía luchas con algunos de ellos, nada de eso hallamos ni en las Escrituras
hebreas,  arameas  y  griego  cristianas,  ni  en  los  anales  históricos
universales,  ni  en  los  libros  fundamentales  de  las  otras  religiones.  En
Números capítulo dieciséis y en el versículo veintidós es claro al respecto:
"Dios,  Dios  de  los  espíritus  de  toda  carne..."  Esa  es  una  expresión  que
confirma un total absolutismo de Deidad; creyentes o no, Dios es Dios de
todos los espíritus de los hombres. En alguna de sus oraciones al Altísimo
Dios,    durante  la  conducción  del  pueblo  libertado,  Moisés  hace  una
pregunta que tiene una sola respuesta: "¿Qué dios  hay en el cielo ni en la
tierra que haga obras y proezas como  las  tuyas?" Deut. 3:24. Eso no  tiene
más que una sola contestación, porque si del Creador son los cielos de los
cielos, y la tierra y todo lo que en ellos hay, es obvio que no convive y que
no  permitirá que viva otra deidad antagónica en su Reino. La verdad, eso
  que  sería  bien  descabellado.  La  única  lucha  que  le  fue  planteada  es
aquella que  levantó Luz Bel en su contra, cuando quiso ser como, apenas
ser como Dios, porque ni siquiera  lo era, solo podía pretender ser como.
Todos los demás dioses son invenciones humanas, tal como lo son el dios
Sol, el dios Jaguar, la serpiente emplumada, el dios perro, el dios gato, los
dioses humanos de los griegos que adoptaron los romanos, el dios volcán,
el  dios  viento,  las  diosas  estelares,  aun  la  luna  llegó  a  ser  calificada  de
deidad.  Aquí  lo  que  importa  es  lo  que  Dios  dice  respecto  a  deidades,
recalco y  lo destaco para que no nos confundamos: para ser Deidad, hay
que  tener ascendencia divina, origen divino. De  lo contrario,  tenemos un
Dios que desciende de otro. Y si el Único Dios que  tenemos en  la escena
universal desciende de otro, bueno, no lo conocemos y estamos hasta las
manos: perdidos irremediablemente creyendo en un dios creado por otro.
Ninguno  de  los  dioses  que  turbaron  a  su  propio  pueblo  y  al  resto  de  la
humanidad,  satanás  incluido,  ha  sido  jamás  una  entidad  divina.  Dios
reconoce un único ascendiente divino: el que tienen sus hijos. Y punto. No
hay  para  qué marearse  en  este  tema.  La  palabra  de Dios,  la  opinión  de Dios,  la declaración de Dios debiera dejarnos  con  la boca  cerrada. Sobre
todo,  a  aquellos  que  reclaman  haber  recibido  su  Espíritu.  Luego,  lo más
abrumador del tema y muy llamativo es que Jesús tampoco entabló guerra
alguna  con  otros  dioses  ni  advirtió  de  ninguno,  no  mencionó
prioritariamente  a  ninguno,  no  dio  ninguna  cátedra  extensa  e  intensiva
respecto a otros dioses; solo se refiere a Mammón por ahí, pero debemos
comprender  la  regla,  llamémosla  así:  para  ser  dios  hay  que  tener
ascendencia  divina.  En  el  peor  de  los  casos,  debe  haber  sido  un  dios
creado como tal por el Creador y no hay registro bíblico que diga que Dios
creó otro dios u otros dioses para agarrarse de  los pelos  con ellos, para
matar  el  aburrimiento  celestial.  Encima,  Jesús  vuelve  a  reiterar  y  a
mencionar a la única especie creada que tiene ascendencia divina cuando
disputa con  los fariseos, y nuevamente está refiriéndose al hombre como
tal: "¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? Juan 10:34. No hay
absolutamente  ninguna  preocupación ministerial  en  Jesucristo  por  otros
dioses, que si existieran y tuviesen algún poder  importante de modo que
causaran  estragos  entre  sus  seguidores,  es  obvio  que  hubiese  sido  un
tema de  absoluta prioridad  en  sus  enseñanzas.  Luego,  la  investidura del
poder del Espíritu Santo, no nos alerta contra otros dioses, para nada: nos
revela que no hay otros dioses, eso sí, que no hay otro Dios, que Él es el
Único Dios Verdadero, que Él es el Único Dios Viviente, que Él es quién ha
creado  todo, que nadie o nada  creado  tiene  la  condición de Deidad que
tiene Él, que Él ha creado todos  los espíritus, y es el espíritu  lo único que
da  vida  a  cualquier  cosa,  en  fin.  Es  claro  y  categórico,  la  religión  pelea
contra dioses inexistentes en un espectáculo deplorable y ridículo. Si esos
dioses  tuvieran  vida,  tendrían  vida  por  un  espíritu  y,  lamentablemente,
para  las  aspiraciones  religiosas,  Dios  es  el  único  creador  de  todos  los
espíritus.  Si  no  es  así,  los  registros  bíblicos  mienten  y  distorsionan  la
cuestión en este punto. Cosa que están dispuestos a creer estos ministros
protestantes del último tiempo, porque las sospechas que están lanzando
contra  ella,  sobrepasaron  todo.  La  iglesia  católica  estuvo  diez  años
consecutivos  quemando  Biblias,  los  protestantes  se  especializaron  en
sembrar  toda clase de dudas,  sospechas,  incertidumbres y convertirla en
un  algo  inexplicable  y  curioso  que  se  usa  para  contradecirla  a  sí misma,
aparte de  rebajarla a mera herramienta de  justificar  sus  falsos dogmas y
enseñanzas, y sus edificios eclesiásticos. 
Señores aristocráticos de la teología protestante, dense por enterados: no
existen más dioses en este mundo ni en el otro. Hay "un solo Señor, una
fe, un bautismo, un Dios y Padre de  todos..." Efesios 4:5. Eso  tengo contra
los teólogos, tanto status, tanto nivel, tanto conocimiento académico y no saben  leer  la  Biblia  en  la  sencillez  gramatical  que  está  escrita.  No  hay
palabras  de  Jesús  alertando  contra  otros  dioses.  Él  habla  de  un  dios  de
este mundo en un sentido figurado, porque si algo de deidad tuviera, sería
la premisa fundamental del cristianismo defenderse de él. Sin embargo, a
pocas horas de  ser  ejecutado,  el Maestro  alerta  a  sus discípulos  en otra
dirección:  "En  el  mundo  tendréis  aflicción..."  No  se  refiere  a  dioses  ni
especifica dioses, está hablando claramente del sistema mundial, encima
declara: "...pero confiad, yo he vencido al mundo." Juan 16:36. No dice que
venció  dioses  peligrosos  para  el  hombre,  nadie  habla  de  vencer  dioses
falsos  que  no  existen  en  posesión  normal  de  sus  facultades mentales.  Y
esa es toda  la advertencia contra algún poder que  intente destruir a uno
de  los  suyos,  ese  es  el  encarecimiento  prioritario  del  Cristo  antes  de  su
ejecución,  nada  más:  una  advertencia  contra  aflicciones  que  practicará
con ellos un mundo vencido. Ahora, si un teólogo calificado no entiende el
significado de  la palabra vencido, bueno,  salve  como pueda  su  status.   Y
luego,  en  las más  espectaculares  visiones  del  desarrollo  de  los  eventos
divinos  sobre  la  tierra  y  con  todos  los  seres  vivientes,  no  se  habla  de
batallas  con  otros  dioses.  El  Apocalipsis  no  es  el  panorama  de  grandes
batallas decisivas con otras deidades: allí no combate Zeus, Tor, ni Osiris,
Ni Quetzalcóatl, ni   Hguenechén,  ni Baal  (que  tampoco  se hizo presente
cuando  obligado  por  el  desafío  de  Elías  era  solicitado  por  sus
cuatrocientos profetas), no se ve combatiendo a Odín, ni a Buda, ni a Aura
Mazda, ni a Viracocha, ni a Supermán, ni a Batman, ni a Súper perro... Dios
no está chiflado, nunca montará batallas todopoderosas, armagedónicas y
apocalípticas    contra dioses  imaginarios,  los  rechiflados  chiflados  son  los
ministros que llenaron de dioses sus cabecitas y las cabecitas de todos los
despistados  que  nacieron  para  ser  extraviados  de  la  Gloria.  La  batalla
decisiva que liberará de sus males a la Creación toda es contra el diablo y
todas  sus  potestades  rebeldes;  que  si  este  individuo  maléfico  es  dios,
entonces  si  tenemos  a  un Único Dios muy  desequilibrado  y  delirante,  y
una iglesia blasfema y apóstata  absolutamente todopoderosa y acertada. 
Dios  siempre  fue.  No  tiene  madre  terrenal  ni  tiene  iglesia  donde  se
congrega, Dios no asiste a la escuela dominical ni está atado a los púlpitos
del escarnio protestante: "El cielo es mi trono y la tierra es estrado de mis
pies, ¿donde está  la casa que me habréis de edificar?"    Isaías 66:1. Uno se
pregunta  quien  delira,  ¿delira  Dios  diciéndonos  que  reina  en  el  espacio
sideral  todo,  tierra  y  demases  incluidos  o  delira  la  iglesia  tratando  de
convencernos  que  un  Dios  de  esta  envergadura  habita  en  un  edificio
eclesiástico?  Uno  vuelve  a  preguntarse  quién  miente:  ¿Miente  Dios cuando dice ya no habitaré más en templo hecho de mano de hombre o
miente la iglesia cuando dice que Dios está en la iglesia?
Los  tropiezos  los  provoca  la  iglesia,  las  dudas  las  inaugura  la  iglesia,  las
confusiones  las patrocina  la  iglesia,  las disputas teológicas  las coordina  la
iglesia: como Dios no está en ella, ella vive en este torbellino de enredos,
desaciertos  y  engañiflas  teóricas,  filosóficas  místico-materialistas. 
¿Diputan por el nombre verdadero de Dios? Un hijo de Dios no entra en
esa  disputa,  sabe,  como  su  Padre,  que  no  existen  otros  dioses,  si  no
existen  otros  dioses,  no  existen  otros  nombres  que  reclamen  ser
verdaderos,  efectivos,  poderosos  o  perturbantes  siquiera,  hay  un  solo
Nombre  verdadero,  un  solo  Dios,  así  dice  Pablo  a  los  Efesios,  un  solo
Padre. Como Dios no está  loco,  tampoco pare hijos o hijas  locas, ningún
hijo o hija de Dios se va a poner a discutir la veracidad del nombre de Dios
entre nombres de dioses que no existen. Esa es una  locura tan especial y
dicotómica  que  hace  muy  felices  a  los  hijos  de  la  iglesia,  a  esos  les
encantan  los  embrollos  teológicos.  ¿Dios  debe  tener  nombre  hebreo  o
judío porque en hebreo se escribe el nombre verdadero de Dios? Para eso,
en  absoluto  e  indiscutible  primer  lugar,  debiéramos  tener  la  certeza  de
cuál  es  el  idioma  que  oficializó Dios  para  ser  hablado  entre  sus  hijos;  la
exactitud de escribir o pronunciar el nombre de Dios no depende de una
cosa tan terrenal como lo lingüístico. ¿Está escrito en griego y eso lo hace
pagano y hereje? Se escribía en griego porque griegos fueron los primeros
cristianos y donde se fundamentó el cristianismo apostólico. Discrepamos
que el nombre está en escrito en griego, pero el  resto de  los evangelios
también  está  escrito  en  griego,  todos  esos  escritos  serían  blasfemos  y
herejes  entonces.  Muchos  términos  griegos  construyeron  esto  que  se
llama español, hablamos en forma hereje entonces, predicamos en forma
hereje, lo que es peor: oramos a Dios en forma hereje y pagana cuando lo
hacemos en este  lenguaje que nos  impusieron.   Luego, ¿cuán más hereje
sería traducir el nombre de Dios al idioma español? ¿Cuán herejes fueron
los  traductores  de  la  Biblia  al  español,  Casiodoro  de  Reina  y  Cipriano
Valera,  lingüistas  contumaces  que  nos  heredaron  una  Biblia  en  idioma
pagano y blasfemo? ¿Cuán herejes fueron los pres reformadores y Lutero,
que  tradujeron  las  Escrituras  a  sus  respectivos  idiomas:  inglés,  alemán,
francés, etc.? Y si venimos a nuestros idiomas continentales, ¿cuán hereje
sonaría  el  nombre  del  Señor  expresado  en  quechua,  mapudungun,
tsáfiqui,  guaraní,  chibcha  o  aimara?    Dejemos  a  los  investigadores
materialistas,  a  los  científicos,  a  los  antropologuitas,  a  los  filólogos,  etc.
todo  esos  devaneos  y  cabezazos.    Eso  es  más  digno  de  místicos-
materialistas como los budistas, por ejemplo, que enseñan que la manera correcta de  invocación a cierta deidad ambigua es repetir el vocablo Om.
Encima, defienden emperradamente el concepto iglesia y eso es ni más ni
menos  que  un  vocablo  derivado  del  griego  eklessia,  qué  joda,  señores.
Cuánto macaneo tan tirado de los pelos. ¿Acaso un hijo o una hija de Dios
llamará a su Padre con un nombre falso, de dios falso que no existe? ¿Que
los  otros  no  conocen  su  nombre  verdadero  y  se  confunden?  Ese  no  es
problema  de  la  grey  de Dios,  esa  es  responsabilidad  de Dios,  cuando  Él
decide revelarse a su elegido o elegida, se revela con su Nombre. Porque
su Nombre y su todo como Deidad depende de la Revelación, al menos, en
el cristianismo se usa así. Usted puede enseñar todos los nombres de Dios
que  aparecen  en  la  Biblia,  hasta  podrá  tener  el  conocimiento  pleno  del
idioma  correcto  en  que  se  escribe  y  pronuncia,  pero    si  su  discípulo  no
tiene  el  Espíritu  de  Dios  no  temerá,  ni  conocerá,  ni  tendrá  conciencia
alguna de Su Nombre. Para muestra, vea: allí están establecidas todas  las
iglesias que predican el Nombre de  Jesús, que bautizan en el Nombre de
Jesús, que hasta  se  han  ganado  un  apelativo que  los  identifica por  toda
Latinoamérica: Los Jesús solo o Solo Jesús; y que han construido toda una
teología en la cuestión del Nombre del Señor Jesús, han ganado en forma
apabullante  todas  las  disputas  y  debates  acerca  del  Nombre  con  los
teólogos protestantes y católicos de la trinidad, ¿cuál ha sido el resultado?
Exactamente el mismo resultado de  la  iglesia trinitaria que hace todo sin
nombrar  el  Nombre  del  Señor  Jesucristo  en  su  característica  de
ambigüedad absoluta y endémica: en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo. ¿Qué han logrado ambas con esa milenaria disputa? Nada.
Nada cristiano, me refiero, porque si de dinero se trata, la iglesia trinitaria
le  pasó  por  encima  hace  rato  a  la  iglesia  del  Nombre  de  Jesús. Ningún
analista serio puede  llenarse la boca anunciando al mundo que alguna de
estas iglesias son el mero y legítimo redil del cristianismo genuino, donde
bulle  constantemente  la  Presencia  irresistible  de  Dios  llenándolo  todo,
santificándolo  todo  y  efervesciendo  de  dones  y  unciones  de modo  que
parezcan un  verdadero nido de maravillosos  y maravillosas hijas de Dios
altamente revestidas de Su Gloria, como corresponde naturalmente a sus
hijos:  nadie  encontró  jamás  a  Dios  allí.  Hallaron  una  religión,  eso  sí.
Parecida, eso sí, muy parecida. Pero, el parecido no la hace legítima, no la
convierte en iglesia cristiana. Porque, para colmo de sus males, ¡qué mala
noticia!,    no  existe  tal  cosa  como  una  iglesia  cristiana  organizada
denominacionalmente.  Existe  la  iglesia del Dios Viviente,  cuya  cabeza  es
Cristo,  y  cuyo  Cuerpo  son  el  todo  de  sus  hijos  e  hijas,  existe  la
congregación  de  los  hijos  e  hijas  de Dios  que  adoran  en  Su Nombre,  al
Único Dios Verdadero, en espíritu y en verdad, "porque  tales adoradores busca  el  Padre."  Nos  corrobora  el  Señor  Jesús.  Nadie  se  hace  cristiano
porque asiste a una  iglesia cristiana. Cristiano es todo aquél que obra  las
obras  de  Cristo,  que  habla  la  palabra  de  Cristo,  que  se  parece  a  Cristo,
porque el Espíritu de Cristo mora en él. Todo aquél y toda aquella que ha
sido  restaurado  y  restaurada  en  la  investidura  de  poder  de  lo  Alto,
recupera  la  imagen y semejanza del Dios que  lo ha creado. Y hay un solo
Creador, para colmo. No ha existido jamás otro creador, o cosa semejante
a un co creador, ni nada parecido a un vice creador. Hay un solo Espíritu
Santo y cuando el Creador sopló su obra humana recién creada aliento de
vida, fue exactamente ese único Espíritu el que recibió esa obra humana y
así fue que logró ser un ser viviente.
Pero, el colmo de los colmos lo manifiesta el apóstol Santiago, cuando en
su epístola nos dice: "¡Tú dices que Dios es uno? Bien haces, los demonios
también creen y tiemblan!" Stgo. 2:19.  Hermano, si esa palabra no mata el
punto,  ¿qué  hace  falta  para  que  estos  maníacos  religiosos  dejen  de
babosear  pesadillas  y  devaneos  que  hablan  de  otros  dioses,  y  terminen
con este delirium tremens de andar viendo dioses falsos por todas partes? 
Aquí  tenemos un  contundente  testimonio:  los demonios mismos, que  se
rebelaron contra Dios, el Único, saben que Dios es uno. 
Últimamente se ha puesto muy en boga el tema de Dios, Deus, Zeus...no
sé. Como  si Zeus  fuese una divinidad  real o como  si el demonio que por
esas  casualidades  personificase  a  Zeus,  fuese  un  dios.  He  leído  autores
judeo-cristianos que hablan de esto y que defienden el concepto hebraico
para Su Nombre y sé que muchos ministros del mundo entero miran hacia
los israelitas como esperando algo de ellos, tratando de hacer como ellos,
iglesias evangélicas que adoptan hasta  la música de ellos, no me parece
mal; pero, aunque Pablo declaró que  la salvación viene de  los  judíos, eso
no significa que debemos ser judaizados, no significa que los judíos tienen
la  paternidad  sobre  el  cristianismo,  no  es  así.  Judaizar  es  transculturizar
directamente,  y  eso  es  un  oficio  civilizante,  nosotros  fuimos  llamados  a
predicar  el  evangelio del Reino  y no del  reino de  Israel precisamente,  al
Rey  del  Reino  del  evangelio  lo  ejecutaron  los  sacerdotes  del  templo  de
Israel, mientras que el cristianismo se hizo fuerte en los gentiles. Pero, no
debemos  confundir  el  tema  con  disputas  etnocentristas,  cada  uno  es  y
cree en la modalidad y expresión que ha sido creado y destinado por Dios,
pero, pero, pero, debemos precisar. Una cosa es americanizar y otra muy
distinta y opuestas es evangelizar; así también de distinto es  judaizar con
evangelizar.  Nosotros  diremos  el  nombre  de  la  Deidad  en  nuestro
lenguaje,  lo que no quiere decir que no  lo diremos en otro, pero el tema
no es convertirlo en un dogma ni sectarizarse: la cuestión es quien lo dice en  el  Espíritu.  Porque  los  judíos  sabrán mucho  de  filología  y  etimología
hebrea,  y  disputaban  con  Jesucristo  mismo  todos  estos  temas,  sin
embargo,  no  reconocieron  al  Creador  en  Jesucristo,  no  reconocieron  al
Hacedor  en  Él,  no  reconocieron  al  Padre  en  Él.  Pese  a  que  les  refregó
palabras irrefutables: "Si conocierais a Moisés, me conocerías a mí, porque
él  habló  de Mí..."  Hubo  un  templo  sobre  la  tierra,  Un  templo  correcto,
construido bajo las estrictas recomendaciones, instrucciones y direcciones
de  Dios,  repleto  de  sacerdotes  que  pronunciaban  correctamente  el
Nombre correcto, que oficiaban correctamente, y no solo eso: cuando se
trataba de escribir ese Nombre en las traducciones o correcciones bíblicas
que hacían de tanto en tanto los escribas: cambiaban de pluma y de tinta
cada vez que debían escribirlo y cada vez que se equivocaban al escribirlo;
escribas, fariseos y saduceos practicaban todo un complejo ritual y un celo
de  antología    cuando  del  Nombre  del  Padre  Celestial  se  trataba,  pero
cuando el Dios de ese Nombre correcto vino a ellos, ellos le rechazaron, le
llamaron diablo,  lo humillaron,  lo corretearon, complotaron contra Él y  lo
ejecutaron  con  muerte  de  cruz.  Después  de  verlo  morir  crucificado,
volvieron al templo, a su chiche querido, a su bastión religioso, a continuar
la mentira solemne: El Dios de nuestros padres está en este lugar. No sé si
parece  al  celo  y  al  inmenso  amor  por  el  mamotreto  eclesiástico  que
manifiestan estos fariseos de cuarta categoría que nos ministran de traje y
corbata  hoy  en  día  por  el  globo  entero. Mentían,  la  Gloria  de  Dios  no
estaba más en el lugar Santísimo, el Arca del Pacto se había perdido hacía
más  de  400  años,  luego  de  la  última  esclavitud  que  ejerció  sobre  ellos
Babilonia. Mentían  descaradamente,  por  eso  entraba  en  cólera  el  Señor
Jesús  con  ellos:  a  Él  no  le  iban  a  decir  que  dentro  de  ese  templo
condenado a su total destrucción estaba la Gloria de Dios, porque Él era la
Gloria  de  Dios.  No  estaba  loco,  no  podía  corroborar  la  mentira  de  los
fariseos, Él ya no estaba más en el lugar santísimo, estaba en las calles de
Jerusalén,  en  los  montes,  en  los  villorrios,  en  los  campos,  con  los
pescadores,  con  los  desposeídos:  estaba  disputando  con  los mentirosos
denominacionales  cara  a  cara  y  le  terminarían  matando.  No  solo  le
mataron:  difamaron,  tergiversaron  e  ironizaron  mal  intencionadamente
para toda sucesión histórica su procedencia y Su Nombre en su "glorioso"
Talmud. Con tanta documentación al respecto, debiéramos estar claros: el
único ente que  levanta  irracional y violentamente  la mano contra Dios es
precisamente  la  religión  que  se  refriega  Su  Nombre  en  su  trompa
prostituta. Primero fueron los judíos, luego la iglesia católica y sus "santos
padres",  los  teólogos  protestantes  y  sus  esbirros  rematan  el  punto,
branhamitas  incluidos, que hasta han  levantado esa desastrosa y grosera "revelación"  de  que William Marrion  Branham  es  el  nombre  nuevo  del
Creador.  La  historia  es  contundente,  Pilatos  no  hallaba  motivos  para
quitarle  la  vida,  pero  los  fariseos  y  escribas,  ofendidos  porque  ese
melenudo  hijo  de  un  gris  y  poco  agraciado  carpintero  les  había
avergonzado  públicamente  en  cada  enfrentamiento  verbal,  y  lo  que  es
peor: le había faltado canallescamente el respeto a su queridísimo templo,
irrumpiendo  violentamente  en  él,  azotando  como  un  enajenado  a  sus
cambistas, vendedores de palomas, corderos y bueyes de sacrificio, en un
acto  de  vejación  que  nadie  del  pueblo  judío  había  practicado  jamás. No
hay diferencia alguna entre el celo de un fanático de Boca o River, con un
celoso eclesiástico, son lo mismo. La cuestión elemental es otra, aparte de
Su  Nombre,  la  incongruencia  del  ser  dogmático  pasa  por  el  concepto
iglesia, el hombre religioso cree que debe ofrecerle una iglesia a Dios con
todo  en  orden:  rituales,  doctrinas,  jerarquías,  creyentes  educados  y
sumisos, y perfectamente  jurídicos,  legitimados por el Estado. Creen que
con  eso  hacen  el mejor  aporte  a  la  sociedad  y  el mejor  favor  a Dios.  Y
dentro  de  sus  solemnes  templos,  parapetados  en  sus  costosos  edificios
religiosos se reúnen a discutir estas cosas, con un templo respaldándolos
disputan de Su Nombre y Su Deidad al mundo entero. Pero, el punto es
otro: no  le han devuelto a Dios el concepto templo. Gastan toneladas de
saliva  en  discursos  elitistas  y  dogmáticos  defendiendo  todo  lo
mencionado,  pero  no  le  devuelven  a  Dios  el  concepto  templo  ni  le
devuelven  los  templos  que  tienen  secuestrados  en  sus  organizaciones
terrenales.  Primero  deben  rendirse  y  reconocer  que  el  hombre  es  el
templo de Dios y devolverlo a Dios, y después debieran levantar peroratas
y  discursos  altisonantes,  filológicos,  teológicos,  transculturizantes  y
dogmáticos.  Por  ahí  se  empieza,  muchachos.  Presentémonos  a  Dios
rendidos  y asumidos en nuestra condición de templos y aceptemos que el
Padre  entre  y  habite  en  este  templo  de  carne  y  huesos,  y  dejemos  que
tome  posesión  de  todos  sus  templos  humanos  sin  intervenir  a  nadie
eclesiásticamente,  y  después  hablemos  y  disputemos:  primero  que Dios
tome  posición  del  templo  humano  que  le  quitamos  en  nombre  de  la
iglesia organizada y que sea Su Espíritu el que viva en nuestro  interior, y
después debatamos de  la  cuestión  lingüística de  Su Nombre. Me parece
que basta  ya de delirio,  la  cuestión es esta: Ningún elegido o elegida de
Dios  errará  el  Nombre  de  Su  Padre,  ninguno  se  perderá,  según  ha
sentenciado  el mismo  Dios:  "¡Nadie  los  arrebatará  de mi mano!"    Juan
10:28, 29. ¿Por qué? ¿Cómo así? Porque no hay quién  lo haga. Porque no
hay  divinidades  que  puedan  poner  en  peligro  a  un  hijo  de Dios.  Porque
hay un  solo Dios que  tiene hijos de Dios e hijas. No existe otro dios  con poderes semejantes que pueda poner un hijo de Dios o una hija de Dios en
cosa parecida  a un  infierno,  sería  el  colmo. Porque hay un  solo Nombre
Verdadero de Dios y  todo hijo o hija  conoce el nombre verdadero de Su
Padre. Porque  lo más parecido a una deidad que únicamente existe es el
diablo y ese ángel caído ya está vencido, en esa condición, no puede con
un hijo o una hija de Dios investida de Poder de lo Alto, sellado con Su, Su,
propio,  de  propiedad  congénita,  de  pertenencia  innata,  esencial,    de
posesión  intrínseca,  eterna:  Su  Espíritu  Santo.  Punto.  Todo  lo  demás  es
despilfarro de saliva dogmática. Así es como hemos llenado de sectas toda
la  tierra,  por  macanas  iluministas  y  delirantes,  como  si  del  discurso
teológico dependiese la salvación de sus hijos e hijas, como si de la disputa
doctrinaria, más bien dogmática, dependiese  la revelación del Dios vivo y
de  su Nombre. Reitero,  "...no  te  lo  ha  revelado  carne  ni  sangre,  sino mi
Padre  que  está  en  los  cielos." Mat.  16:17.  No  señor,  en mi  casa  familiar
entre mis hermanas y yo, no existía ninguna duda: todos estábamos claros
cómo se llamaba nuestro padre, con nombres y apellidos. Nunca fuimos a
cursos  especiales  auspiciados  y  patrocinados  por  instituciones  sociales o
religiosas dedicadas a enseñarles el nombre de  sus padres a  los hijos de
las familias del barrio. Y jamás llegó algún profeta religioso a revelarnos el
nombre completo de nuestro padre, no  tengo memoria de eso. Y nunca,
pese a que peleábamos  incluso a  los puñetes  con  los  vecinos del barrio,
jamás  hubo  una  disputa  acerca  del  nombre  de  nuestros  padres  o  el
nombre  del  padre  de  ellos,  eso  estaba  re  claro.  No  daba  para  una
discusión de ese tipo. Así es en  la familia de Dios, no es porque no tenga
relevancia,  es  porque  se  comprende  tácitamente  que  un  hijo  o  hija  de
Dios,  de  donde  quiera  sea  que  venga  o  haya  sido  rescatado,  sabe  el
nombre  de  su  Padre  Celestial.  ¡Qué  cosa  tan  increíble!  Sabemos
claramente el nombre de nuestro padre terrenal, que nunca creó a nadie 
y no disputamos con nadie de ello, ¿y no sabemos el Nombre de nuestro
Padre  Celestial  que  nos  ha  creado,  y  aun  decimos  ser  sus  hijos
espirituales?  No  sé.  Como  que  no  da  para  el  debate,  muchachos.
Perdonen, no da.
Bajo todas estas desafortunadas peroratas, contubernios y transfugueadas
retóricas y dialécticas   de  la  iglesia protestante, ¿cómo puede merecerse
Dios una representación terrenal tan paupérrima y miserable como esta?
Miren, les confieso como hombre en esta tienda de carne que transita de
regreso al reino celestial, que me da bronca incluso, ¿cómo es posible que
una organización  tan enteca  y  rechiflada  se arrogue  la  representatividad
oficial  de mi  Padre  Celestial,  de  nuestro  Padre  Celestial  en  esta  tierra? 
¡Qué manga tan jodida de tantos caraduras! Con razón el Señor Jesucristo se  enervaba  hasta  enrojecer  disputando  con  los  fariseos.  Ahora  puedo
comprender  algo  de  su  ira  personal  contra  el  aparato  religioso  y  sus
representantes inicuos y farsantes. ¡Ufff...! Es como decía el famoso y mal
ponderado hermano Branham:  "Cuando  las dos simientes se encuentran,
hay un choque..." Representantes de Dios en la tierra, ministros de Dios en
la  tierra,  legitimados,  titulados  y  todo  eso...  ¡Cuánta  imbecibilidad
dogmática  y  teológica!  Es  indudable,  son  exactamente  estos  señores
organizados  los  que  llegarán  frente  al  trono  de  nuestro  Único  Dios  y
Padre,  con  esa  pachorra  eclesiástica  prepotente  y  presumida  a  jactarse
delante  de  Él:  "¡Señor,  en  tu  Nombre  echamos  fuera  demonios  y  en  tu
nombre  hicimos muchos milagros... Oh,  aleluya,  Señor!"    Yo  comprendo
esa respuesta en estos días que escribo esto: "¡Nunca os conocí...!" Sé por
qué  responderá   así,  los hemos conocido de cerca, hemos estado en  sus
iglesias,  hemos  intentado  adorar  con  ellos,  pero  no,  es  imposible.  Es
lamentable, porque se trata de simples y comunes seres humanos y están
marginados  del  conocimiento  de  nuestro Dios  y  Padre.  Eso  es  perdición
directamente.  No  necesitan  un  aparato  religioso  que  los  condene  o  los
saque  de  la  sangre,  como  practican maléficamente  en  los  tabernáculos
branhamitas, no necesitan que nos organicemos de una  vez por  todas  y
les saquemos de sus  templos de  la canallada dogmática y  les matemos a
pedradas o  les quememos, como queman en Ecuador a  los delincuentes:
nacieron  destinados a perdición. Imposibilitados de por vida de conocer a
nuestro único  y  verdadero Dios. Y porque no  le  conocen,  inventan otras
deidades  y  se  pasan  todos  esos  rollos  cinematográficos  imaginarios
inventándose batallas religiosas  inexistentes. ¡Oh, Dios, si alguno  lee este
modesto escrito, ojalá comprenda que no hay otros dioses, que tú eres el
Único Dios  Verdadero! No  hay más  dioses  en  los  aires,  en  los  infiernos,
debajo de  los mares o debajo de  la tierra, este es el Único Dios, y puede
destruir el alma y el  cuerpo de  cualquier  ser humano aun en el  infierno.
No tendrá batalla final con ningún ejército de otros dioses, la batalla final
y  decisiva  para  la  Gloria  de  Su  Nombre  y  la  bienaventuranza  de  los
salvados por Su Gracia, será contra un ser creado, originalmente  llamado
Luz Bel, que nunca alcanzó categoría de Dios aunque  intentó serlo y que
por ser testigo directo de las cosas celestiales sabe concienzudamente que
hay un solo Dios, justamente el mismo Dios que lo destruirá, porque él no
puede,  no  ha  podido,  no  podrá  jamás  vencerlo,  ni  herirlo,  ni  tomarlo
prisionero.  Sabe  que  no  hay  otros  dioses  que  vengan  en  su  ayuda,
confabulados  en  sus  imaginarios  ejércitos  de  divinidades  terroríficas  en
contra  del Único  Dios  Verdadero.  El  diablo  sabe  eso,  sabe  qué  significa
decir Único Dios Verdadero. Sabe que no hay más dioses acampando en alguna  esquina  del  Universo  y  que  nunca  los  hubo.  Satanás  nunca  fue
empleado o servidor de otro Dios que  jamás existió. Y sabe que él nunca
fue un dios, incluso sabe que los hijos de Dios conocen certeramente que
no existe otro dios. Nunca los hubo. En fin, todavía sabe más, conoce que
fue  él  quien  envolvió  a  la  religión  en  toda  clase  de  disputas  teológicas,
jurisdiccionales, sectarias, dogmáticas y hasta políticas y filosóficas, y sabe
que hizo eso no porque fuese un dios, sino porque Dios le entregó en sus
manos al Aparato religioso para su propia confusión. Ya tenía experiencia
en el  tema, en  los  tiempos del profeta Miqueas,  ya había oficiado  como
espíritu  de  mentira  en  los  profetas  hebreos  oficiales  del  rey  Acab:  los
confundió  exitosamente  a  todos.  También  está  escrito  al  respecto  en
Apocalipsis: "...satanás, el cual engaña al mundo entero" Apoc. 12:9
¿Qué de  sus hijos  e hijas? Podemos observar  en una pequeña  reseña  el
tema. ¿Qué clase de hijos e hijas produce Dios? Hermanos, la sentencia de
los  géneros  y  las  especies  está  establecida  desde  los  prados  del  Edén:
"Produzca cada simiente según su género." Si un africano tiene hijos, tiene
africanitos, con sus mismos colores y características; si un quechua  tiene
hijos,  tiene  hijos  e  hijas  quechuas,  con  sus  mismas  características
fisiológicas  y  hasta  de  costumbres  e  inclinaciones.  Y  sin  un  chino  tiene
hijos o hijas, pues, es lo mismo. Y si pensamos que la creación del hombre
fue pensada antropológicamente, digamos, con  la premisa de que sería a
imagen y semejanza de Dios, cuando hablamos de un Dios Padre que tiene
hijos e hijas, ¿qué clase y qué características exhibirían ellos en medio de
los  demás  hijos  e  hijas  de  habitan  esta  tierra?  Obviamente  que
manifestarían características de su Padre. Pues, si Dios tiene hijos e hijas,
entonces estamos hablando exactamente de hijos e hijas de Dios. Un Dios
Padre, por consecuencia natural, produce diosecitos o dioses hijos. Seres a
imagen  y  semejanza  de  Dios.  Cuando  Adán  vino  a  ser  un  ser  viviente,
dejando atrás su estado de creación inanimada, lo llegó a ser por causa del
hálito de Dios. Todo el mundo sabe que es el espíritu el que da vida a un
ser humano,  si usted  le quita  el  espíritu  a  ese  individuo o    a  esa mujer,
deja de existir. Él creó todos los espíritus, eso lo sabe cualquier teólogo. Y
cuando un hombre y una mujer reciben esa promesa portentosa de Dios,
llamada el Espíritu Santo, que es ni más ni menos que el Espíritu de Dios,
el Padre, ¿qué se supone que viene a ser esa persona? Si una cosa no es,
pues  no  es  eso  que  se  revuelca  en  una  iglesia  evangélica  cuando
supuestamente  reciben el Espíritu Santo. En ese momento  los  individuos
son  adoptados  hijos  e  hijas  de  Dios  y  son  nuevas  criaturas,  nacidas  de
nuevo,  restauradas a  su  condición de hijos e hijas de Dios,  y,  como dice
Pablo, su mente viene a ser la mente de Cristo. Algo más alto que andarse revolcando  cada  vez  que  les  llega  un  tiritón  místico  y  metafísico.  En
conciencia de sus naturalezas de hijos e hijas de Dios, usted no puede ir a
venderles el cuento de que existen otros dioses aparte de Dios, el Único
Dios  Verdadero.  Por  supuesto  que  no,  porque  si  un  demonio  sabe  que
Dios es uno y cree y tiembla, ¿cuánto más claro estará un hijo o una hija
de Dios al respecto? Tampoco podrá convencerles de que el diablo es un
dios que opone su deidad al Único Dios, que resulta ser su Padre Celestial.
Ningún extraño le dice a un hijo cómo es su padre, como se llama su padre
ni    donde  vive  su  padre.  Y  en  cuanto  a  relaciones  humanas  y  extra
humanas, los enemigos del padre de cualquier hijo o hija, son también sus
enemigos,  por  cuestión  natural  y  espontánea.  Así  que  veamos,  si  Dios
tiene comportamientos reñidos con la religión, ¿cómo se comportarán sus
hijos e hijas? Y  si Dios es el Único Dios, ¿a qué otro dios podría  temerle
alguno de sus hijos e hijas? Y si Dios es el Único y Todopoderoso Dios que
puede destruir a otro  ser humano aun en el  infierno, ¿a qué demonio o
deidad supuesta puede temer un hijo o una hija de Dios? "Un solo Señor,
una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos... un Dios y Padre de todos...
un  Dios  y  Padre  de  todos..."  Cualquiera  que  tenga  conciencia  y
conocimiento  cabal de que  es  el hijo del único Dios que  existe, no  sé, a
menos  que  enloqueciese  sufriría  pánicos  y  tormentos  con  la  idea  de  la
existencia  de  dioses  terribles  que  pueden  desestabilizar  o  destruir  a  su
Padre, o enloquecerle a él. Pensemos al respecto, analicemos cómo sería
un hijo e hija de Dios en plena función de sus facultades, examinemos sus
hijos e hijas, no seamos tan    indiferentes y descuidados en el tema; y no
seamos  tan  livianos  y  desubicados,  no  vayamos  a  ellos  con  cuentos  de
otros dioses, no hagamos el  ridículo. Aunque es  la  tónica, ¿no? El diablo
sedujo personalidades más  santas  en  la Gloria para  intentar  su  arrebato
del Trono de  la Única Deidad,  santos de  santidad absoluta eran  también
Adán y Eva, cuando el diablo entró al paraíso en su busca.  Por eso es que
resulta un verdadero halago inmerecido el que un demonio me ataque, o
que  algún  religioso  me  ataque  en  nombre  de  sus  credos  y
denominaciones,  porque  eso  confirma  la  paternidad  de  uno.  Ahora,
sigamos pensando, si nosotros vamos a hijos e hijas de Dios con  falacias,
mitologías, teologías místicas, modales religiosos y amenazas sectarias de
infiernos  y  castigos,  ¿no  será  que  estamos  siendo  manipulados  por
satanás  para  atacar  la  grey  de  los  hijos  e  hijas  de  Dios?  Tenemos  una
palabra  bíblica,  yo    que  no  se  cree mucho  en  la  Biblia,  pero  siempre
insistiré  en  una  palabra  bíblica  para  cuando  la  ocasión  lo  demande,  hay
una palabra bíblica: "No creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus..."
1 Jn. 4:1. Ajá, pero no seamos unilaterales, no solo examinemos el espíritu del  otro  o  de  la  otra,  examinemos  el  espíritu  que  nos  motiva,  a  qué
apunta,  qué  persigue,  si  actúa  como  un  hálito  de  Dios  o  como  una
influencia satánica, que parecen inofensivas, no se explica de otra manera
cómo  Eva  cayó  en  sus  redes,  debe  haber  sido  un  discurso  muy,  muy
inofensivo. Tampoco uno no se explica cómo sedujo a  tantos millares de
seres celestiales que habitaron siempre en santidad, creados en santidad y
sirviendo  en  santidad,  para  rebelarse  contra  el  Creador,  debe  de  haber
sido el discurso más "inofensivo y sensato" de la Gloria. De buen talante y
muy  sobrio  también,    fue  el discurso de  satanás  en  el desierto  frente  al
Señor Jesucristo. 
Es indiscutible, Dios tiene hijos e hijas que manifiestan sus características,
nadie  les dice a ellos cuantos dioses hay, viven al amparo de Dios. Nadie
les  tocará un  cabello:  caerán mil a  su  lado y diez mil a  su diestra pero a
ellos no  llegarán, nadie  los arrebatará de su mano. Dejaría de ser Dios al
momento de que alguna deidad o algún demonio le arrebatasen uno solo.
Habría allí una alarmante  señal de poder  limitado en  su Deidad. En esas
condiciones ya no sería Dios. La Biblia no dice que alguna vez le quitaron a
uno: Él decide  la salvación o  la perdición de cualquier  ser humano. Cuán
ridículo es el papel de la iglesia denominacional, decidiendo quién es salvo
y condenando a cuantos se le da la gana; no tiene vergüenza para fornicar
con  los  señores  de  este mundo, mucho menos  tiene  vergüenza  de  sus
posturas ridículas. Tampoco dice que Dios permite a otra deidad el castigo
o  la prueba de sus hijos e hijas: es al diablo a quién se encomienda o se
permite  un  zarandeo. No  es  a Odín  o  a  Zeus,  no  son  entregados  en  las
manos  de  Júpiter  o  de  Tor,  no,  porque  no  existen.  Solo  hay  un  Dios
circulando  por  el  firmamento,  todo  lo  demás  es  obra  de  sus  manos.
Tampoco existe tal cosa como un hijo de Zeus, un hijo de Odín, un hijo de
Viracocha  o  un  hijo  del  Sol,  la  situación  es  esta:  o  se  es  hijo  del  diablo
directamente  o  se  es  hijo  de  Dios.  Cosa  rara,  los  protestantes  luchan
contra el concepto de Purgatorio y los tiene sin cuidado porque saben que
no  existe,  pero,  cómo  luchan  contra  panteones,  cosmogonías  y  olimpos
inexistentes. Es hasta anecdótico, ¿no?
Esta es la realidad concreta de la iglesia protestante, no se merece a Dios.
Se  ha  construido  una  imagen  tan  cruel,  tan  astuta,  tan  blasfema,  tan
hereje,  tan  criminal,  tan mentirosa,  tan  codiciosa,  tan  supersticiosa,  tan
idólatra   y  tan prostituta, que es  totalmente  imposible que Dios venga a
establecer  su  campamento al amparo de ella. No es posible que Dios, el
Altísimo  y  Único  Dios  existente  y  siempre  existente  pueda  rebajarse  a
caminar  en  medio  de  una  jerarquía  tan  apóstata  y  blasfema.  No  pudo
hacerlo  y  no  lo  hizo  con  los  altos  funcionarios  del Único  Templo  que  lo albergó alguna vez,  jamás vendrá a  respaldar  funcionarios de un aparato
religioso  que  jamás  albergó  su  Gloria  en  algún  rincón  santísimo
organizacional de  iglesia protestante. No  conocen a Dios, no  conocen  su
proceder,  su  estilo.  Predican  a  boca  llena  que  Dios  no  cambia  y  ellos
mismos  no  comprenden  que  no  cambia,  no  entienden  de  su
inmutabilidad. Como  ellos  son  cambiantes,  imprecisos  y  ambiguos  como
comerciante que busca una mejor oferta, no entienden la naturaleza y los
comportamientos de Dios. Predican  lo que aprendieron de  las disciplinas
teológicas  y  escolásticas  que  aprendieron  en  los  institutos  y  seminarios,
pero  nunca  fueron  enseñados  por  Dios  en  el  plan  de  enseñanza  que
prometió  en  Cristo, por  vía  del  Espíritu  Santo:  "Él  os  enseñará  todas  las
cosas..." Juan 14:26. No  les hace falta, tienen títulos, grados y post grados,
ya está. Predicarán toda su vida del único dios que conocen, el de satanás
disfrazado de deidad, católica primero, protestante hoy. Gran problema el
de madre e hija, se han  interpuesto entre Dios y  los hombres, como una
especie de  aduana  u oficina migratoria:  todos  los que quieren  ir  a  estar
con Dios deben pasar por sus puertas y obtener la visa de salvación. Nada
más falaz que eso. 
¿Por qué no creen en Dios los ateos? Porque engañados en el concepto de
que la iglesia organizada y legitimada representa a Dios, al verla actuar tan
criminal e  incongruentemente,  y  tan prostituida  con  todos  los gobiernos
de la tierra y en medio de tanta voracidad económica, y tantos escándalos
inmorales  tan  reiterativos  como  enfermizos,  rehúsan  razonablemente
creer en el Dios que dice representar el clero. Lo que ignoran los ateos es
que Dios jamás habitó en,  o designó que la iglesia le representara sobre el
planeta. Ignoran que Dios se representa en el ser humano, ignoran que el
ser humano es la imagen de Dios y no la imagen de la religión. (Es todo un
mosaico  lo  impuesto  por  cada  credo:  el  creyente  mormón  tiene  su
característica,  parecen  mormones  todos  aquellos  de  camisa  blanca  de
manga  corta;  los  Testigos  de  Jehová,  son  conocidos  por  sus  propias
características:  todos  aquellos  que  andan  de  dos  en  dos  golpeando
puertas,  lo son;  los evangélicos pentecostales,  ídem: se ponen trajecito y
corbata  y  lucen  un  maletincito  en  sus  manos  cada  domingo:  son
evangélicos).  E  ignoran  tanto  como  la  iglesia  organizada,  que  Dios  está
parado  fuera  de  ella,  llamando  a  los  suyos,  porque  no  hay  iglesia  en  el
planeta  que  sea  digna  de  uno  solo  de  sus  hijos  e  hijas.  Todos  los  suyos
saldrán fuera de ella, porque las plagas que se vienen sobre ella, no serán
sufridas por sus amados. Y todo hijo e hija oirá ese llamado y saldrá, eso es
indefectible e  inexorable. No se  trata de entender  tal o cual doctrina,  se trata  de  oír  ese  llamado.  Y  no  se  hace  mucho  problema  llamando,  es
escueto y sencillo: "El que tiene oídos para oír, oiga..." 
Determinante  e  irrefutable: Dios  no  está  dentro  de  la  iglesia  organizada
esperando al hombre, está afuera una vez más, y esta es  la vencida. Dios
le  da  una  bofetada  al  aparato  religioso  y  nos  demuestra  que  no  es  la
iglesia denominacional  el  lugar donde  se encuentra  con  su hombre o  su
mujer.  No  ha  elegido  Él  a  este  aparato  protestante  como  el  lugar
específico  de  su  entrevista  con  el  hombre  que  creó:  Él  es  quién  decide
dónde,  cuándo  y  cómo  se  encuentra  con  sus  hijos  e  hijas.  En  este
momento  dispensacional  está  afuera,  pese  a  1500  años  de  esfuerzo
eclesiástico  por meterlo  dentro  de  sus  templos  oficiales.  Y  llama,  llama
para que salgan, no está llamando para que entren y repleten las iglesias.
O, para que le dejen entrar, eso de ninguna manera. ¿Quiénes pueden oír
su  voz  llamando  fuera?  ¿Acaso Eklessia no es una  voz griega que quiere
decir  "sacado  fuera"?  Llama,  llama  a  que  salgan,  Él  no  entrará  jamás  a
arrebatar  ninguno  de  los  suyos  ni  a  disputar  almas  que  no  tengan  oído
para oír su llamado final. No contradice la natura del efecto pastoral: "Las
ovejas oyen su voz y le siguen... y le siguen... y le siguen..." Más claro, van
tras  de  Él. No  es  Él  quien  anda  detrás  de  nosotros,  es  al  revés.  Faltaba
más,  tener  a  esa  Omnipotente  Deidad  creadora  detrás  nuestro,  como
perrillo apaleado y sometido. Aunque eso es lo que ha hecho la iglesia con
la imagen de Dios, lo ha convertido en un mamarracho que cumple todos
los  deseos  del  hombre  y  obedece  a  todos  los  payasos  religiosos  que  le
mandan  qué,  cómo  y  cuánto  tiene  que  hacer  por  ellos.  No,  no  y  no,
señores:  Él  es  la Deidad  y  todo hombre debe  someterse  a  Él  y hacer  Su
Voluntad. No es Dios quien tiene que hacer la voluntad de los hombres. Es
terrible, se han calzado un nombramiento clerical y creen, y hacen creer al
mundo, que tienen poder o ascendiente sobre Dios y que pueden hacerlo
hacer lo que ellos quieran, y que pueden meterlo a todo templo que ellos
quieran,  y  que  pueden  hacerlo  arrodillar  delante  del  gobierno  que  ellos
quieran,  y que pueden hacerlo decir  lo que  ellos quieran,  y que pueden
hacerlo aceptar y bendecir  lo que ellos quieran. Ceguera total y absoluta,
digna de un religioso  laodiceano: Dios ama, glorifica, bendice y se agrada
de quienes hacen  Su Voluntad. Nunca  fue de otra manera. No entrará a
sus  iglesias  así  lloren  como  plañidera mejicana  o  ayunen  el  ayuno más
multitudinario y largo de la historia: Él está llamando a que salgan fuera de
la  religión.  "Salid  de  ella,  pueblo mío,  para  que me  seáis  hijos  e  hijas...
"Apoc. 18:4. Si esta palabra no nos enseña el método en que Dios hace hijos
e hijas, no sé, seguirán hasta el fin de los tiempos creyendo que los hijos e
hijas de Dios se hacen al  interior de  las  iglesias. Si esta palabra bíblica no nos enseña que  la  iglesia nominal  le estorba a Dios cuando quiere hacer
de un  ser humano  su hijo o hija, no  sé. Si no nos damos  cuenta en este
pasaje bíblico que nadie es hijo de Dios mientras esté bajo el  techo  y  la
sujeción  de  las  iglesias  denominacionales,  no  sé,  nada  que  hacer  con  el
sujeto en cuestión. Si no salen, es porque no tienen interés en ser un hijo
o una hija de Dios y aman más su aparatito religioso y sus dogmas, que la
amorosa y poderosa palabra de Dios. "Salid de ella, pueblo mío, para que
me seáis hijos e hijas, salid de ella, pueblo mío, para que me seáis hijos e
hijas..."  Yo  rogaría  a  todos quiénes  lean  y  a  todos quienes  lleguen  estas
palabras  que  comprendan  un  elemento  clave  y  decidor  de  todo  este
accionar de Dios en el último tiempo: Es la última llamada.
Los  ateos,  científicos  e  intelectuales  que  reclaman  documentación,
información, historia elementos arqueológicos  y antropológicos, pruebas
epistemológicas  y  una  exposición  seria  y  veraz  de  la  existencia  de Dios,
están muy próximos a ver satisfechos sus requerimientos: Le veremos. Le
verán  los  científicos,  todos  los  intelectuales  y  todas  las  religiones  del
planeta;  todas  las  clases  sociales,  todas  las  etnias  y  todas  las  naciones.
Solo  que  entonces  ya  no  tendrán  tiempo  de  corregir  sus  enciclopedias
evolutivas ni  sus  sistemas  educacionales, ni  sus doctrinas  religiosas  y no
habrá  tiempo  para  escribir  la  historia  verdadera  de  Dios  a  ninguna
civilización,  ni  terrena  ni  extraterrestre:  porque  el  tiempo  habrá
terminado. Todos los procesos humanos habrán llegado a su fin y el Nuevo
Orden Mundial ya no  será establecido  sobre  la voracidad  imperialista de
ninguna "gran" nación sobre la tierra. No querrán enterarse del programa
general del Nuevo Orden Mundial dirigido por Dios: en ese nuevo Orden
Mundial no habrá cabida para ateos, ni para intelectuales , ni para artistas
agnósticos,  ni  para  funcionarios  religiosos,  ni  para  reyes  y  gobernantes
imperialistas, porque para el horror aristocrático de los que se repartieron
prepotentemente el mundo y sus riquezas, alegremente bendecidos por la
iglesia  católica  y  su  aplicadísima  hija  protestante,  verán  que  los  pobres
serán  los privilegiados y no ellos, que  fornicaron con  la madre y  la hija y
que participaron activamente, por vía militar, en el sometimiento y en el
engaño  perverso  de  todos  los  habitantes  de  la  tierra,  y  que  relegaron  a
Dios  a  un  segundo  plano,  renegando  de  su  oficio  de  Creador,  para
establecer  al  mono  como  el  padre  de  todos  los  seres  humanos.  Le
veremos  como Él es. Entonces,  terminarán  las discusiones eclesiásticas y
los devaneos teológicos, y las especulaciones científicas. Nadie de ninguna
religión  universal,  podrá  siquiera  abrir  su  boca  para  decir  algo:  será  el
instante de la adoración y la alabanza de sus amados. No se oirán bandas
rockeras,  ni  cantantes  evangélicas  pintarrajeadas  contorneándose,  ni raperos "perreando" sus  ignominiosas canciones dogmáticas, comerciales
y  religiosas:  estarán  temblando.  Su Magnificencia  y Majestuosidad  será
insoportable  para  los  hijos  de  las  denominaciones  protestantes,  no
tendrán  donde  esconderse.    Los  jerarcas  religiosos  conocerán  entre
estremecimientos de pánico al Dios que obligaban a  ir a  la  iglesia, al Dios
que decían tener en sus iglesias, temerán oír el famoso y aterrador "Nunca
os  conocí..."  Y  lo  oirán.  Todo  habrá  terminado.  El  Vaticano  y  la  Iglesia
protestante, y el criminal imperio protestante que derramó cuánta sangre
quiso sobre el planeta, sabrán que lo único que viene a continuación para
ellos  es  tan  solo  juicios,  juicios  y  juicios. No  habrá  imperios  ni  aparatos
eclesiásticos en  la nueva  tierra y sus nuevos cielos.   Descenderá  la Santa
Ciudad ataviada como una esposa para su Señor y no verán en ella templo
alguno:  nunca  lo  hubo.  Entonces,  recordarán  toda  la  historia  bíblica  y
sabrán  que  ni  siquiera  hubo  templo  de Dios  en  el  Paraíso  y  recordarán,
como  buenos  y  estudiosos  teólogos,  que  sobre  la  tierra  hubo  solo  un
templo de Dios hecho por mano de hombre y  recordarán que  Jesucristo
no hizo un solo amago siquiera en pro de su restauración cuando estuvo
en  la  tierra  realizando  la maravillosa  y  dolorosa  proeza  de Redención,  y
recordarán  la  profecía  de  su  destrucción,  y  su  destrucción  misma.
Entonces,  comprenderán  que  Dios  jamás  estuvo  en  sus  templos
organizacionales, ni en  sus  iglesias, ni en  sus  catedrales, ni en  sus  viejos
cines  acomodados  como  iglesias.  Mirarán  a  los  gozosos  salvados  y
comprenderán que hay una  sola manera de alabar como ellos alaban en
esa  hora  estremecedora  y  terrible,  sí,  porque  notarán  que  alaban  como
aquellos  cristianos que ejecutaba  la  ramera  religiosa  romana,  y  solo una
clase  de  seres  humanos  puede  cantar  en  un momento  tan  escalofriante
como  el Día de  Su Manifestación,  tan  repentino  y  tan  inesperado,  y  tan
poco  parecido  a  como  ellos  predicaban  que  sería  su  Aparición:  solo  un
hombre  y  una  mujer  convertidos  en  templos  humanos  de  Dios  puede
gozarse así en una instancia tan conmocionante como aquél. Entonces, en
un  arrebato  impulsivo  correrán  hacia  Él  gritando:  "¡Señor,  Señor,  en  tu
nombre echamos fuera demonios, en tu nombre hicimos muchos milagros,
Señor,  Señor...!"  Mateo  7:22.  Probablemente  Dios,  el  Único  Dios,  el  que
nunca  tuvo  otro  dios  como  adversario  o  contrincante  en  materia  de
deidad, ese Dios que nunca acampó en alguna iglesia organizacional y ese
Dios  que  nunca  bendijo  ningún  imperio  criminal,  dejará  oír  su  voz  sin
mirarlos siquiera y pronunciará su terrible: "¡Apartaos de mí, malditos, al
fuego eterno. Nunca os  conocí obradores de maldad...!" Y  será entonces
que  conocerán  en  carne  viva  el  lloro  y  el  crujir  de  sus  propios  dientes,
mientras ángeles les conducirán al destino de castigo. No habrá otros dioses cayendo junto a ellos, ninguno. Entonces conocerán
que  Dios,  es  el  Único  Dios;  que  siempre  fue  el  Único,  que  nunca  hubo
panteones,  olimpos,  limbos,  ni  dioses  falsos,  ni  nada.  Comprenderán  el
significado totalitario de su declaración soberana; "¡Vivo yo, dice el Señor,
y ante mí se doblará toda rodilla...!" Rom. 14:11. Entonces, conocerán que
Dios  reinaba  solo  en  el  universo,  absolutamente  solo;  que  era  el  Único
Dios Viviente que se paseaba en el firmamento, que su carro de fuego era
el único carro sobrenatural que transportaba a un Único Dios, y que todos
los cielos de  los cielos estaba  llenos de su sola Presencia omnipotente, y
que todo estaba bajo sujeción de su Diestra todopoderosa; y en ese trance
irremediable comprenderán su voz cuando nos dijo a todos los habitantes
de  la  Tierra;  "¡Fuera  de  mí,  no  hay  quién  salve."!  Isaías  43;  11. 
Comprenderán  entonces  la  inutilidad  de  sus  espléndidos  aparatos
religiosos  y  tendrán  que  reconocer  que  solo  propagaron  un  vil  engaño
ofreciendo a todos sus esclavos religiosos una salvación que jamás podrían
darle. Y  recién  comprenderán  la  imbecibilidad dogmática de  su obsesión
delirante  de  querer meter  ese  tamaño  Dios  Viviente  y Majestuoso,  del
cual está escrito que los cielos de los cielos no lo pueden contener, dentro
de  sus  templos    religiosos.  Comprenderán  en  aquél  momento  que  el
nombre de sus poderosas organizaciones nunca significó algo delante del
Nombre  de  Aquél  que  con  incontrastable  autoridad  está  decidiendo  el
destino  final de  todos  y  cada de  los habitantes del planeta, de  todas  las
edades de  la  tierra  y  sus  generaciones. Conocerán que ninguno de  ellos
será  llamado  a  tomar  decisiones  por  Dios  y  que    ninguna  organización
estará presidiendo  los  juicios de Dios,  y que Dios no  consultará ninguna
jerarquía denominacional frente a ninguna de  las decisiones que  le verán
tomar  en  aquél  terrible  y  glorioso  día.  Compartirán  entonces  su  destino
con  el  ángel que  los  engañó  toda  la  vida  con  el  cuentico organizacional,
con  esa  bella  y metafísica  historia  religiosa,  con  ese místico-materialista
discursillo  de  iglesia  aristocrática  denominacional,    doblado,  vencido,
sobre  el  cual  se  maravillarán  todos  los  reyes  y  poderosos  de  la  tierra
diciendo:  "¿Es  este  el  varón  que  hacía  temblar  la  tierra...?"  Isaías  14:16.
Convertido  en  una  verdadera  piltrafa,  derrotado,  absolutamente
derrotado, como lo está desde las primeras instancias del calvario hasta su
abatimiento  total  en  Su  Resurrección.  Conocerán  entonces,  que  jamás
antes  satanás  hubo  estado  reinando  alegremente  en  el  infierno  con  sus
demonios, llevando gente y atormentándolas allí, como enseñaron tantas
veces en sus propios púlpitos del protestantismo oficial: se darán cuenta
tardíamente que satanás el diablo, nunca quiso  llegar allí; conocerán que
el  diablo  está  por  primera  vez  allí,  cayendo  a  su  castigo  infernal. Comprenderán también entonces, que fueron engañados y lucharon toda
su  vida,  amenazaron  todos  los  días  de  la  historia  eclesiástica  a  los
seducidos por sus dogmas y credos con un enemigo totalmente vencido y
que ni siquiera fue dios jamás, de ninguna clase y en ningún lugar. Luego,
no  comprenderán más,  ensordecidos  en  sus propios  gritos de  espanto  y
desolación de comprender demasiado  tarde el precio de su empecinado,
ciego y materialista afán religioso denominacional. 
Del otro  lado,  los salvados de Dios,  los veinticuatro ancianos postrándose
ante Dios, toda la gran multitud de hijos e hijas de Dios, todos esos que no
apoyaron  sus ministerios en poderes y autorizaciones denominacionales,
todos esos que  se desparramaron por el mundo en el Nombre del Rey y
que  fueron asesinados, despreciados, censurados, perseguidos por causa
de Su Nombre, por amar únicamente ese Nombre, por servir únicamente
en ese Nombre, por presentarse por doquier únicamente en ese Nombre,
sin presentarse jamás en nombre de organización religiosa alguna;  y Dios,
el discutido Dios, el filosofado Dios, el teologizado Dios, el organizado Dios
el Dios  que  solo  creyeron  los  desposeídos  y  los marginados  del  sistema
político  y  de  todos  los  aparatos  religiosos  de  la  tierra. Dios  el  Padre,  el
Único  y  Verdadero,  el  Dios  Altísimo,  el  que  vive  y  estuvo  muerto,  el
Primero  y  el  Último  Dios,  con  una  voz  como  un  estruendo  de  muchas
aguas hará una invitación muy diferente de la que rugió a la clase religiosa
que envió a  las  tinieblas de afuera,  se dirigirá a  los que  lloran de gozo y
júbilo  indescriptibles, humillados  en  adoración  a  los pies del  Trono  y  les
dirá: "Entren al gozo de Su Señor, benditos de mi Padre. Sobre poco fueron
fieles,  sobre muchos  los pondré."  Y  se  animarán  entonces  a  levantar  sus
cabezas los auténticos y genuinos héroes sufridos y despreciados varones
y  mujeres  del  cristianismo,  con  todas  sus  cicatrices  de  tormentos  y
persecuciones, y mirarán al que está en el Trono por entre el torrente de
lágrimas y verán a uno como un Cordero Inmolado y sabrán quién y cómo
es,  y  verán  corroborado  su  conocimiento  del    Nombre  de  su  Dios,  ese
Nombre dulce y discutido a su vez, ese Nombre que curiosamente no negó
jamás el mundo, no discutió jamás, ni rechazó con la saña y la virulencia, y
con  esa  crueldad  sanguinaria  que  lo  negó  la  religión  pagana,  blasfema,
trinitaria,  dogmática  y  prostituta  que  decía  representar  a  Dios  sobre  la
tierra;  ese  glorioso Nombre  que  todos  ellos  sabían  ya  desde  el  día  que 
fueron sellados con las arras de su Redención, el día que fueron adoptados
hijos  e  hijas  de  Dios.  Avanzarán  el  último  tramo  de  su  peregrinación
rumbo  a  tomar  posesión  del  Reino  prometido,  a  cumplir  su  destino  de
reinar con Él, mientras son consolados uno a uno por esas manos gloriosas
que lucen ciertas cicatrices de clavos, por ese extraordinario Dios, por esa excelsa  Deidad  Única  y  Omnipotente,  por  ese  inefable  Redentor  que
derramó su propia sangre, esa sangre de Deidad, esa sangre incorruptible,
esa  sangre  eterna  para  que  ellos  estuviesen  allí,  en  esa  gran  reunión
multitudinaria  de  salvación.  Amén.  Sí,  ven,  Señor  Jesús.  El  Espíritu  y  la
Esposa dicen: Ven.

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