XVI
DIOS.
En el principio, creó Dios los cielos y la tierra.
Ahora el hombre es como uno de nosotros.
Génesis.
Dios, Dios de los espíritus de toda carne.
Libro de Números.
Yo dije: vosotros sois dioses, pero como hombres moriréis.
Salmo de Asaf.
De la historia universal del hombre, estamos bien enterados. Así, gracias a
la ciencia, también estamos enterados de la ingeniería biológica del
hombre, sobre todo, con el desarrollo del genoma humano; y también
podemos decir, que más o menos se conoce bien o bastante de la
sicología de este ser humano.
Nosotros, los llamados creacionistas, no tenemos dudas respecto al origen
del hombre. Estamos claros, seguros y totalmente convencidos de alma,
espíritu y mente que el hombre proviene de Dios. Eso es lo que lo
convierte en la gran maravilla majestuosa de la creación. Los
evolucionistas tienen el irresoluto drama del eslabón perdido para
probarnos con certeza científica la procedencia de "su" hombre y
apoyados en todos los cacharros y fósiles que amontonan en museos,
laboratorios y subterráneos, y en todas sus cada vez más cambiantes
hipótesis al respecto: lo mismo decidieron publicar oficialmente que "su"
hombre descendía del mono. Haciéndose trampas ellos mismos, porque
mantienen una deuda epistemológica de larga data con ellos mismos en la
cuestión veracidad y elementos probatorios que den por cierta y
verdadera su teoría del mono humanizado. Es un problema de ellos, a mí,
y creo que al resto de los creacionistas, nos tiene sin cuidado el drama de
ellos. Para mí, y creo que para los demás que adscriben esta tendencia ya
definida, todo está resuelto: el hombre fue creado por Dios, tal y como lo
conocemos. Y así es que está también clasificada la división de la humanidad, esa es la
real división de, usemos el término de los evolucionistas, las especies: el
hombre animal y el hombre espiritual. Los que creen descender del
macaco están felices de su procedencia animal originaria y nosotros,
estamos más que alegres, nos regocijamos en el conocimiento revelado de
ser hijos e hijas de Dios, pensados en el principio, en la mente de Dios,
para llegar a ser lo que somos. Sin embargo, en base a la división
insoslayable mencionada, para ser justos, ambas propuestas tienen razón:
hay una civilización que evidentemente desciende de Dios y otra que
desciende de... Bueno, no del mono, precisamente, ni del bagre, como
propone una damita evolucionista que tiene de cabeza a los que
defienden al mono como su ancestro original, otro es el bicho que ha sido
el progenitor de la otra especie, de la civilización animal, digamos. Así no
se ofende nadie, pues ellos mismos clasificaron al hombre en la especie de
los animales. Hablar del animalito que dio inicio a la otra civilización nos
gastaría un par de libros completos, pero si nos remitimos al episodio del
Edén, tendrán ustedes una pista; y si pueden notarlo, se explicarán de
paso por qué es que el eslabón perdido de los evolucionistas no aparecerá
jamás. ¿Les doy una pista? Buscan mal en el macaco. Punto. De hecho, las
cosas que no aparecen se deben exclusivamente a que se busca mal y en
lugar equivocado o inexacto, como cuando se te cae una moneda en un
rincón oscuro y vas a buscarla a la esquina que tiene luz, sin traer la luz
que tienes más allá al lugar donde cayó la moneda. Algo así.
Palabras más, cacharros menos y fósiles al margen, de una u otra manera,
en general, todos conocemos una buena parte de la historia del hombre y
su procedencia. Pero, de Dios, los orígenes de Dios, la historia biológica de
Dios, su Genoma, de su conformación sicológica: nada, no sabemos
absolutamente nada. No tenemos una biografía concreta y acertada de
Dios. Tan así, que hasta en medio de los creyentes de Dios hay
controversias irreconciliables al respecto, extensas e intensas discusiones
a cómo es, como se llama, cómo se manifiesta, cómo se aparece, es único,
es tres personas simultáneas, es rubio, es viejo, es malo, es celoso, es
misericordioso, va a la iglesia, está encerrado en la iglesia, es evangélico,
es católico, vive en las iglesias de los ricos, vive en las iglesias de los
pobres, habla en inglés, habla en hebreo, habla en latín, es rubio y de ojos
azules, es moreno, esta crucificado en la iglesia católica, lo tienen dentro
de la iglesia evangélica, atiende en Estados Unidos, atiende en el Vaticano,
es revolucionario, es rockero, estuvo en América, murió en la India, etc.
Tan poca información tenemos de Dios que el desconcierto y la confusión
al respecto se han tornado en un debate Per sécula en el seno de todas las expresiones eclesiásticas que levantan el tema de Dios como ícono y
bandera de lucha. El mismo discurso de los ateos contra Dios es una
reverenda incoherencia, porque contradice sus propias reglas y posturas
científicas, porque si reclaman que Dios es algo que no ha sido probado
científicamente como existente, ¿a qué hacer tanto gasto filosófico,
profesional, técnico y lingüístico en combatir un algo que para ellos no
existe? Lo único que tienen los ateos es una base eclesiástica para rebatir
a Dios y eso ya es más bajo que la incoherencia y la incongruencia en tipos
tan inteligentes y cultivados como ellos. Tan incoherente y delirante como
la jerarquía religiosa que sostiene ante el mundo entero que Dios habita
en sus iglesias denominacionales, sin nada de Dios y con la falta total de
un solo texto bíblico para probarlo, o que les dé la razón.
El ateísmo, en su mayoría -y con ellos como cabeza notable, mister
Sigmund Freud-, asevera que Dios es una invención del hombre, del
hombre débil, que necesita algo de qué aferrarse para soportar el peso de
la existencia, para llenar sus vacíos e interrogantes sin respuesta a esas
educadas dudas que le crea el hombre mismo con sus razonamientos
educados y filosóficos. Una deidad que les explique lo inexplicable y les
cubra de todos sus temores internos y todos los horrores externos, esos
mismos horrores que le causa el mismo hermano hombre. Otros
investigadores enseñan y se empeñan en demostrar que la magia trajo a
escena no una, si no, muchas deidades. Mientras más deidades, más
cubierto y protegido el individuo, y más apuntalado en su odisea azarosa
de vivir.
Nosotros, solo tenemos la Biblia para dar fe fehaciente de la existencia de
Dios. La Biblia es la única herramienta veraz que tenemos para probarle a
la humanidad toda, científicos incluidos, que Dios es real, veraz y que
certeramente existe. O sea, en lenguaje expresado según el empleado por
la ciencia: nuestra prueba satisfactoriamente "epistemológica" de la
existencia cierta de Dios, es la Biblia. Ellos esperan, carbono 14 en mano,
una evidencia física o material para determinar la identidad y la existencia
de Dios; nosotros, Biblia en mano, podemos probar sin discusión relevante
alguna su existencia real, y aun: presentar testigos directos, y con eso
zanjamos abrumadoramente la cuestión. Porque, para empezar, la Biblia
ha logrado ser reconocida como un libro auténtico, coherente y veraz. Los
eventos que narra son comprobadamente reales, las generaciones
humanas que describe, existieron; los escenarios geográficos donde se
desarrollan sus narraciones, existen positivamente, tal cual son descritos
en ella; la historia Vetero y Neo testamentaria que nos relata es
comprobadamente cierta de manera absoluta e irrefutable. Entonces, ¿por qué no creen en el Dios que presenta en medio de toda esa
magnífica exposición veraz de hechos, personajes centrales y secundarios,
situaciones históricas, geografía y arqueología bíblica? La ciencia no tiene
elementos científicos para probarnos de manera efectiva y definitiva que
la Biblia es un libro mitológico y ficcional, como lo es el libro de los
mormones, por ejemplo. No, porque la Biblia a estas alturas resistió todas
las pruebas del tiempo y de hecho, es más comprobadamente veraz que el
mismísimo cuento del eslabón perdido que no les permite concluir
definitivamente que efectivamente el hombre desciende del mono. La
Biblia no tiene ese problema. Pues incluso, en medio de los Vedas, el
Corán, las enseñanzas de Buda, los escritos de Confucio y toda la
bibliografía de la filosofía universal, la Biblia luce más sólida y consistente
que todos ellos, con mayor autenticidad, hasta con evidencias de haber
sido plagiada y usada de fuente, en el mejor de los casos, de todos estos
libros humano-religioso-filosóficos mencionados y que patrocinan los
credos mayoritarios de la tierra. Más aun: estos mismos libros y profetas
mencionados en ellos, reconocen que el mayor profeta de todos los
tiempos es Jesucristo, por sobre Moisés, por sobre Mazda, por sobre
Zoroastro, por sobre Buda, etc. ¿Por qué entonces Dios no es reconocido
plenamente como una existencia real y veraz por ateos, científicos y
religiosos?
¿Incluí la religión en el listado de los incrédulos de Su Existencia? Claro
que sí: porque indefectiblemente son los menos que creen en la Divinidad
y su eterna existencia. Si creyesen, no hubieran levantado jamás altares a
otras deidades, jamás hubiesen negociado con el hombre la santidad, la
dignidad, la voluntad y la Palabra de Dios; nunca hubiesen poblado el
planeta de tantas agencias dogmáticas y apóstatas llamadas iglesias, que
venden bajo condenas de infierno y castigos divinos el falso cuento de que
este Dios existente y viviente habita en sus tugurios religiosos y
denominacionales. Y nunca, nunca hubiesen practicado tantos horrores
genocidas en contra del ser humano imponiendo el falso credo teológico y
organizacional de sus religiones protestantes sometidas al poder estatal
de sus respectivas naciones.
¿Por qué no creen en Dios ni la ciencia, ni el arte, ni la filosofía, ni la
religión? Porque no depende de ellos. Dios no se descubre mediante una
costosa expedición en su busca más allá de las estrellas. El hombre no ha
explorado ni la octava parte de la galaxia, no tiene tiempo ni medios para
ir en expedición en busca del lugar donde vive Dios. Dios no es hallado en
meticulosas y exhaustivas investigaciones por los más rancios y
tradicionales edificios dedicados a la religión denominada cristiana. No es hallado esculpiendo, pintando, escribiendo o cantando las mejores
creaciones de alabanzas, rituales e imágenes religiosas en su honor. No se
encuentra con el hombre porque éste le ofrezca lo mejor en ingenierías
edilicias como templos, capillas, catedrales o sencillos y sobrios edificios,
intentando "rescatar" y "unir" a la humanidad con Dios a través de ellos.
Ni la arqueología cristiana, ni la antropología cristiana ni la más brillante
exposición teológica de todos los tiempos lograrán jamás dar a conocer la
naturaleza y condición de Dios a nadie.
Dios, ese indiscutible existente sempiterno, está velado para toda la
humanidad: es Dios, es la Suprema Deidad, es el Único Dios verdadero (los
otros son mitológicos, inventados, no existen otros dioses en mayor o
menor condición de divinidad y con poderes distintos), Él es el que
siempre fue. El Absoluto, no tiene lucha contra ningún otro dios, como
luchan las religiones aquí, esa lucha demencial con no sé cuantos dioses
de no sé cuántas mitologías y cosmogonías ficticias habidas y por haber. Es
el Todopoderoso, el Omnipotente, el Omnisciente. Y en esa condición
única y absoluta es Él quien elije a quien se da a conocer. "Fui hallado de
los que no me buscaban." Isaías 65:1. Sentenció. El medio por el cual se da
a conocer, es lo que ha venido a ser la columna vertebral de la Única
Iglesia del Único Dios Vivo y Verdadero, ese medio se llama La Revelación.
Y como ya expliqué en un capítulo anterior, la Revelación tiene una
característica propia, inmutable y no rectificable: ni carne ni sangre
pueden transmitirla: solo el Padre que está en los cielos. Atrapados en
este concepto, todo teólogo, exégeta, pastor, apóstol o ministro
grandilocuente de la más calificada y aristocrática iglesia internacional,
cae en la mentira al decir o al pretender que enseña a conocer a Dios a sus
acólitos, a los miembros de su iglesia o a las multitudinarias teleaudiencias
que congrega alrededor del aparato de televisión por el globo entero.
Nadie enseña a otro quién y cómo es Dios. De hecho, en la Biblia, no
encontramos página alguna referida a la biografía de Dios. El único que
podía escribir una biografía detallada de Dios era Jesucristo, nunca lo hizo:
ni siquiera le reveló a Pedro quién era Él, sino que obedece a lo
establecido y deja que el Padre revele a Simón Pedro. Esteban, muriendo
en su martirio atroz dice: "¡Veo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre que
está a la Diestra de Dios...!" Hch. 7:56. No dice que ve a Dios directamente.
Juan, en el Apocalipsis, frente a la visión del Trono, solo ve a un cordero
como inmolado ocupar aquél sitial divino. Pablo, refiriéndose a Jesús, dice
en Gálatas: "Él es la imagen del Dios invisible..." Juan dice en su Evangelio:
"A Dios, nadie le vio jamás..." Juan 1:18. Y Jesús remata el punto cuando
dice: "Dios es espíritu y los que le adoran, es necesario que le adoren en espíritu y en verdad." Juan 4:24. Y cuando Pablo se mete al areópago a
predicarle a la crema y nata de la filosofía griega empieza diciendo que
habla del Dios no conocido. Porque, si nos fijamos bien, nadie enseñó
cómo y quién es Dios. Se habló de sus hechos y portentos, de sus
sanaciones, de sus juicios y castigos, de su Venida, etc., pero nada de su
condición personal de Dios, nada de la historia de su nacimiento, que es el
punto que acucia la curiosidad de los ateos. Jesús fue bien, digamos,
ambiguo también al respecto, cuando Felipe exclama: "¡Muéstranos al
Padre y nos basta!" El Maestro de Galilea responde: "¿Tanto tiempo que
estoy con vosotros y no me habéis conocido? El que me ha visto a mí, ha
visto al Padre." Y, no, no le conocían. No le conocieron hasta que vino el
derramamiento del Espíritu Santo sobre ellos. Y ese mecanismo tampoco
lo maneja la iglesia: ella no decide quién recibe el Espíritu Santo. Y por
cuanto ella no maneja ese mecanismo, tampoco puede decir dónde se
encontrará Dios con su elegido y su elegida. Y mucho menos puede
presentar a Dios candidatos aptos para ser sellados con su Espíritu, como
tampoco podrá explicarle a nadie cómo es Dios, ni escribir la biografía de
Él tampoco. Eso es delirio, prácticamente delirium tremens, puro y
exacerbante delirio. Solo para iglesias, claro.
Es absolutamente imposible que se encuentre con la ciencia y acceda al
manoseo técnico de científicos en bio genética y antropólogos
especializados, porque se trata de la Deidad y el hombre es un ser creado
por Él, las manos humanas nunca podrán conocer la condición esencial de
Dios mediante ejercicios profesionales, sean estos científicos, políticos,
artísticos, sociales o religiosos. Es tan solo el hombre, un mísero hombre,
una expresión de su creación frente a la Única Deidad creadora de todo lo
que respira, vive, crece y se mueve. Ensoberbecido en sus mínimos
conocimientos científicos, frente a la insondable sabiduría de Dios, no es
nadie apto como para examinar científica, biológica, antropológica,
sicológica y religiosamente a Dios. Demasiada petulancia, exagerada. Una
desubicación extrema por parte del hombre. En eso queda patente la
ignorancia de los sabios de este mundo, no saben acerca de qué Gloriosa y
magnífica Deidad están preguntando. Sin embargo, es más grave aún la
actitud y los comportamientos de la clase religiosa en este sentido: pecan,
directamente.
Las iglesias han fallado miserablemente en el tema de presentar a Dios al
mundo y a su Sistema político, social y económico. Por lo que he
comentado: Dios se conoce a través de la revelación y a quién Él quiera
revelarlo. Por eso, lo único que arrastran con su cola dogmática y criminal
en estos casi dos mil años de historia de cristianismo es un historial de inquisiciones, ríos de sangre humana en los cinco continentes, millares y
millares de enajenados crónicos, millares y millares de pacientes en
tratamiento sicológico y siquiátrica, millares de seres despojados de su
identidad en el bautismo dogmático de infantes, una insaciable voracidad
por el dinero y las posesiones, innegables complejos de personalidad, un
empecinado afán de congraciarse con el mundo y una enfermiza y viciosa
inclinación hacia la prostitución política, transando con gobiernos de
cualquier tendencia ideológica para conseguir poder, poder, poder...
terrenal, claro, por cuanto religión de aquí.
Poder que tendrían a manos llenas si creyesen en Dios. Dios que es más
grande, todo poderosamente, que este insignificante globo terráqueo que
gira anónimamente en medio de este gigantesco universo no explorado
por el hombre, sideralmente desconocido. Pero, no creen en Dios. Y no
porque ellos no quieran creer: están destinados a tropezar en la
revelación de su conocimiento divino. Ya lo declaró Jesús a sus apóstoles,
cuando estos le preguntaron por qué les hablaba por parábolas a los
fariseos, a lo que Jesús responde que es porque quiere que ellos viendo no
vean, quiere que oyendo no oigan, porque no quiere que se conviertan y
que le sean perdonados sus pecados. Más claro y directo: el deseo de Dios
es que la raza religiosa, que componen los hijos del diablo, se pierda. Y
punto. Dios no puede venir a instalarse a sus altares comerciales,
dogmáticos y blasfemos, que incluso mienten tenerlo allí, porque eso sería
un respaldo total al histórico accionar de agresiones de la religión en
contra del hombre. Dios no puede estar agradado y halagado por una
religión que organizada en su propio nombre ha causado los peores
flagelos y destrucciones a la humanidad. Él no puede perdonar tanta
sangre humana derramada por las religiones imperantes, porque Él ya
había derramado su Sangre para la redención del ser humano. Todo
derramamiento de sangre causado por estás criminales religiones
atentaron contra la sangre del Cordero que murió en la cruz,
desvalorizándola, desplazándola, haciéndola inútil. Bajo el concepto de la
religión: lo seres humanos debían ser ejecutados para derramar su sangre
en Pro de su propia salvación y para que los demás, frente al escarmiento
criminal, creyesen y tuvieran temor del nuevo credo. Nada más aberrante.
Pero el tema va más allá todavía. El juego eclesiástico es más sutil e inicuo
todavía. Ella está completamente dedicada a destruir templos del Dios
Altísimo. Ella tiene una segunda intención cuando miente al ser humano
que entre sus muros eclesiásticos habita Dios, cuando grita por boca de
sus ministros ignorantes y ciegos que Dios está en la iglesia. La iglesia sabe
que la única iglesia de Dios que existe en esta tierra es el hombre. Ella sabe que el tabernáculo de Dios sobre la tierra es el hombre. Sabe que la
tienda de carne que mora Dios en la tierra es el hombre: por eso lo
destruye, por eso lo enajena, por eso lo esclaviza en su dogma
institucional, por eso lo seduce en su piadosa mentira eclesiástica: está
disputándole templos a Dios encarnizadamente. Toda la historia
eclesiástica nos demuestra eso: ha regado el globo terráqueo de mártires.
Y no hay historia que diga que los cristianos han regado la tierra con
jerarcas eclesiásticos ejecutados: los elegidos no imponen su Fe por vía de
martirio, ni aun a sus más violentos y crueles enemigos. No hay una sola
foja documentada al respecto. ¿Por qué? Porque Dios no se enseña ni por
vía educacional, ni religiosa, ni por la fuerza del miedo y de las armas: Dios
se revela a Sí mismo en su elegido y en su elegida. Por Gracia y por Amor.
La cuenta de la iglesia católica es altísima, asesinó a 68.000.000 de
templos humanos del Espíritu Santo en sus tiempos más violentos e
inquisidores y participó del genocidio de casi 70.000.000 de habitantes de
este nuevo continente que se repartieron el Vaticano y la corona de
España. El crimen protestante es más sutil, ha conseguido imponer el
criterio de que quien asiste a la iglesia, se encuentra con Dios que vive allí
mismo. Amparado por la famosa e ignominiosa "cobertura" eclesiástica, el
individuo nunca encuentra a Dios: ya encontró una iglesia. Está
convencido, vía secreto pánico religioso subliminal, de que si es fiel a la
iglesia hasta su muerte, se irá con Dios a Su Reino. He visto amigos
personales aterrados y decaídos cuando han sido puestos en tela de juicio
o cuando los han expulsados de sus respectivas iglesias. La Biblia no dice
nada al respecto, pero la iglesia convenció a todo el mundo y suele verse
repleta por toda Latinoamérica, especialmente los domingos. Si bien es
cierto, la iglesia protestante no asesina a nadie, salvo algún desubicado de
los que no faltan, no cabe dudas de que esclaviza a todos. En esto consiste
la enajenación eclesiástica, les hace creer a los templos humanos de Dios
que Dios tiene como templo la iglesia organizada.
No hay peor enemigo delante de Dios que la misma iglesia que ha
usurpado su Nombre y su Autoridad entre los hombres. Ella es quién se
encarga de desacreditar a Dios, ella misma siembra todas las dudas
disponibles entre los hombres: el enemigo de Dios es religioso. Ella
levanta toda suerte de debates e intrigas en relación a Su Nombre, por
ejemplo. Ella siembra dudas en torno a la Biblia, la propia iglesia, sus
teólogos, sus escritores, sus ministros. El pecado que vuelve iracundo a
Dios es el pecado religioso, basta observar los comportamientos públicos
de Jesús: con los publicanos, pecadores y prostitutas era sociable hasta la
más extrema simpatía, pero, si de fariseos, saduceos y escribas se trataba, montaba en cólera irreductible. Fue amable con la mujer samaritana, se
compadeció de la mujer siro fenicia y fue prácticamente lo más amoroso
con la mujer que querían apedrear ante su presencia, pero, fue lo más
agresivo e incontrolable con los mercaderes del templo, ironizó con
Nicodemo hasta ridiculizarlo y no entabló jamás relaciones amistosas con
la jerarquía del templo.
Una de las más feroces disputas es por la cuestión del Nombre correcto de
Dios. Y eso los lleva a afiebradas discusiones que terminan en una sola
cosa: dogmas. Dogmas que a su vez inician una secta tras otra. Ajenos a la
Unción de la Investidura de poder de lo Alto, luchan contra nombres de
dioses inexistentes. Nunca comprenderán que no hay dioses que compitan
en divinidad con Dios, con el Único Dios, con la Única Deidad. Enseñan que
hay un solo Dios, pero al minuto siguiente comienzan una pelea irracional
contra otros dioses, todos mitológicos y ficticios, pero así viven y
malgastan su vida, emperrados contendiendo con deidades imaginarias. Si
Dios es el único Dios verdadero, significa que no existen otros dioses. Si
Dios es el Dios verdadero, significa que no hay panteones u olimpos, o
cosmogonías de dioses reales y verdaderos en disputa con Él. ¿Cómo es
eso de que un dios falso se anima a disputar con un Dios Verdadero,
Todopoderoso, Omnisciente y Omnipresente? ¿Cómo? ¿Por dónde? ¿Con
qué armas? Un dios falso es falso; y que nos quieran decir que Dios, el
Único, el que vive y estuvo muerto, el Alfa y la Omega, el primero y el
último, pierde la chaveta en algún momento y se agarra con dioses falsos
e irreales como malo de la cabeza, en luchas imaginarias, en contiendas
imaginarias, en santas iras imaginarias, ¿por qué no van a otro planeta con
sus aparatos religiosos a vender semejante pomada esquizofrénica?
Cuando Él nos dice que le amaremos solo a Él y a Él solo serviremos con
toda nuestra mente y todo nuestro corazón; y cuando nos dice que solo Él
es Dios y que fuera de Él no hay quién salve, no lo dice porque está
compitiendo con otros dioses, lo dice porque no hay otro Dios; porque
todo lo demás que adore el hombre es imaginario, un truco, un engaño de
mentes con tan solo la inclinación religiosa natural que hay en cada
individuo o por influencia del enemigo de Dios que es Satanás, el diablo,
también creado por Él.
La única vez que Dios se refirió a otros dioses, reconociendo su
ascendencia divina, lo hizo por la boca del salmista bíblico. No puntualizó
que se trataba de deidades esotéricas, etéreas, de los aires o de limbos,
panteones u olimpos, o cosmogonías que existiesen a la par de su Reino
de Gloria, como contraparte de su Deidad: cuando Él habló de dioses, se
refería a nosotros, los hombres. Así cantó el salmista, así compuso su trova poética: "Yo dije: vosotros sois dioses, y todos vosotros hijos del
Altísimo; pero como hombres moriréis." Salmo 82:6. Y cuando habló de los
otros dioses que tomaban los israelitas en esos períodos de desviación
religiosa, jamás se refirió a ellos como entes divinos con existencia. De
hecho nunca respondieron a nadie, como Ra, o Isis, u Osiris en el tema de
la liberación de los judíos en Egipto; como los dioses de los filisteos o
como los dioses de los babilonios: Moloc, Astarté, Dagón, Baal, etc. Nunca
dieron señales de vida. Porque si hubiesen vivido en algún período de la
historia de las civilizaciones humanas, hubiesen hecho manifestaciones en
contra de Dios, hubiesen hecho portentos y hubiese Dios reconocido que
tenía luchas con algunos de ellos, nada de eso hallamos ni en las Escrituras
hebreas, arameas y griego cristianas, ni en los anales históricos
universales, ni en los libros fundamentales de las otras religiones. En
Números capítulo dieciséis y en el versículo veintidós es claro al respecto:
"Dios, Dios de los espíritus de toda carne..." Esa es una expresión que
confirma un total absolutismo de Deidad; creyentes o no, Dios es Dios de
todos los espíritus de los hombres. En alguna de sus oraciones al Altísimo
Dios, durante la conducción del pueblo libertado, Moisés hace una
pregunta que tiene una sola respuesta: "¿Qué dios hay en el cielo ni en la
tierra que haga obras y proezas como las tuyas?" Deut. 3:24. Eso no tiene
más que una sola contestación, porque si del Creador son los cielos de los
cielos, y la tierra y todo lo que en ellos hay, es obvio que no convive y que
no permitirá que viva otra deidad antagónica en su Reino. La verdad, eso
sí que sería bien descabellado. La única lucha que le fue planteada es
aquella que levantó Luz Bel en su contra, cuando quiso ser como, apenas
ser como Dios, porque ni siquiera lo era, solo podía pretender ser como.
Todos los demás dioses son invenciones humanas, tal como lo son el dios
Sol, el dios Jaguar, la serpiente emplumada, el dios perro, el dios gato, los
dioses humanos de los griegos que adoptaron los romanos, el dios volcán,
el dios viento, las diosas estelares, aun la luna llegó a ser calificada de
deidad. Aquí lo que importa es lo que Dios dice respecto a deidades,
recalco y lo destaco para que no nos confundamos: para ser Deidad, hay
que tener ascendencia divina, origen divino. De lo contrario, tenemos un
Dios que desciende de otro. Y si el Único Dios que tenemos en la escena
universal desciende de otro, bueno, no lo conocemos y estamos hasta las
manos: perdidos irremediablemente creyendo en un dios creado por otro.
Ninguno de los dioses que turbaron a su propio pueblo y al resto de la
humanidad, satanás incluido, ha sido jamás una entidad divina. Dios
reconoce un único ascendiente divino: el que tienen sus hijos. Y punto. No
hay para qué marearse en este tema. La palabra de Dios, la opinión de Dios, la declaración de Dios debiera dejarnos con la boca cerrada. Sobre
todo, a aquellos que reclaman haber recibido su Espíritu. Luego, lo más
abrumador del tema y muy llamativo es que Jesús tampoco entabló guerra
alguna con otros dioses ni advirtió de ninguno, no mencionó
prioritariamente a ninguno, no dio ninguna cátedra extensa e intensiva
respecto a otros dioses; solo se refiere a Mammón por ahí, pero debemos
comprender la regla, llamémosla así: para ser dios hay que tener
ascendencia divina. En el peor de los casos, debe haber sido un dios
creado como tal por el Creador y no hay registro bíblico que diga que Dios
creó otro dios u otros dioses para agarrarse de los pelos con ellos, para
matar el aburrimiento celestial. Encima, Jesús vuelve a reiterar y a
mencionar a la única especie creada que tiene ascendencia divina cuando
disputa con los fariseos, y nuevamente está refiriéndose al hombre como
tal: "¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? Juan 10:34. No hay
absolutamente ninguna preocupación ministerial en Jesucristo por otros
dioses, que si existieran y tuviesen algún poder importante de modo que
causaran estragos entre sus seguidores, es obvio que hubiese sido un
tema de absoluta prioridad en sus enseñanzas. Luego, la investidura del
poder del Espíritu Santo, no nos alerta contra otros dioses, para nada: nos
revela que no hay otros dioses, eso sí, que no hay otro Dios, que Él es el
Único Dios Verdadero, que Él es el Único Dios Viviente, que Él es quién ha
creado todo, que nadie o nada creado tiene la condición de Deidad que
tiene Él, que Él ha creado todos los espíritus, y es el espíritu lo único que
da vida a cualquier cosa, en fin. Es claro y categórico, la religión pelea
contra dioses inexistentes en un espectáculo deplorable y ridículo. Si esos
dioses tuvieran vida, tendrían vida por un espíritu y, lamentablemente,
para las aspiraciones religiosas, Dios es el único creador de todos los
espíritus. Si no es así, los registros bíblicos mienten y distorsionan la
cuestión en este punto. Cosa que están dispuestos a creer estos ministros
protestantes del último tiempo, porque las sospechas que están lanzando
contra ella, sobrepasaron todo. La iglesia católica estuvo diez años
consecutivos quemando Biblias, los protestantes se especializaron en
sembrar toda clase de dudas, sospechas, incertidumbres y convertirla en
un algo inexplicable y curioso que se usa para contradecirla a sí misma,
aparte de rebajarla a mera herramienta de justificar sus falsos dogmas y
enseñanzas, y sus edificios eclesiásticos.
Señores aristocráticos de la teología protestante, dense por enterados: no
existen más dioses en este mundo ni en el otro. Hay "un solo Señor, una
fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos..." Efesios 4:5. Eso tengo contra
los teólogos, tanto status, tanto nivel, tanto conocimiento académico y no saben leer la Biblia en la sencillez gramatical que está escrita. No hay
palabras de Jesús alertando contra otros dioses. Él habla de un dios de
este mundo en un sentido figurado, porque si algo de deidad tuviera, sería
la premisa fundamental del cristianismo defenderse de él. Sin embargo, a
pocas horas de ser ejecutado, el Maestro alerta a sus discípulos en otra
dirección: "En el mundo tendréis aflicción..." No se refiere a dioses ni
especifica dioses, está hablando claramente del sistema mundial, encima
declara: "...pero confiad, yo he vencido al mundo." Juan 16:36. No dice que
venció dioses peligrosos para el hombre, nadie habla de vencer dioses
falsos que no existen en posesión normal de sus facultades mentales. Y
esa es toda la advertencia contra algún poder que intente destruir a uno
de los suyos, ese es el encarecimiento prioritario del Cristo antes de su
ejecución, nada más: una advertencia contra aflicciones que practicará
con ellos un mundo vencido. Ahora, si un teólogo calificado no entiende el
significado de la palabra vencido, bueno, salve como pueda su status. Y
luego, en las más espectaculares visiones del desarrollo de los eventos
divinos sobre la tierra y con todos los seres vivientes, no se habla de
batallas con otros dioses. El Apocalipsis no es el panorama de grandes
batallas decisivas con otras deidades: allí no combate Zeus, Tor, ni Osiris,
Ni Quetzalcóatl, ni Hguenechén, ni Baal (que tampoco se hizo presente
cuando obligado por el desafío de Elías era solicitado por sus
cuatrocientos profetas), no se ve combatiendo a Odín, ni a Buda, ni a Aura
Mazda, ni a Viracocha, ni a Supermán, ni a Batman, ni a Súper perro... Dios
no está chiflado, nunca montará batallas todopoderosas, armagedónicas y
apocalípticas contra dioses imaginarios, los rechiflados chiflados son los
ministros que llenaron de dioses sus cabecitas y las cabecitas de todos los
despistados que nacieron para ser extraviados de la Gloria. La batalla
decisiva que liberará de sus males a la Creación toda es contra el diablo y
todas sus potestades rebeldes; que si este individuo maléfico es dios,
entonces si tenemos a un Único Dios muy desequilibrado y delirante, y
una iglesia blasfema y apóstata absolutamente todopoderosa y acertada.
Dios siempre fue. No tiene madre terrenal ni tiene iglesia donde se
congrega, Dios no asiste a la escuela dominical ni está atado a los púlpitos
del escarnio protestante: "El cielo es mi trono y la tierra es estrado de mis
pies, ¿donde está la casa que me habréis de edificar?" Isaías 66:1. Uno se
pregunta quien delira, ¿delira Dios diciéndonos que reina en el espacio
sideral todo, tierra y demases incluidos o delira la iglesia tratando de
convencernos que un Dios de esta envergadura habita en un edificio
eclesiástico? Uno vuelve a preguntarse quién miente: ¿Miente Dios cuando dice ya no habitaré más en templo hecho de mano de hombre o
miente la iglesia cuando dice que Dios está en la iglesia?
Los tropiezos los provoca la iglesia, las dudas las inaugura la iglesia, las
confusiones las patrocina la iglesia, las disputas teológicas las coordina la
iglesia: como Dios no está en ella, ella vive en este torbellino de enredos,
desaciertos y engañiflas teóricas, filosóficas místico-materialistas.
¿Diputan por el nombre verdadero de Dios? Un hijo de Dios no entra en
esa disputa, sabe, como su Padre, que no existen otros dioses, si no
existen otros dioses, no existen otros nombres que reclamen ser
verdaderos, efectivos, poderosos o perturbantes siquiera, hay un solo
Nombre verdadero, un solo Dios, así dice Pablo a los Efesios, un solo
Padre. Como Dios no está loco, tampoco pare hijos o hijas locas, ningún
hijo o hija de Dios se va a poner a discutir la veracidad del nombre de Dios
entre nombres de dioses que no existen. Esa es una locura tan especial y
dicotómica que hace muy felices a los hijos de la iglesia, a esos les
encantan los embrollos teológicos. ¿Dios debe tener nombre hebreo o
judío porque en hebreo se escribe el nombre verdadero de Dios? Para eso,
en absoluto e indiscutible primer lugar, debiéramos tener la certeza de
cuál es el idioma que oficializó Dios para ser hablado entre sus hijos; la
exactitud de escribir o pronunciar el nombre de Dios no depende de una
cosa tan terrenal como lo lingüístico. ¿Está escrito en griego y eso lo hace
pagano y hereje? Se escribía en griego porque griegos fueron los primeros
cristianos y donde se fundamentó el cristianismo apostólico. Discrepamos
que el nombre está en escrito en griego, pero el resto de los evangelios
también está escrito en griego, todos esos escritos serían blasfemos y
herejes entonces. Muchos términos griegos construyeron esto que se
llama español, hablamos en forma hereje entonces, predicamos en forma
hereje, lo que es peor: oramos a Dios en forma hereje y pagana cuando lo
hacemos en este lenguaje que nos impusieron. Luego, ¿cuán más hereje
sería traducir el nombre de Dios al idioma español? ¿Cuán herejes fueron
los traductores de la Biblia al español, Casiodoro de Reina y Cipriano
Valera, lingüistas contumaces que nos heredaron una Biblia en idioma
pagano y blasfemo? ¿Cuán herejes fueron los pres reformadores y Lutero,
que tradujeron las Escrituras a sus respectivos idiomas: inglés, alemán,
francés, etc.? Y si venimos a nuestros idiomas continentales, ¿cuán hereje
sonaría el nombre del Señor expresado en quechua, mapudungun,
tsáfiqui, guaraní, chibcha o aimara? Dejemos a los investigadores
materialistas, a los científicos, a los antropologuitas, a los filólogos, etc.
todo esos devaneos y cabezazos. Eso es más digno de místicos-
materialistas como los budistas, por ejemplo, que enseñan que la manera correcta de invocación a cierta deidad ambigua es repetir el vocablo Om.
Encima, defienden emperradamente el concepto iglesia y eso es ni más ni
menos que un vocablo derivado del griego eklessia, qué joda, señores.
Cuánto macaneo tan tirado de los pelos. ¿Acaso un hijo o una hija de Dios
llamará a su Padre con un nombre falso, de dios falso que no existe? ¿Que
los otros no conocen su nombre verdadero y se confunden? Ese no es
problema de la grey de Dios, esa es responsabilidad de Dios, cuando Él
decide revelarse a su elegido o elegida, se revela con su Nombre. Porque
su Nombre y su todo como Deidad depende de la Revelación, al menos, en
el cristianismo se usa así. Usted puede enseñar todos los nombres de Dios
que aparecen en la Biblia, hasta podrá tener el conocimiento pleno del
idioma correcto en que se escribe y pronuncia, pero si su discípulo no
tiene el Espíritu de Dios no temerá, ni conocerá, ni tendrá conciencia
alguna de Su Nombre. Para muestra, vea: allí están establecidas todas las
iglesias que predican el Nombre de Jesús, que bautizan en el Nombre de
Jesús, que hasta se han ganado un apelativo que los identifica por toda
Latinoamérica: Los Jesús solo o Solo Jesús; y que han construido toda una
teología en la cuestión del Nombre del Señor Jesús, han ganado en forma
apabullante todas las disputas y debates acerca del Nombre con los
teólogos protestantes y católicos de la trinidad, ¿cuál ha sido el resultado?
Exactamente el mismo resultado de la iglesia trinitaria que hace todo sin
nombrar el Nombre del Señor Jesucristo en su característica de
ambigüedad absoluta y endémica: en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo. ¿Qué han logrado ambas con esa milenaria disputa? Nada.
Nada cristiano, me refiero, porque si de dinero se trata, la iglesia trinitaria
le pasó por encima hace rato a la iglesia del Nombre de Jesús. Ningún
analista serio puede llenarse la boca anunciando al mundo que alguna de
estas iglesias son el mero y legítimo redil del cristianismo genuino, donde
bulle constantemente la Presencia irresistible de Dios llenándolo todo,
santificándolo todo y efervesciendo de dones y unciones de modo que
parezcan un verdadero nido de maravillosos y maravillosas hijas de Dios
altamente revestidas de Su Gloria, como corresponde naturalmente a sus
hijos: nadie encontró jamás a Dios allí. Hallaron una religión, eso sí.
Parecida, eso sí, muy parecida. Pero, el parecido no la hace legítima, no la
convierte en iglesia cristiana. Porque, para colmo de sus males, ¡qué mala
noticia!, no existe tal cosa como una iglesia cristiana organizada
denominacionalmente. Existe la iglesia del Dios Viviente, cuya cabeza es
Cristo, y cuyo Cuerpo son el todo de sus hijos e hijas, existe la
congregación de los hijos e hijas de Dios que adoran en Su Nombre, al
Único Dios Verdadero, en espíritu y en verdad, "porque tales adoradores busca el Padre." Nos corrobora el Señor Jesús. Nadie se hace cristiano
porque asiste a una iglesia cristiana. Cristiano es todo aquél que obra las
obras de Cristo, que habla la palabra de Cristo, que se parece a Cristo,
porque el Espíritu de Cristo mora en él. Todo aquél y toda aquella que ha
sido restaurado y restaurada en la investidura de poder de lo Alto,
recupera la imagen y semejanza del Dios que lo ha creado. Y hay un solo
Creador, para colmo. No ha existido jamás otro creador, o cosa semejante
a un co creador, ni nada parecido a un vice creador. Hay un solo Espíritu
Santo y cuando el Creador sopló su obra humana recién creada aliento de
vida, fue exactamente ese único Espíritu el que recibió esa obra humana y
así fue que logró ser un ser viviente.
Pero, el colmo de los colmos lo manifiesta el apóstol Santiago, cuando en
su epístola nos dice: "¡Tú dices que Dios es uno? Bien haces, los demonios
también creen y tiemblan!" Stgo. 2:19. Hermano, si esa palabra no mata el
punto, ¿qué hace falta para que estos maníacos religiosos dejen de
babosear pesadillas y devaneos que hablan de otros dioses, y terminen
con este delirium tremens de andar viendo dioses falsos por todas partes?
Aquí tenemos un contundente testimonio: los demonios mismos, que se
rebelaron contra Dios, el Único, saben que Dios es uno.
Últimamente se ha puesto muy en boga el tema de Dios, Deus, Zeus...no
sé. Como si Zeus fuese una divinidad real o como si el demonio que por
esas casualidades personificase a Zeus, fuese un dios. He leído autores
judeo-cristianos que hablan de esto y que defienden el concepto hebraico
para Su Nombre y sé que muchos ministros del mundo entero miran hacia
los israelitas como esperando algo de ellos, tratando de hacer como ellos,
iglesias evangélicas que adoptan hasta la música de ellos, no me parece
mal; pero, aunque Pablo declaró que la salvación viene de los judíos, eso
no significa que debemos ser judaizados, no significa que los judíos tienen
la paternidad sobre el cristianismo, no es así. Judaizar es transculturizar
directamente, y eso es un oficio civilizante, nosotros fuimos llamados a
predicar el evangelio del Reino y no del reino de Israel precisamente, al
Rey del Reino del evangelio lo ejecutaron los sacerdotes del templo de
Israel, mientras que el cristianismo se hizo fuerte en los gentiles. Pero, no
debemos confundir el tema con disputas etnocentristas, cada uno es y
cree en la modalidad y expresión que ha sido creado y destinado por Dios,
pero, pero, pero, debemos precisar. Una cosa es americanizar y otra muy
distinta y opuestas es evangelizar; así también de distinto es judaizar con
evangelizar. Nosotros diremos el nombre de la Deidad en nuestro
lenguaje, lo que no quiere decir que no lo diremos en otro, pero el tema
no es convertirlo en un dogma ni sectarizarse: la cuestión es quien lo dice en el Espíritu. Porque los judíos sabrán mucho de filología y etimología
hebrea, y disputaban con Jesucristo mismo todos estos temas, sin
embargo, no reconocieron al Creador en Jesucristo, no reconocieron al
Hacedor en Él, no reconocieron al Padre en Él. Pese a que les refregó
palabras irrefutables: "Si conocierais a Moisés, me conocerías a mí, porque
él habló de Mí..." Hubo un templo sobre la tierra, Un templo correcto,
construido bajo las estrictas recomendaciones, instrucciones y direcciones
de Dios, repleto de sacerdotes que pronunciaban correctamente el
Nombre correcto, que oficiaban correctamente, y no solo eso: cuando se
trataba de escribir ese Nombre en las traducciones o correcciones bíblicas
que hacían de tanto en tanto los escribas: cambiaban de pluma y de tinta
cada vez que debían escribirlo y cada vez que se equivocaban al escribirlo;
escribas, fariseos y saduceos practicaban todo un complejo ritual y un celo
de antología cuando del Nombre del Padre Celestial se trataba, pero
cuando el Dios de ese Nombre correcto vino a ellos, ellos le rechazaron, le
llamaron diablo, lo humillaron, lo corretearon, complotaron contra Él y lo
ejecutaron con muerte de cruz. Después de verlo morir crucificado,
volvieron al templo, a su chiche querido, a su bastión religioso, a continuar
la mentira solemne: El Dios de nuestros padres está en este lugar. No sé si
parece al celo y al inmenso amor por el mamotreto eclesiástico que
manifiestan estos fariseos de cuarta categoría que nos ministran de traje y
corbata hoy en día por el globo entero. Mentían, la Gloria de Dios no
estaba más en el lugar Santísimo, el Arca del Pacto se había perdido hacía
más de 400 años, luego de la última esclavitud que ejerció sobre ellos
Babilonia. Mentían descaradamente, por eso entraba en cólera el Señor
Jesús con ellos: a Él no le iban a decir que dentro de ese templo
condenado a su total destrucción estaba la Gloria de Dios, porque Él era la
Gloria de Dios. No estaba loco, no podía corroborar la mentira de los
fariseos, Él ya no estaba más en el lugar santísimo, estaba en las calles de
Jerusalén, en los montes, en los villorrios, en los campos, con los
pescadores, con los desposeídos: estaba disputando con los mentirosos
denominacionales cara a cara y le terminarían matando. No solo le
mataron: difamaron, tergiversaron e ironizaron mal intencionadamente
para toda sucesión histórica su procedencia y Su Nombre en su "glorioso"
Talmud. Con tanta documentación al respecto, debiéramos estar claros: el
único ente que levanta irracional y violentamente la mano contra Dios es
precisamente la religión que se refriega Su Nombre en su trompa
prostituta. Primero fueron los judíos, luego la iglesia católica y sus "santos
padres", los teólogos protestantes y sus esbirros rematan el punto,
branhamitas incluidos, que hasta han levantado esa desastrosa y grosera "revelación" de que William Marrion Branham es el nombre nuevo del
Creador. La historia es contundente, Pilatos no hallaba motivos para
quitarle la vida, pero los fariseos y escribas, ofendidos porque ese
melenudo hijo de un gris y poco agraciado carpintero les había
avergonzado públicamente en cada enfrentamiento verbal, y lo que es
peor: le había faltado canallescamente el respeto a su queridísimo templo,
irrumpiendo violentamente en él, azotando como un enajenado a sus
cambistas, vendedores de palomas, corderos y bueyes de sacrificio, en un
acto de vejación que nadie del pueblo judío había practicado jamás. No
hay diferencia alguna entre el celo de un fanático de Boca o River, con un
celoso eclesiástico, son lo mismo. La cuestión elemental es otra, aparte de
Su Nombre, la incongruencia del ser dogmático pasa por el concepto
iglesia, el hombre religioso cree que debe ofrecerle una iglesia a Dios con
todo en orden: rituales, doctrinas, jerarquías, creyentes educados y
sumisos, y perfectamente jurídicos, legitimados por el Estado. Creen que
con eso hacen el mejor aporte a la sociedad y el mejor favor a Dios. Y
dentro de sus solemnes templos, parapetados en sus costosos edificios
religiosos se reúnen a discutir estas cosas, con un templo respaldándolos
disputan de Su Nombre y Su Deidad al mundo entero. Pero, el punto es
otro: no le han devuelto a Dios el concepto templo. Gastan toneladas de
saliva en discursos elitistas y dogmáticos defendiendo todo lo
mencionado, pero no le devuelven a Dios el concepto templo ni le
devuelven los templos que tienen secuestrados en sus organizaciones
terrenales. Primero deben rendirse y reconocer que el hombre es el
templo de Dios y devolverlo a Dios, y después debieran levantar peroratas
y discursos altisonantes, filológicos, teológicos, transculturizantes y
dogmáticos. Por ahí se empieza, muchachos. Presentémonos a Dios
rendidos y asumidos en nuestra condición de templos y aceptemos que el
Padre entre y habite en este templo de carne y huesos, y dejemos que
tome posesión de todos sus templos humanos sin intervenir a nadie
eclesiásticamente, y después hablemos y disputemos: primero que Dios
tome posición del templo humano que le quitamos en nombre de la
iglesia organizada y que sea Su Espíritu el que viva en nuestro interior, y
después debatamos de la cuestión lingüística de Su Nombre. Me parece
que basta ya de delirio, la cuestión es esta: Ningún elegido o elegida de
Dios errará el Nombre de Su Padre, ninguno se perderá, según ha
sentenciado el mismo Dios: "¡Nadie los arrebatará de mi mano!" Juan
10:28, 29. ¿Por qué? ¿Cómo así? Porque no hay quién lo haga. Porque no
hay divinidades que puedan poner en peligro a un hijo de Dios. Porque
hay un solo Dios que tiene hijos de Dios e hijas. No existe otro dios con poderes semejantes que pueda poner un hijo de Dios o una hija de Dios en
cosa parecida a un infierno, sería el colmo. Porque hay un solo Nombre
Verdadero de Dios y todo hijo o hija conoce el nombre verdadero de Su
Padre. Porque lo más parecido a una deidad que únicamente existe es el
diablo y ese ángel caído ya está vencido, en esa condición, no puede con
un hijo o una hija de Dios investida de Poder de lo Alto, sellado con Su, Su,
propio, de propiedad congénita, de pertenencia innata, esencial, de
posesión intrínseca, eterna: Su Espíritu Santo. Punto. Todo lo demás es
despilfarro de saliva dogmática. Así es como hemos llenado de sectas toda
la tierra, por macanas iluministas y delirantes, como si del discurso
teológico dependiese la salvación de sus hijos e hijas, como si de la disputa
doctrinaria, más bien dogmática, dependiese la revelación del Dios vivo y
de su Nombre. Reitero, "...no te lo ha revelado carne ni sangre, sino mi
Padre que está en los cielos." Mat. 16:17. No señor, en mi casa familiar
entre mis hermanas y yo, no existía ninguna duda: todos estábamos claros
cómo se llamaba nuestro padre, con nombres y apellidos. Nunca fuimos a
cursos especiales auspiciados y patrocinados por instituciones sociales o
religiosas dedicadas a enseñarles el nombre de sus padres a los hijos de
las familias del barrio. Y jamás llegó algún profeta religioso a revelarnos el
nombre completo de nuestro padre, no tengo memoria de eso. Y nunca,
pese a que peleábamos incluso a los puñetes con los vecinos del barrio,
jamás hubo una disputa acerca del nombre de nuestros padres o el
nombre del padre de ellos, eso estaba re claro. No daba para una
discusión de ese tipo. Así es en la familia de Dios, no es porque no tenga
relevancia, es porque se comprende tácitamente que un hijo o hija de
Dios, de donde quiera sea que venga o haya sido rescatado, sabe el
nombre de su Padre Celestial. ¡Qué cosa tan increíble! Sabemos
claramente el nombre de nuestro padre terrenal, que nunca creó a nadie
y no disputamos con nadie de ello, ¿y no sabemos el Nombre de nuestro
Padre Celestial que nos ha creado, y aun decimos ser sus hijos
espirituales? No sé. Como que no da para el debate, muchachos.
Perdonen, no da.
Bajo todas estas desafortunadas peroratas, contubernios y transfugueadas
retóricas y dialécticas de la iglesia protestante, ¿cómo puede merecerse
Dios una representación terrenal tan paupérrima y miserable como esta?
Miren, les confieso como hombre en esta tienda de carne que transita de
regreso al reino celestial, que me da bronca incluso, ¿cómo es posible que
una organización tan enteca y rechiflada se arrogue la representatividad
oficial de mi Padre Celestial, de nuestro Padre Celestial en esta tierra?
¡Qué manga tan jodida de tantos caraduras! Con razón el Señor Jesucristo se enervaba hasta enrojecer disputando con los fariseos. Ahora puedo
comprender algo de su ira personal contra el aparato religioso y sus
representantes inicuos y farsantes. ¡Ufff...! Es como decía el famoso y mal
ponderado hermano Branham: "Cuando las dos simientes se encuentran,
hay un choque..." Representantes de Dios en la tierra, ministros de Dios en
la tierra, legitimados, titulados y todo eso... ¡Cuánta imbecibilidad
dogmática y teológica! Es indudable, son exactamente estos señores
organizados los que llegarán frente al trono de nuestro Único Dios y
Padre, con esa pachorra eclesiástica prepotente y presumida a jactarse
delante de Él: "¡Señor, en tu Nombre echamos fuera demonios y en tu
nombre hicimos muchos milagros... Oh, aleluya, Señor!" Yo comprendo
esa respuesta en estos días que escribo esto: "¡Nunca os conocí...!" Sé por
qué responderá así, los hemos conocido de cerca, hemos estado en sus
iglesias, hemos intentado adorar con ellos, pero no, es imposible. Es
lamentable, porque se trata de simples y comunes seres humanos y están
marginados del conocimiento de nuestro Dios y Padre. Eso es perdición
directamente. No necesitan un aparato religioso que los condene o los
saque de la sangre, como practican maléficamente en los tabernáculos
branhamitas, no necesitan que nos organicemos de una vez por todas y
les saquemos de sus templos de la canallada dogmática y les matemos a
pedradas o les quememos, como queman en Ecuador a los delincuentes:
nacieron destinados a perdición. Imposibilitados de por vida de conocer a
nuestro único y verdadero Dios. Y porque no le conocen, inventan otras
deidades y se pasan todos esos rollos cinematográficos imaginarios
inventándose batallas religiosas inexistentes. ¡Oh, Dios, si alguno lee este
modesto escrito, ojalá comprenda que no hay otros dioses, que tú eres el
Único Dios Verdadero! No hay más dioses en los aires, en los infiernos,
debajo de los mares o debajo de la tierra, este es el Único Dios, y puede
destruir el alma y el cuerpo de cualquier ser humano aun en el infierno.
No tendrá batalla final con ningún ejército de otros dioses, la batalla final
y decisiva para la Gloria de Su Nombre y la bienaventuranza de los
salvados por Su Gracia, será contra un ser creado, originalmente llamado
Luz Bel, que nunca alcanzó categoría de Dios aunque intentó serlo y que
por ser testigo directo de las cosas celestiales sabe concienzudamente que
hay un solo Dios, justamente el mismo Dios que lo destruirá, porque él no
puede, no ha podido, no podrá jamás vencerlo, ni herirlo, ni tomarlo
prisionero. Sabe que no hay otros dioses que vengan en su ayuda,
confabulados en sus imaginarios ejércitos de divinidades terroríficas en
contra del Único Dios Verdadero. El diablo sabe eso, sabe qué significa
decir Único Dios Verdadero. Sabe que no hay más dioses acampando en alguna esquina del Universo y que nunca los hubo. Satanás nunca fue
empleado o servidor de otro Dios que jamás existió. Y sabe que él nunca
fue un dios, incluso sabe que los hijos de Dios conocen certeramente que
no existe otro dios. Nunca los hubo. En fin, todavía sabe más, conoce que
fue él quien envolvió a la religión en toda clase de disputas teológicas,
jurisdiccionales, sectarias, dogmáticas y hasta políticas y filosóficas, y sabe
que hizo eso no porque fuese un dios, sino porque Dios le entregó en sus
manos al Aparato religioso para su propia confusión. Ya tenía experiencia
en el tema, en los tiempos del profeta Miqueas, ya había oficiado como
espíritu de mentira en los profetas hebreos oficiales del rey Acab: los
confundió exitosamente a todos. También está escrito al respecto en
Apocalipsis: "...satanás, el cual engaña al mundo entero" Apoc. 12:9
¿Qué de sus hijos e hijas? Podemos observar en una pequeña reseña el
tema. ¿Qué clase de hijos e hijas produce Dios? Hermanos, la sentencia de
los géneros y las especies está establecida desde los prados del Edén:
"Produzca cada simiente según su género." Si un africano tiene hijos, tiene
africanitos, con sus mismos colores y características; si un quechua tiene
hijos, tiene hijos e hijas quechuas, con sus mismas características
fisiológicas y hasta de costumbres e inclinaciones. Y sin un chino tiene
hijos o hijas, pues, es lo mismo. Y si pensamos que la creación del hombre
fue pensada antropológicamente, digamos, con la premisa de que sería a
imagen y semejanza de Dios, cuando hablamos de un Dios Padre que tiene
hijos e hijas, ¿qué clase y qué características exhibirían ellos en medio de
los demás hijos e hijas de habitan esta tierra? Obviamente que
manifestarían características de su Padre. Pues, si Dios tiene hijos e hijas,
entonces estamos hablando exactamente de hijos e hijas de Dios. Un Dios
Padre, por consecuencia natural, produce diosecitos o dioses hijos. Seres a
imagen y semejanza de Dios. Cuando Adán vino a ser un ser viviente,
dejando atrás su estado de creación inanimada, lo llegó a ser por causa del
hálito de Dios. Todo el mundo sabe que es el espíritu el que da vida a un
ser humano, si usted le quita el espíritu a ese individuo o a esa mujer,
deja de existir. Él creó todos los espíritus, eso lo sabe cualquier teólogo. Y
cuando un hombre y una mujer reciben esa promesa portentosa de Dios,
llamada el Espíritu Santo, que es ni más ni menos que el Espíritu de Dios,
el Padre, ¿qué se supone que viene a ser esa persona? Si una cosa no es,
pues no es eso que se revuelca en una iglesia evangélica cuando
supuestamente reciben el Espíritu Santo. En ese momento los individuos
son adoptados hijos e hijas de Dios y son nuevas criaturas, nacidas de
nuevo, restauradas a su condición de hijos e hijas de Dios, y, como dice
Pablo, su mente viene a ser la mente de Cristo. Algo más alto que andarse revolcando cada vez que les llega un tiritón místico y metafísico. En
conciencia de sus naturalezas de hijos e hijas de Dios, usted no puede ir a
venderles el cuento de que existen otros dioses aparte de Dios, el Único
Dios Verdadero. Por supuesto que no, porque si un demonio sabe que
Dios es uno y cree y tiembla, ¿cuánto más claro estará un hijo o una hija
de Dios al respecto? Tampoco podrá convencerles de que el diablo es un
dios que opone su deidad al Único Dios, que resulta ser su Padre Celestial.
Ningún extraño le dice a un hijo cómo es su padre, como se llama su padre
ni donde vive su padre. Y en cuanto a relaciones humanas y extra
humanas, los enemigos del padre de cualquier hijo o hija, son también sus
enemigos, por cuestión natural y espontánea. Así que veamos, si Dios
tiene comportamientos reñidos con la religión, ¿cómo se comportarán sus
hijos e hijas? Y si Dios es el Único Dios, ¿a qué otro dios podría temerle
alguno de sus hijos e hijas? Y si Dios es el Único y Todopoderoso Dios que
puede destruir a otro ser humano aun en el infierno, ¿a qué demonio o
deidad supuesta puede temer un hijo o una hija de Dios? "Un solo Señor,
una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos... un Dios y Padre de todos...
un Dios y Padre de todos..." Cualquiera que tenga conciencia y
conocimiento cabal de que es el hijo del único Dios que existe, no sé, a
menos que enloqueciese sufriría pánicos y tormentos con la idea de la
existencia de dioses terribles que pueden desestabilizar o destruir a su
Padre, o enloquecerle a él. Pensemos al respecto, analicemos cómo sería
un hijo e hija de Dios en plena función de sus facultades, examinemos sus
hijos e hijas, no seamos tan indiferentes y descuidados en el tema; y no
seamos tan livianos y desubicados, no vayamos a ellos con cuentos de
otros dioses, no hagamos el ridículo. Aunque es la tónica, ¿no? El diablo
sedujo personalidades más santas en la Gloria para intentar su arrebato
del Trono de la Única Deidad, santos de santidad absoluta eran también
Adán y Eva, cuando el diablo entró al paraíso en su busca. Por eso es que
resulta un verdadero halago inmerecido el que un demonio me ataque, o
que algún religioso me ataque en nombre de sus credos y
denominaciones, porque eso confirma la paternidad de uno. Ahora,
sigamos pensando, si nosotros vamos a hijos e hijas de Dios con falacias,
mitologías, teologías místicas, modales religiosos y amenazas sectarias de
infiernos y castigos, ¿no será que estamos siendo manipulados por
satanás para atacar la grey de los hijos e hijas de Dios? Tenemos una
palabra bíblica, yo sé que no se cree mucho en la Biblia, pero siempre
insistiré en una palabra bíblica para cuando la ocasión lo demande, hay
una palabra bíblica: "No creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus..."
1 Jn. 4:1. Ajá, pero no seamos unilaterales, no solo examinemos el espíritu del otro o de la otra, examinemos el espíritu que nos motiva, a qué
apunta, qué persigue, si actúa como un hálito de Dios o como una
influencia satánica, que parecen inofensivas, no se explica de otra manera
cómo Eva cayó en sus redes, debe haber sido un discurso muy, muy
inofensivo. Tampoco uno no se explica cómo sedujo a tantos millares de
seres celestiales que habitaron siempre en santidad, creados en santidad y
sirviendo en santidad, para rebelarse contra el Creador, debe de haber
sido el discurso más "inofensivo y sensato" de la Gloria. De buen talante y
muy sobrio también, fue el discurso de satanás en el desierto frente al
Señor Jesucristo.
Es indiscutible, Dios tiene hijos e hijas que manifiestan sus características,
nadie les dice a ellos cuantos dioses hay, viven al amparo de Dios. Nadie
les tocará un cabello: caerán mil a su lado y diez mil a su diestra pero a
ellos no llegarán, nadie los arrebatará de su mano. Dejaría de ser Dios al
momento de que alguna deidad o algún demonio le arrebatasen uno solo.
Habría allí una alarmante señal de poder limitado en su Deidad. En esas
condiciones ya no sería Dios. La Biblia no dice que alguna vez le quitaron a
uno: Él decide la salvación o la perdición de cualquier ser humano. Cuán
ridículo es el papel de la iglesia denominacional, decidiendo quién es salvo
y condenando a cuantos se le da la gana; no tiene vergüenza para fornicar
con los señores de este mundo, mucho menos tiene vergüenza de sus
posturas ridículas. Tampoco dice que Dios permite a otra deidad el castigo
o la prueba de sus hijos e hijas: es al diablo a quién se encomienda o se
permite un zarandeo. No es a Odín o a Zeus, no son entregados en las
manos de Júpiter o de Tor, no, porque no existen. Solo hay un Dios
circulando por el firmamento, todo lo demás es obra de sus manos.
Tampoco existe tal cosa como un hijo de Zeus, un hijo de Odín, un hijo de
Viracocha o un hijo del Sol, la situación es esta: o se es hijo del diablo
directamente o se es hijo de Dios. Cosa rara, los protestantes luchan
contra el concepto de Purgatorio y los tiene sin cuidado porque saben que
no existe, pero, cómo luchan contra panteones, cosmogonías y olimpos
inexistentes. Es hasta anecdótico, ¿no?
Esta es la realidad concreta de la iglesia protestante, no se merece a Dios.
Se ha construido una imagen tan cruel, tan astuta, tan blasfema, tan
hereje, tan criminal, tan mentirosa, tan codiciosa, tan supersticiosa, tan
idólatra y tan prostituta, que es totalmente imposible que Dios venga a
establecer su campamento al amparo de ella. No es posible que Dios, el
Altísimo y Único Dios existente y siempre existente pueda rebajarse a
caminar en medio de una jerarquía tan apóstata y blasfema. No pudo
hacerlo y no lo hizo con los altos funcionarios del Único Templo que lo albergó alguna vez, jamás vendrá a respaldar funcionarios de un aparato
religioso que jamás albergó su Gloria en algún rincón santísimo
organizacional de iglesia protestante. No conocen a Dios, no conocen su
proceder, su estilo. Predican a boca llena que Dios no cambia y ellos
mismos no comprenden que no cambia, no entienden de su
inmutabilidad. Como ellos son cambiantes, imprecisos y ambiguos como
comerciante que busca una mejor oferta, no entienden la naturaleza y los
comportamientos de Dios. Predican lo que aprendieron de las disciplinas
teológicas y escolásticas que aprendieron en los institutos y seminarios,
pero nunca fueron enseñados por Dios en el plan de enseñanza que
prometió en Cristo, por vía del Espíritu Santo: "Él os enseñará todas las
cosas..." Juan 14:26. No les hace falta, tienen títulos, grados y post grados,
ya está. Predicarán toda su vida del único dios que conocen, el de satanás
disfrazado de deidad, católica primero, protestante hoy. Gran problema el
de madre e hija, se han interpuesto entre Dios y los hombres, como una
especie de aduana u oficina migratoria: todos los que quieren ir a estar
con Dios deben pasar por sus puertas y obtener la visa de salvación. Nada
más falaz que eso.
¿Por qué no creen en Dios los ateos? Porque engañados en el concepto de
que la iglesia organizada y legitimada representa a Dios, al verla actuar tan
criminal e incongruentemente, y tan prostituida con todos los gobiernos
de la tierra y en medio de tanta voracidad económica, y tantos escándalos
inmorales tan reiterativos como enfermizos, rehúsan razonablemente
creer en el Dios que dice representar el clero. Lo que ignoran los ateos es
que Dios jamás habitó en, o designó que la iglesia le representara sobre el
planeta. Ignoran que Dios se representa en el ser humano, ignoran que el
ser humano es la imagen de Dios y no la imagen de la religión. (Es todo un
mosaico lo impuesto por cada credo: el creyente mormón tiene su
característica, parecen mormones todos aquellos de camisa blanca de
manga corta; los Testigos de Jehová, son conocidos por sus propias
características: todos aquellos que andan de dos en dos golpeando
puertas, lo son; los evangélicos pentecostales, ídem: se ponen trajecito y
corbata y lucen un maletincito en sus manos cada domingo: son
evangélicos). E ignoran tanto como la iglesia organizada, que Dios está
parado fuera de ella, llamando a los suyos, porque no hay iglesia en el
planeta que sea digna de uno solo de sus hijos e hijas. Todos los suyos
saldrán fuera de ella, porque las plagas que se vienen sobre ella, no serán
sufridas por sus amados. Y todo hijo e hija oirá ese llamado y saldrá, eso es
indefectible e inexorable. No se trata de entender tal o cual doctrina, se trata de oír ese llamado. Y no se hace mucho problema llamando, es
escueto y sencillo: "El que tiene oídos para oír, oiga..."
Determinante e irrefutable: Dios no está dentro de la iglesia organizada
esperando al hombre, está afuera una vez más, y esta es la vencida. Dios
le da una bofetada al aparato religioso y nos demuestra que no es la
iglesia denominacional el lugar donde se encuentra con su hombre o su
mujer. No ha elegido Él a este aparato protestante como el lugar
específico de su entrevista con el hombre que creó: Él es quién decide
dónde, cuándo y cómo se encuentra con sus hijos e hijas. En este
momento dispensacional está afuera, pese a 1500 años de esfuerzo
eclesiástico por meterlo dentro de sus templos oficiales. Y llama, llama
para que salgan, no está llamando para que entren y repleten las iglesias.
O, para que le dejen entrar, eso de ninguna manera. ¿Quiénes pueden oír
su voz llamando fuera? ¿Acaso Eklessia no es una voz griega que quiere
decir "sacado fuera"? Llama, llama a que salgan, Él no entrará jamás a
arrebatar ninguno de los suyos ni a disputar almas que no tengan oído
para oír su llamado final. No contradice la natura del efecto pastoral: "Las
ovejas oyen su voz y le siguen... y le siguen... y le siguen..." Más claro, van
tras de Él. No es Él quien anda detrás de nosotros, es al revés. Faltaba
más, tener a esa Omnipotente Deidad creadora detrás nuestro, como
perrillo apaleado y sometido. Aunque eso es lo que ha hecho la iglesia con
la imagen de Dios, lo ha convertido en un mamarracho que cumple todos
los deseos del hombre y obedece a todos los payasos religiosos que le
mandan qué, cómo y cuánto tiene que hacer por ellos. No, no y no,
señores: Él es la Deidad y todo hombre debe someterse a Él y hacer Su
Voluntad. No es Dios quien tiene que hacer la voluntad de los hombres. Es
terrible, se han calzado un nombramiento clerical y creen, y hacen creer al
mundo, que tienen poder o ascendiente sobre Dios y que pueden hacerlo
hacer lo que ellos quieran, y que pueden meterlo a todo templo que ellos
quieran, y que pueden hacerlo arrodillar delante del gobierno que ellos
quieran, y que pueden hacerlo decir lo que ellos quieran, y que pueden
hacerlo aceptar y bendecir lo que ellos quieran. Ceguera total y absoluta,
digna de un religioso laodiceano: Dios ama, glorifica, bendice y se agrada
de quienes hacen Su Voluntad. Nunca fue de otra manera. No entrará a
sus iglesias así lloren como plañidera mejicana o ayunen el ayuno más
multitudinario y largo de la historia: Él está llamando a que salgan fuera de
la religión. "Salid de ella, pueblo mío, para que me seáis hijos e hijas...
"Apoc. 18:4. Si esta palabra no nos enseña el método en que Dios hace hijos
e hijas, no sé, seguirán hasta el fin de los tiempos creyendo que los hijos e
hijas de Dios se hacen al interior de las iglesias. Si esta palabra bíblica no nos enseña que la iglesia nominal le estorba a Dios cuando quiere hacer
de un ser humano su hijo o hija, no sé. Si no nos damos cuenta en este
pasaje bíblico que nadie es hijo de Dios mientras esté bajo el techo y la
sujeción de las iglesias denominacionales, no sé, nada que hacer con el
sujeto en cuestión. Si no salen, es porque no tienen interés en ser un hijo
o una hija de Dios y aman más su aparatito religioso y sus dogmas, que la
amorosa y poderosa palabra de Dios. "Salid de ella, pueblo mío, para que
me seáis hijos e hijas, salid de ella, pueblo mío, para que me seáis hijos e
hijas..." Yo rogaría a todos quiénes lean y a todos quienes lleguen estas
palabras que comprendan un elemento clave y decidor de todo este
accionar de Dios en el último tiempo: Es la última llamada.
Los ateos, científicos e intelectuales que reclaman documentación,
información, historia elementos arqueológicos y antropológicos, pruebas
epistemológicas y una exposición seria y veraz de la existencia de Dios,
están muy próximos a ver satisfechos sus requerimientos: Le veremos. Le
verán los científicos, todos los intelectuales y todas las religiones del
planeta; todas las clases sociales, todas las etnias y todas las naciones.
Solo que entonces ya no tendrán tiempo de corregir sus enciclopedias
evolutivas ni sus sistemas educacionales, ni sus doctrinas religiosas y no
habrá tiempo para escribir la historia verdadera de Dios a ninguna
civilización, ni terrena ni extraterrestre: porque el tiempo habrá
terminado. Todos los procesos humanos habrán llegado a su fin y el Nuevo
Orden Mundial ya no será establecido sobre la voracidad imperialista de
ninguna "gran" nación sobre la tierra. No querrán enterarse del programa
general del Nuevo Orden Mundial dirigido por Dios: en ese nuevo Orden
Mundial no habrá cabida para ateos, ni para intelectuales , ni para artistas
agnósticos, ni para funcionarios religiosos, ni para reyes y gobernantes
imperialistas, porque para el horror aristocrático de los que se repartieron
prepotentemente el mundo y sus riquezas, alegremente bendecidos por la
iglesia católica y su aplicadísima hija protestante, verán que los pobres
serán los privilegiados y no ellos, que fornicaron con la madre y la hija y
que participaron activamente, por vía militar, en el sometimiento y en el
engaño perverso de todos los habitantes de la tierra, y que relegaron a
Dios a un segundo plano, renegando de su oficio de Creador, para
establecer al mono como el padre de todos los seres humanos. Le
veremos como Él es. Entonces, terminarán las discusiones eclesiásticas y
los devaneos teológicos, y las especulaciones científicas. Nadie de ninguna
religión universal, podrá siquiera abrir su boca para decir algo: será el
instante de la adoración y la alabanza de sus amados. No se oirán bandas
rockeras, ni cantantes evangélicas pintarrajeadas contorneándose, ni raperos "perreando" sus ignominiosas canciones dogmáticas, comerciales
y religiosas: estarán temblando. Su Magnificencia y Majestuosidad será
insoportable para los hijos de las denominaciones protestantes, no
tendrán donde esconderse. Los jerarcas religiosos conocerán entre
estremecimientos de pánico al Dios que obligaban a ir a la iglesia, al Dios
que decían tener en sus iglesias, temerán oír el famoso y aterrador "Nunca
os conocí..." Y lo oirán. Todo habrá terminado. El Vaticano y la Iglesia
protestante, y el criminal imperio protestante que derramó cuánta sangre
quiso sobre el planeta, sabrán que lo único que viene a continuación para
ellos es tan solo juicios, juicios y juicios. No habrá imperios ni aparatos
eclesiásticos en la nueva tierra y sus nuevos cielos. Descenderá la Santa
Ciudad ataviada como una esposa para su Señor y no verán en ella templo
alguno: nunca lo hubo. Entonces, recordarán toda la historia bíblica y
sabrán que ni siquiera hubo templo de Dios en el Paraíso y recordarán,
como buenos y estudiosos teólogos, que sobre la tierra hubo solo un
templo de Dios hecho por mano de hombre y recordarán que Jesucristo
no hizo un solo amago siquiera en pro de su restauración cuando estuvo
en la tierra realizando la maravillosa y dolorosa proeza de Redención, y
recordarán la profecía de su destrucción, y su destrucción misma.
Entonces, comprenderán que Dios jamás estuvo en sus templos
organizacionales, ni en sus iglesias, ni en sus catedrales, ni en sus viejos
cines acomodados como iglesias. Mirarán a los gozosos salvados y
comprenderán que hay una sola manera de alabar como ellos alaban en
esa hora estremecedora y terrible, sí, porque notarán que alaban como
aquellos cristianos que ejecutaba la ramera religiosa romana, y solo una
clase de seres humanos puede cantar en un momento tan escalofriante
como el Día de Su Manifestación, tan repentino y tan inesperado, y tan
poco parecido a como ellos predicaban que sería su Aparición: solo un
hombre y una mujer convertidos en templos humanos de Dios puede
gozarse así en una instancia tan conmocionante como aquél. Entonces, en
un arrebato impulsivo correrán hacia Él gritando: "¡Señor, Señor, en tu
nombre echamos fuera demonios, en tu nombre hicimos muchos milagros,
Señor, Señor...!" Mateo 7:22. Probablemente Dios, el Único Dios, el que
nunca tuvo otro dios como adversario o contrincante en materia de
deidad, ese Dios que nunca acampó en alguna iglesia organizacional y ese
Dios que nunca bendijo ningún imperio criminal, dejará oír su voz sin
mirarlos siquiera y pronunciará su terrible: "¡Apartaos de mí, malditos, al
fuego eterno. Nunca os conocí obradores de maldad...!" Y será entonces
que conocerán en carne viva el lloro y el crujir de sus propios dientes,
mientras ángeles les conducirán al destino de castigo. No habrá otros dioses cayendo junto a ellos, ninguno. Entonces conocerán
que Dios, es el Único Dios; que siempre fue el Único, que nunca hubo
panteones, olimpos, limbos, ni dioses falsos, ni nada. Comprenderán el
significado totalitario de su declaración soberana; "¡Vivo yo, dice el Señor,
y ante mí se doblará toda rodilla...!" Rom. 14:11. Entonces, conocerán que
Dios reinaba solo en el universo, absolutamente solo; que era el Único
Dios Viviente que se paseaba en el firmamento, que su carro de fuego era
el único carro sobrenatural que transportaba a un Único Dios, y que todos
los cielos de los cielos estaba llenos de su sola Presencia omnipotente, y
que todo estaba bajo sujeción de su Diestra todopoderosa; y en ese trance
irremediable comprenderán su voz cuando nos dijo a todos los habitantes
de la Tierra; "¡Fuera de mí, no hay quién salve."! Isaías 43; 11.
Comprenderán entonces la inutilidad de sus espléndidos aparatos
religiosos y tendrán que reconocer que solo propagaron un vil engaño
ofreciendo a todos sus esclavos religiosos una salvación que jamás podrían
darle. Y recién comprenderán la imbecibilidad dogmática de su obsesión
delirante de querer meter ese tamaño Dios Viviente y Majestuoso, del
cual está escrito que los cielos de los cielos no lo pueden contener, dentro
de sus templos religiosos. Comprenderán en aquél momento que el
nombre de sus poderosas organizaciones nunca significó algo delante del
Nombre de Aquél que con incontrastable autoridad está decidiendo el
destino final de todos y cada de los habitantes del planeta, de todas las
edades de la tierra y sus generaciones. Conocerán que ninguno de ellos
será llamado a tomar decisiones por Dios y que ninguna organización
estará presidiendo los juicios de Dios, y que Dios no consultará ninguna
jerarquía denominacional frente a ninguna de las decisiones que le verán
tomar en aquél terrible y glorioso día. Compartirán entonces su destino
con el ángel que los engañó toda la vida con el cuentico organizacional,
con esa bella y metafísica historia religiosa, con ese místico-materialista
discursillo de iglesia aristocrática denominacional, doblado, vencido,
sobre el cual se maravillarán todos los reyes y poderosos de la tierra
diciendo: "¿Es este el varón que hacía temblar la tierra...?" Isaías 14:16.
Convertido en una verdadera piltrafa, derrotado, absolutamente
derrotado, como lo está desde las primeras instancias del calvario hasta su
abatimiento total en Su Resurrección. Conocerán entonces, que jamás
antes satanás hubo estado reinando alegremente en el infierno con sus
demonios, llevando gente y atormentándolas allí, como enseñaron tantas
veces en sus propios púlpitos del protestantismo oficial: se darán cuenta
tardíamente que satanás el diablo, nunca quiso llegar allí; conocerán que
el diablo está por primera vez allí, cayendo a su castigo infernal. Comprenderán también entonces, que fueron engañados y lucharon toda
su vida, amenazaron todos los días de la historia eclesiástica a los
seducidos por sus dogmas y credos con un enemigo totalmente vencido y
que ni siquiera fue dios jamás, de ninguna clase y en ningún lugar. Luego,
no comprenderán más, ensordecidos en sus propios gritos de espanto y
desolación de comprender demasiado tarde el precio de su empecinado,
ciego y materialista afán religioso denominacional.
Del otro lado, los salvados de Dios, los veinticuatro ancianos postrándose
ante Dios, toda la gran multitud de hijos e hijas de Dios, todos esos que no
apoyaron sus ministerios en poderes y autorizaciones denominacionales,
todos esos que se desparramaron por el mundo en el Nombre del Rey y
que fueron asesinados, despreciados, censurados, perseguidos por causa
de Su Nombre, por amar únicamente ese Nombre, por servir únicamente
en ese Nombre, por presentarse por doquier únicamente en ese Nombre,
sin presentarse jamás en nombre de organización religiosa alguna; y Dios,
el discutido Dios, el filosofado Dios, el teologizado Dios, el organizado Dios
el Dios que solo creyeron los desposeídos y los marginados del sistema
político y de todos los aparatos religiosos de la tierra. Dios el Padre, el
Único y Verdadero, el Dios Altísimo, el que vive y estuvo muerto, el
Primero y el Último Dios, con una voz como un estruendo de muchas
aguas hará una invitación muy diferente de la que rugió a la clase religiosa
que envió a las tinieblas de afuera, se dirigirá a los que lloran de gozo y
júbilo indescriptibles, humillados en adoración a los pies del Trono y les
dirá: "Entren al gozo de Su Señor, benditos de mi Padre. Sobre poco fueron
fieles, sobre muchos los pondré." Y se animarán entonces a levantar sus
cabezas los auténticos y genuinos héroes sufridos y despreciados varones
y mujeres del cristianismo, con todas sus cicatrices de tormentos y
persecuciones, y mirarán al que está en el Trono por entre el torrente de
lágrimas y verán a uno como un Cordero Inmolado y sabrán quién y cómo
es, y verán corroborado su conocimiento del Nombre de su Dios, ese
Nombre dulce y discutido a su vez, ese Nombre que curiosamente no negó
jamás el mundo, no discutió jamás, ni rechazó con la saña y la virulencia, y
con esa crueldad sanguinaria que lo negó la religión pagana, blasfema,
trinitaria, dogmática y prostituta que decía representar a Dios sobre la
tierra; ese glorioso Nombre que todos ellos sabían ya desde el día que
fueron sellados con las arras de su Redención, el día que fueron adoptados
hijos e hijas de Dios. Avanzarán el último tramo de su peregrinación
rumbo a tomar posesión del Reino prometido, a cumplir su destino de
reinar con Él, mientras son consolados uno a uno por esas manos gloriosas
que lucen ciertas cicatrices de clavos, por ese extraordinario Dios, por esa excelsa Deidad Única y Omnipotente, por ese inefable Redentor que
derramó su propia sangre, esa sangre de Deidad, esa sangre incorruptible,
esa sangre eterna para que ellos estuviesen allí, en esa gran reunión
multitudinaria de salvación. Amén. Sí, ven, Señor Jesús. El Espíritu y la
Esposa dicen: Ven.
No hay comentarios:
Publicar un comentario